viernes, 20 de diciembre de 2013

¿PUEDE GOBERNAR LA IZQUIERDA? Steve Levitsky

Uno de los lemas favoritos de la derecha peruana es que la izquierda no puede gobernar.  Es una bandera central de la campaña de revocatoria contra Susana Villarán.  Pero, ¿es cierto?
Hace 25 años, la imagen de una izquierda incapaz de gobernar estaba ampliamente difundida en América Latina. Esa imagen fue muy influida por la experiencia de Allende en Chile, y fue reforzada en los años 80 por los fracasos de Siles Suazo en Bolivia, el sandinismo en Nicaragua, y Alan García. Por más de dos décadas, la izquierda latinoamericana estaba asociada con crisis fiscal, hiperinflación y desgobierno.
Pero esa imagen cambió dramáticamente en los años 2000.  En Chile, el Partido Socialista volvió a la presidencia con Ricardo Lagos. Aunque algunos advirtieron una desastrosa vuelta al pasado, Lagos y su sucesora, Michelle Bachelet, gobernaron bien (tan bien que Bachelet lidera las encuestas para las próximas elecciones). En Brasil, la elección de Lula provocó una crisis en los mercados y preocupación en círculos conservadores (el ex director de la CIA norteamericana, Constantine Menges, pronosticó que Lula formaría parte de un “Eje de Mal” latinoamericano). Pero Lula y su sucesora, Dilma Rousseff, gobernaron bien.  En Uruguay, el Frente Amplio también ha gobernado con éxito.  En El Salvador, Mauricio Funes, del FMLN, ganó la presidencia. La derecha advirtió que el FMLN –una guerrilla marxista en los 80– representaba un “peligro comunista”, pero Funes gobernó bien.  En México, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) gobierna el Distrito Federal desde 1997.  Y lo hace bien. Ha sido reelegido tres veces, la última vez con 63% del voto.
Los gobiernos de Lagos, Lula, Funes y Tabaré Vázquez espantaron el fantasma de Allende y destrozaron el mito de una izquierda incapaz y peligrosa. Liderada por políticos que habían sido marxistas y hasta guerrilleros en los años 70 u 80, la izquierda en Brasil, Chile, El Salvador y Uruguay gobernó de una manera moderada, eficaz y democrática. (Según Freedom House, el nivel de democracia mejoró en Brasil y Chile y se mantuvo en El Salvador y Uruguay). Y con buenos resultados. En Brasil, Chile y Uruguay, la tasa de crecimiento económico aumentó bajo gobiernos de izquierda.  Y según los Indicadores de Gobernancia del Banco Mundial, los tres países mejoraron en términos de rendición de cuentas, estado de derecho y corrupción.   
¿Cómo logró la izquierda destrozar el mito de la incapacidad? Un factor clave fue la experiencia en el poder.  En los años noventa, la izquierda gobernó municipalidades importantes en Brasil (Porto Alegre, Fortaleza, São Paulo), El Salvador (San Salvador), y Uruguay (Montevideo), mientras en Chile formó parte de los gobiernos de Aylwin y Frei. Gobernar genera experiencia en el Estado, fortalece los vínculos a los empresarios, la élite tecnocrática, y los organismos internacionales, y casi siempre fomenta la moderación.  En el mundo contemporáneo, la posibilidad de gobernar crea fuertes incentivos para dejar las fantasías anticapitalistas y aprender a convivir con una economía de mercado. Este proceso de aprendizaje, profesionalización y moderación ocurrió en Brasil, Chile, Uruguay, El Salvador, y México, con consecuencias muy positivas.   
Dirán que Perú es distinto –y lo es–.  Por Sendero.  Porque parte de la izquierda no se renovó.  Por la debilidad del Estado, la falta de un partido y la debilidad de los vínculos entre la clase política y los sectores populares.   Estas diferencias son reales, pero no son determinantes (y la mayoría afectan a todas las fuerzas políticas, no solo la izquierda). El problema de la izquierda peruana es que estuvo lejos del poder durante 25 años.   
Fuerza Social aspira a construir una izquierda renovada.  Y el triunfo inesperado de Susana Villarán en Lima parecía darle una oportunidad para gobernar. Dada la falta de experiencia de muchos de sus cuadros, por supuesto el gobierno de Villarán iba a cometer errores. Necesitaba tiempo.  El PRD mexicano no gobernó muy bien en sus primeros años en el DF, pero mejoró con el tiempo, y su tercer alcalde elegido, Marcelo Ebrard (2006-2012), fue nombrado el mejor alcalde del mundo por la Fundación Alcaldes de Ciudad.  En Brasil, los primeros gobiernos municipales del PT fueron olvidables,  pero con el tiempo surgió un “modo petista de gobernar” bastante exitoso.  En el nivel nacional, el gobierno de Lula enfrentó muchas dificultades en sus primeros años. Su aprobación cayó a 30% –más o menos igual a Villarán– en 2004.   Pero el PRD y el PT tuvieron tiempo para aprender, corregir sus errores iniciales y mejorar la calidad de sus gobiernos.  
El gobierno de Villarán no ha tenido ese lujo. Uno o dos años no es suficiente para aprender a gobernar, sobre todo cuando se pretende hacer reformas programáticas en vez del clientelismo tradicional. Pero a Villarán no le dieron tiempo.  La campaña para revocarla empezó durante su primer año (y en realidad, desde su primer día).
La revocatoria podría dar un golpe mortal al esfuerzo más serio de los últimos años de construir una izquierda moderada en el Perú.  Sería lamentable.  En países como España, Portugal, y ahora Brasil, Chile, El Salvador, México y Uruguay, la consolidación de una centroizquierda sólida fortaleció a la democracia, cerrando el espacio para alternativas radicales y populistas. Pero en el Perú, un sector de la derecha parece más interesado en mantener el mito de la izquierda incapaz que en consolidar la democracia.    
En casi todas las democracias exitosas del mundo existe una fuerza de izquierda moderada que alterna en el poder. Un país donde es “Prohibido Voltear a la Izquierda” (título de una reciente columna de Fritz Dubois) termina, tarde o temprano, en un camino no democrático.

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