miércoles, 18 de diciembre de 2013

DANZA DE TIJERAS.

Qori Sisicha en acción. Siempre ha destacado por la elegancia de su baile y sus pasos acrobáticos.

Rómulo Huamaní o Qori Sisicha (Hormiguita de Oro) fue homenajeado en el Congreso hace unos días por su trayectoria de 40 años como danzante de tijeras. Ha actuado en todo el mundo y fue propuesto al Premio Nacional de Cultura 2012.
Texto: Raúl Mendoza.
Fotografía: Sharon Castellanos 

Esta mañana el gran Qori Sisicha (Hormiguita de Oro) está bailando bajo la enorme cruz del cerro San Cristóbal, como para desmentir que los danzantes de tijeras tienen pacto con el diablo. (Eso afirman muchos curas en los pueblos de los Andes). El violín y el arpa suenan con la característica tonada de la danza y él lleva el ritmo haciendo sonar las tijeras de su mano derecha. Las cintas de su montera –o sombrero– y la tela de su traje se agitan con el viento mientras él se luce haciendo pasos complicados. Cuarenta años de experiencia y una fuerza que nace en su corazón guían sus movimientos.
La danza tiene una secuencia, y él la conoce y la domina. Ha sido el aprendizaje de toda una vida: 300 tipos de pasos, 350 tipos de tonadas musicales. A los 51 años Qori Sisicha ha llegado a la cima de su carrera. Es el danzaq más respetado, ha sido galardonado innumerables veces, acaba de ser condecorado por el Congreso con un diploma de honor al mérito y, a la edad que tiene, su vigencia aún es indiscutible. Su nombre verdadero es Rómulo Huamaní Janampa y ha viajado por el mundo con su arte místico y festivo. Auditorios de Sudamérica, Europa, Asia y Norteamérica lo han podido ver, primero sorprendidos y después deslumbrados.
Qori Sisicha es el orgullo de su pueblo, el anexo San Antonio, distrito de Chipao, provincia de Lucanas, Ayacucho. Allí aprendió a bailar bajo la tutela de un pariente, pero se hizo danzante verdadero cuando un consagrado del lugar, Qori Jaito o Pita de Oro, lo adoptó como aprendiz. Entonces conoció los secretos más profundos de la danza de tijeras. Conoció por ejemplo que el éxtasis del baile te hace olvidar el cansancio, que se puede controlar el dolor, que es posible mantener el equilibrio sobre una soga a 20 metros sobre el suelo sin que el miedo te perturbe.
“Hace 500 años un danzaq era como un sacerdote, un nexo de la gente con los apus, alguien que conservaba la tradición andina. Por eso, a la llegada de los españoles, sus sacerdotes vincularon al danzante con el diablo. Pero no es así”, explica Rómulo Huamaní, quien no solo es un maestro del género sino que ha investigado sobre el tema. Por eso dice que la historia de la danza de tijeras empezó con el Taki Ongoy, o la 'enfermedad de la danza', una forma de rebeldía iniciada en el siglo XVI frente a la conquista española y la imposición forzada de la religión cristiana.
Hoy los danzaq son herederos de esa tradición. Bailan y se enfrentan en un desafío conocido como 'atipanakuy', en el cual dos o más danzantes exhiben sus destrezas. Qori Sisicha ha rivalizado con los más grandes exponentes del baile y ha sido el triunfador de muchas tardes. Para lograrlo debió demostrar su talento, su valor, su espíritu. Muchas veces ha realizado esa prueba mayor que consiste en subirse a la torre más alta de la iglesia, hacer piruetas sobre el vacío y después deslizarse a tierra a través de una cuerda.
Su padre le puso 'Hormiguita de Oro' porque Rómulo es pequeño de estatura y laborioso como aquella. Su Apu protector es el cerro Chunta de su pueblo San Antonio. Los conocedores han reconocido la elegancia de sus movimientos, la limpieza de sus piruetas. Él es un seguidor de la danza más tradicional, aquella que respeta la secuencia del baile y las pruebas –o ‘pastas’– establecidas por los antecesores y la costumbre. “No me gustan esas pruebas que se acercan más al faquirismo,  pero hay que hacerlas para que la gente no piense que el otro danzante es más valiente y te ha vencido”, aclara.
Él ha bailado en pueblos de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac –la zona chanka, cuna del baile– durante seis o siete días, descansando solo para dormir. Allí la gente es exigente y el danzante es una de las atracciones principales. Así que ellos no paran. “Se empieza bailando en la celebración principal y después en distintos lugares del pueblo. Bailamos también por la noche y al amanecer. Y eso se repite todos los días que dura la fiesta”, cuenta Rómulo Huamaní. La exigencia de la danza y de las presentaciones agota a los danzantes, pero los mantiene en forma.
En sus cuarenta años de trayectoria Qori Sisicha ha conocido una larga lista de países de Sudamérica, Europa, Asia. De un viaje a Alemania recuerda que bailó para la jerarquía católica y que entre los presentes estaba Joseph Ratzinger, cuando aún no era el papa Benedicto XVI. También recuerda que en festivales de Francia y China tuvo un éxito tan rotundo que al acabar la presentación la gente lo aplaudió de pie y muchos esperaron bajo el escenario para tomarse una foto o simplemente darle la mano.
Dentro del Perú ha viajado a todas las regiones y se ha presentado en los mejores escenarios. Su gran rival y amigo es Ccarcaria, otro grande de la danza de tijeras, con quien ha bailado en Palacio de Gobierno y en un sinfín de lugares. Muchas veces uno invita al otro para bailar en el interior del país, o incluso para ir al extranjero. El 2008 se estrenó en la televisión una serie llamada “El gran reto”, basada en la vida de Qori y en la que se mostraba este baile tradicional. En las imágenes de presentación aparecían los dos mostrando su arte.
A Qori Sisicha lo acompaña en el arpa Zenón Llamoca Inca, 'Incacha', eximio ejecutante que camina con él hace 35 años. “Nos conocimos actuando en los pueblos de Ayacucho. No hay nadie que iguale su talento”, dice 'Incacha'. En el violín está Gerardo Capcha Arango o 'Checche de Sondondo', descendiente de una familia de músicos, que lo acompaña hace 15 años. Los dos también fueron distinguidos por el Congreso.
Qori Sisicha no es solo un enorme danzante de tijeras sino que ha dejado discípulos que ahora son figuras. Por ese legado fue propuesto por varias asociaciones vinculadas a la danza de tijeras al Premio Nacional de Cultura 2012. “Es un honor que algunas personas hayan pensando en mí”, dice. A los 51 años no descansa: su casa en la Cooperativa América de San Juan de Miraflores se ha convertido en un taller donde continúa formando a nuevos danzaqs.
Hace una semana lo acompañamos a la cima del cerro San Cristóbal para verlo en acción con el fondo de la ciudad de Lima. Ataviado con su traje multicolor y ejecutando complicados pasos con sus vistosas zapatillas rojas, nos demostró que la edad no ha mermado sus aptitudes, que su vigencia está intacta y que el espíritu de los apus se apodera de él cuando baila.
 FUENTE: http://www.larepublica.pe/02-12-2012/qori-sisicha-el-maestro-danzaq
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