domingo, 18 de febrero de 2018

GIORDANO BRUNO Y EL TRIBUNAL DE LA SANTA INQUISICIÓN

Quién fue Giordano Bruno, el místico "visionario" quemado en la hoguera hace 418 años

Hoy en día una estatua homenajea en Roma el lugar donde Giordano Bruno fue quemado vivo hace más de cuatro siglos.

Hace 418 años, un 17 de febrero del año 1600, tuvo lugar en Roma un acontecimiento dantesco.
Cientos de personas se reunieron en el Campo de las Flores (Campo dei Fiori) en Roma para ver morir en la hoguera a Giordano Bruno por orden de la Santa Inquisición.
Filippo Bruno, que a los 15 años cambiaría su nombre de pila a Giordano, era un hombre religioso de la orden de los dominicos que también escribía poesías y piezas de teatro, además de dedicarse a la filosofía y la teología.
Nacido en 1548 en Nola, Nápoles, acabó quemado en la hoguera por haber desafiado a la Iglesia e ir en contra de las ideas vigentes en aquel entonces como, por ejemplo, negar que la Tierra era el centro del universo.
La sentencia de muerte la impuso unos días antes de la quema pública el papa Clemente VIII, que le dio a Bruno la opción de renunciar a sus ideas y arrepentirse para salvarse.
Pero, según escritos de la época, Bruno hizo más bien lo contrario.
Cuentan que mientras ardía en la hoguera, todavía tuvo fuerzas voltear la cara para rechazar un crucifijo que alguien le puso enfrente.
En el libro que escribieron David Eliot y Arnold Brody titulado "Los siete mejores descubrimientos científicos de la historia" ya se dice que los problemas de Bruno comenzaron en 1575, cuando el dominico se atrevió a leer los textos prohibidos del filósofo holandés Desiderius Erasmo de Róterdam.

Pero no solo eso contribuyó a su muerte en la hoguera.

Erasmo de Rotterdam criticó abiertamente la corrupción eclesiástica.


Siempre contestatario y con tendencias heterodoxas, llamó la atención desde muy joven su manera de entender la teología, algo que que causó un gran malestar entre la comunidad religiosa.


Vida polémica
Cuentan los historiadores que Giordano nunca se sintió aceptado por los religiosos.
Su calvario comenzó a los tres años de haber sido ordenado cura.
En su paso por varios conventos dominicos, lo acusaron de hereje y acabó por abandonar la Orden, motivo suficiente para ser excomulgado.
Se convirtió después al calvinismo, pero sus ideas críticas hicieron que fuera encarcelado.

La Inquisición persiguió a diversos intelectuales que iban en contra de las ideas que en aquel entonces predicaba la Iglesia.

Giordano solo encontraría la paz durante sus años en París, Londres y Oxford.
Fue allí donde creció su fama como autor de obras de teología.
En esta época también se reforzaron sus ideas científicas, con escritos sobre la teoría de Copérnico y el Sistema Solar que también estuvo en la mira de la Inquisición y que más tarde apoyaría el erudito italiano Galileo Galilei.

Adelantado a su tiempo
El profesor Rodolfo Langhi, del Departamento de Física de la Universidad Estatal de Sao Paulo (UNESP) asegura que Bruno no solo conocía y apoyaba la teoría de que el sol era el centro del universo, sino que iba mucho más allá.
"Predicaba que el universo era infinito, que no tenía un único centro y estaba lleno de mundos habitados como el nuestro", explica Langhi que realiza investigaciones, proyectos y publicaciones en el área de astronomía.

Bruno creía que había "inumerables cuerpos como la Tierra y otros soles como nuestro Sol".

También decía que además de Saturno (el planeta conocido más lejano a la Tierra en aquel entonces), había otros que giraban alrededor del Sol.
El descubrimiento de Urano, en 1871, por William Herschel; Neptuno, en 1846, por Johann Galle y Plutón en 1930, por Percival Lowell demostraron que no se equivocaba.
El problema es que el controvertido teólogo no basaba sus teorías en datos y demostraciones científicas, sino en creencias religiosas y eso volvió a meterle en problemas al cabo de los años.
Aquellos que le acusaban de hereje eran cada vez más y en 1586 tuvo que huir de París después de escribir unos artículos insultando a los funcionarios y miembros de la Iglesia y reafirmando sus ideas.
Huyó a Alemania y quiso refugiarse en el luteranismo, pero también allí lo expulsaron.

Traición
Sin un lugar a donde ir, Bruno decidió volver a Italia después de 15 años.
Fue el peor error de su vida.
El noble Giovanni Mocenigo, con la excusa de que Bruno fuese su profesor, lo invitó a su casa pero acabó entregándolo a la Inquisición veneciana.
Ante el tribunal, el teólogo dejó de lado la arrogancia y la soberbia que lo habían caracterizado todos estos años por primera vez, pero ya no le sirvió de nada.

La máxima condena de la Inquisición era la quema pública en la hoguera.

A pesar de decir que sus predicaciones eran filosofía y no religión, el Santo Oficio decidió que su único destino sería la hoguera.

¿Científico o predicador?
La figura de Giordano Bruno es muy discutida hoy en día.
A pesar de las ideas avanzadas que tenía para la época, muchos investigadores modernos aseguran que no se le puede considerar un científico en el sentido estricto de la palabra.
"Era un predicador", resume el astrónomo Augusto Damineli, profesor titular del Instituto de Astronomía, Geofísica y Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Sao Paulo (USP).
El físico y astrónomo Othon Cabo Winter, del Departamento de Matemática de la Facultad de Ingeniería de la UNESP piensa igual.
"Estaba muy informado y tenía conocimientos astronómicos muy avanzados para la época pero no hacía ciencia", dice. "Bruno mezclaba los conocimientos con sus creencias y después hacía especulaciones sin ninguna base científica".


Miles de personas pasan hoy en día por el lugar donde Giordano Bruno murió quemado.

Pero también hay quienes piensan diferente.
"Hoy en día creemos que científico es solo aquel que observa y analiza con instrumentos aquello que ve pero antes no era así. Muchos, incluido Newton, no eran más que astrólogos que consideraban hasta teorías de las ciencias ocultas", afirma el antropólogo portugués João Eduardo Pinto Basto Lupi.
Aunque con debate, la mayoría de científicos hoy en día está de acuerdo en que Bruno fue un visionario que apoyó teorías que solo serían comprobadas siglos más tarde.
Y su enfrentamiento con la Iglesia tenía que ver sobre todo con una lucha política, de acuerdo con Damineli
"Era una lucha entre la Iglesia conservadora (dueña del poder), y la burguesía revolucionaria (clase en ascensión), esa fue la principal razón para la persecución de la Iglesia".



FUENTE: http://www.bbc.com/mundo/noticias-43097025


jueves, 1 de febrero de 2018

CÉSAR HILDEBRANDT, la entrevista

César Hildebrandt es uno de los periodistas más importantes del país y una voz autorizada para opinar sobre la actualidad política, más convulsionada que de costumbre.  Advierte que el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski avanza hacia el abismo, sin detenerse, a velocidad crucero. Su pronóstico: no cree que el presidente llegue al 2021.
En una columna le recomendó a Pedro Pablo Kuczynski indultar a Alberto Fujimori. Eso sorprendió a muchos.  
Recomendaba el indulto para contribuir a la escisión en el fujimorismo. Imaginaba lo que podía significar un Kenji triunfante frente a una Keiko mezquina y cautelosa en relación a la libertad del padre.


¿Una jugada política? 
Temeraria y, en mi opinión, válida y plausible. De lo que se trataba era de parar la maquinaria congresal automática de Keiko. Para eso se requería de un líder que dijera las cosas como se debían: que este es un indulto político. Sin embargo, inventarse lo de la enfermedad terminal, el cáncer agónico, la inminencia de la muerte, la piedad palaciega y meterse con el caso Pativilca
Un indulto preventivo. 
Todo eso ensucia la figura. Encima, se le añade el asunto de la reconciliación. A la suciedad del método se suma la amplitud suicida de la convocatoria. La reconciliación es con la maquinaria del fujimorismo que pretende volver a tomar el país y convertir la democracia en una farsa. 
¿Ayudará el indulto a crear un mejor clima de gobierno?
Es difícil, porque el presidente no tiene capacidad de convocatoria. Su gobierno es de una debilidad tal que no puede promover ni una idea de unidad o meta común. Si se tratara de otro presidente y otro régimen, diría que sí a su pregunta. Kuczynski va a tener más de lo mismo: una encarnizada oposición fujimorista, a la que se le añade una izquierda reunida alrededor de la ira, que es lo que suele unir a las izquierdas. Se ganó poco, se perdió mucho. 
¿Qué se perdió?
El gobierno perdió credibilidad y el país una oportunidad de liderazgo firme que hubiese podido entusiasmar a una buena mayoría.
¿Tuvo alguna esperanza en Kuczynski? 
Mi única esperanza era que nos exonerara de caer en las garras del fujimorismo. Kuczynski fue el antídoto que nos inventamos para que la shushupe no terminara de matarnos y ahora resulta que el antídoto ha empezado a intoxicarnos. Y la gente se pregunta: ¿el antídoto se parece a la culebra? Este es un gobierno tan frágil que la gente se pregunta cuándo va a caer. Esto es una bolichera sin radio perdida en altamar.
¿Kuczynski entiende a cabalidad su responsabilidad?
Nunca se ha sentido presidente, ni ha tenido idea clara de lo que significa su investidura. No hablo del protocolo, del boato, sino de su responsabilidad de conducirnos por un camino viable, como se planteó en la campaña: un centrismo que reactivara la economía y lograra consensos relativamente amplios en base a tres o cuatro metas. Y que, desde luego, se mantuviera leal a una de sus promesas: distinguirse del fujimorismo predador al que venció, no gracias a él. Kuczynski era un candidato...
¿Malísimo?
Espantoso, en términos marketeros. Era como vender pescado de antes de ayer, y así nos lo tuvimos que comer. Se sube a la ola de la resistencia, a su edad la surfea y lo hace bien. Pero termina la elección y se da cuenta de que en realidad ama al fujimorismo. Esa es la verdad. Hay que recordarlo el 2011, demandando el voto para Keiko.     
Entonces, quizá los idiotas somos nosotros.
Usamos a Kuczynski para librarnos de Keiko. Claro, ahora resulta que tenemos a Kuczynski y a Keiko. La paradoja es exacta en ese sentido: ahora parecemos idiotas. Acudimos a Kuczynski y él acude a su memoria, a su corazoncito. 
Acude a lo que siempre fue, ¿no?
Sí, un señor empresario próximo a Fujimori. La Confiep ama a Fujimori, con idolatría, como en cualquier valsecito criollo.   
Usted combatió desde un inicio a Alberto Fujimori. ¿Qué piensa de él ahora que está libre?
Es alguien que no cree en las formas democráticas, en el respeto por el prójimo… 
¿No creyó en su reciente pedido de perdón?
Eso fue escandaloso. No le pidió perdón a los deudos de sus víctimas, a Alberto Andrade ni a Gustavo Mohme Llona ni a todos aquellos que fueron asesinados simbólicamente por su prensa inmunda pagada con dinero sacado del pliego de Defensa. No les ha pedido perdón a los trabajadores que dejó sin empleos ni derechos ni al país en general por el remate obsceno de empresas estatales a precio vil. ¿De qué perdón hablamos? Es una comedia, mal hecha. 
¿Cuál será el papel de Alberto Fujimori ahora?
Su gran meta es recuperar la honra, limpiar su reputación y ser admitido de nuevo social y moralmente por el país. Si eso significa concentrar fuerzas, incluso con una Keiko hostil, lo va a hacer. 
Cuesta creer que con un antifujimorismo que se moviliza y representa un sector importante, esa readmisión moral y social pueda llegar. 
Es cierto. Pero en el Perú, don Mariano Ignacio Prado, después de fugarse en plena guerra del Pacífico, regresó y fundó el imperio Prado. Y Nicolás de Piérola, uno de los más impresentables caudillos que hemos padecido, fue presidente después de hacer el ridículo en la defensa de Lima. 
Y Alan García fue reelecto. 
Recaímos en Alan García, porque eso fue una reinfección. ¿Es posible que haya una amnistía colectiva en el caso de Fujimori? Sí. Somos un país especialmente generoso. 
¿Qué piensa de Kenji?
Ha hecho esfuerzos por ser distinto, debo admitirlo. Y se ha dejado llevar por gente como Jorge Morelli, astuto, brillante. Probablemente lo único brillante en esas inmediaciones.
A pesar de que su papel en los noventas fue nefasto. 
Ah, por supuesto. Aunque, digamos, no está manchado por la corrupción. Lo suyo fue una apuesta fascistoide por el orden y la estabilidad. Al final de cuentas, el liberalismo cuando se asusta se vuelve fascismo. No había nada más asustado en los noventas que el liberalismo. Tocaban las puertas de los cuarteles para que salvaran a las empresas de la jauría polpotiana que estaba por quemarnos. Yo recuerdo que alguna vez un eminente sociólogo me dijo: ‘¿Y por qué te sorprendes que tengamos a Sendero? ¿Qué suponías que íbamos a tener? ¿Mayo del 68?’. Si somos un país tan atrasado, teníamos que tener un marxismo mutante. La respuesta al marxismo mutante fue la democracia mutada de Fujimori.
¿Le causa simpatía Kenji? 
Simpatía, no. ¿Cómo decirlo? Es difícil. Digamos que entiendo sus ganas de limpiar el apellido. 
¿Le parece que es genuina su actitud?
Sí. No tiene la malevolencia orgánica y profesional de la hermana y sí tiene actitudes liberales en diversos aspectos. Me parece que si se lo permitieran podría darle un rostro diferente al fujimorismo. El problema del fujimorismo es que no puede ser otra cosa y Kenji es una suerte de intruso peligroso. El fujimorismo tolerante, democrático y conviviente no existe. Es intrínsecamente totalitario. La concepción de Alberto Fujimori fue una de Estado de emergencia. Fujimori es el héroe de las emergencias: apaga el fuego del terrorismo, de la hiperinflación. Todas son epopeyas grandiosas, que exigen un liderazgo poderoso. 
Por eso no tenía partido. 
No lo necesitaba. Pero resulta que cuando las cosas se normalizaron, continuó en Estado de emergencia. Él vive en Estado de emergencia. Y así hace todo lo que sabemos: soborna, mata, compra, revende. Entonces, Kenji es como una degeneración benigna del fujimorismo y por eso no parece tener futuro en la organización. ¿Quién se imagina al fujimorismo liderado por Kenji? Se reirían de él. ¿Qué harían los becerriles con Kenji? Complotarían para tumbárselo. Keiko interpreta, correctamente, el carácter atrabiliario del fujimorismo y por eso su liderazgo tiene esa potencia. 
¿No le reconoce a Keiko, al menos, la intención de institucionalizar al fujimorismo a través de un partido? ¿No es un paso adelante?
Bueno, los comunistas de Europa oriental también tenían partido, y las derechas latinoamericanas siempre han tenido partido, y Mussolini tenía partido, y el nacionalsocialismo era un gran partido, ¿y de qué te salva eso? El fujimorismo es un partido destinado a barrer con todo y, precisamente, la solemnidad de su organización y su eficacia a mí me asustan. Si Fujimori, que no llegó a tener un partido, hizo lo que hizo, esta señora con una red de poder nacional, con una trama bien tejida, ¿qué hará en el poder? Me meto las manos al bolsillo, de inmediato.
Ya está en el poder. 
Es cierto, no es una pregunta tan hipotética la que nos hacemos. Ya la tenemos en el Congreso y ya sabemos qué quiere con la Fiscalía, el Tribunal Constitucional, el Consejo Nacional de la Magistratura, con los fiscales incómodos. Y sabemos que no admite ser derrotada. Hasta ahora insiste en que le robaron el triunfo. Imagínesela en Palacio. No creo una sola palabra cuando me dicen que el fujimorismo, ahora que es partido, ha cambiado. 
¿Le ve algún futuro a Kenji, más allá de ser congresista?
Kenji es el niño que quiere convivir con los demás y es capaz de hablar del matrimonio gay y distanciarse de fanatismos religiosos. Es una anomalía en el fujimorismo. Si fundara un partido podría tener algún futuro, aunque es una hipótesis indulgente: dudo que tenga una convocatoria más allá de los lindes del fujimorismo. Al final de cuentas, Kenji sería un buen chico si no se apellidara Fujimori
¿Qué piensa del nuevo gabinete de la reconciliación?
No tengo ni siquiera una opinión, no me suscita nada. Es el continuismo puro, la confirmación de que Kuczynski no va a cambiar, que su gobierno no va a cambiar. Y el resumen quizá sea Cayetana Aljovín en Torre Tagle. ¿Qué méritos ha hecho la respetable señora Aljovín? Ninguno. ¿Qué significa su presencia? Que no tenemos política exterior. Eso da una idea de hasta qué punto este Gobierno es inexistente y va al abismo a velocidad constante. 
Al 2021, ¿alguna opción le genera cierta expectativa?
Ninguna. Tendría que hacer lo que buena parte de mis compatriotas hacen con esfuerzo cotidiano: sumarme a la resignación. Incluso no creo que este gobierno llegue al 2021. Me parece que habrá una gran crisis antes y que la salida de un vicepresidente como Martín Vizcarra asumiendo es real. Y diría que, eventualmente, necesaria.
De los últimos 40 años, ¿alguna figura política le ha despertado entusiasmo, aunque sea inicial? 
Bueno, el Alan García de los ochenta, antes de que asumiera la presidencia, produjo entusiasmo en mucha gente. 
¿A usted también?
Siempre me he cuidado del entusiasmo vociferante y excesivo. Pero claro que despertaba expectativas. (García) Era un joven reformista y era la primera vez que la socialdemocracia parecía que iba a tomar el poder, porque ni siquiera se presentaba como el sucesor de Haya. ¡Estaba a la izquierda de Haya! Era el delfín mejorado y mire en qué terminó. Creo que fue el último personaje que pudo producir un entusiasmo colectivo. ¿Los demás? La grisura, la medianía, la poquedad. Humala jamás despertó en mí ningún entusiasmo.
He leído que al lado de Kuczynski, Humala parece ser un estadista. ¿Está de acuerdo? 
Humala traicionó a todos aquellos que lo llevaron al poder y se entregó a la derecha que jamás lo quiso ni lo respetó y terminó festejando su encarcelamiento. Sí, en esa medida fue promedio. Pero ¿qué va a quedar de Humala con el correr del tiempo? 
¿Un pie de página?
En letra menuda, en seis puntos. Lo que sí es cierto es que, en relación con Kuczynski, hasta Susana Villarán parece Rosa Luxemburgo. Kuczynski es un homenaje sartriano: es el ser y la nada. Él es la nada. Kuczynski no sabe en qué está metido.

“Este gobierno es inexistente y va al abismo a velocidad constante”

Valentín Paniagua representó la esperanza de algo mejor, ¿no? 
Sí, fue un paréntesis extraño el de Paniagua. La pregunta es si nos merecíamos a Paniagua. Es algo que no solemos tocar: ¿merecemos liderazgos y partidos intelectualmente nutridos? Tengo mis dudas. ¿Merecemos una gran democracia vigilante? ¿Nos ha preocupado la usurpación del poder? ¿No resulta que más del 80 por ciento apoyó el golpe del 92? ¿No resulta que más del 60 por ciento reeligió a Fujimori? ¿Y no resulta que ahora nos enteramos de la podredumbre gracias a unos brasileños que reexportan basura? ¿Y no será verdad que nos merecemos a Kuczynski? ¿No será que nos interpreta correctamente?
¿Kuczynski nos representa?
De una manera cabal.
Bueno, la política es representación. 
Así es. El empobrecimiento cultural de Estados Unidos ha producido a Trump. Pero los norteamericanos lúcidos saben que no es un brote impredecible sino una consecuencia de una gran crisis política. Bueno, de la crisis general del Perú y de los escombros de la partidocracia salió Fujimori y ahora Kuczynski. ¿Cuál es la sorpresa? ¿No nos gobernó el Capitán Carlos en nombre de su señora esposa, y todos felices?
Y García dos veces. 
Eso linda con la infamia. 
Nuestra historia es la de frustraciones repetidas. 
Pero tenemos gente que rescatar: Grau, Cáceres, Bolognesi, Manuel Pardo.  
¿No son paréntesis? 
Sí, sí, pero demostraciones de que podemos tener episodios nacionales brillantes y conmovedores. Yo no descarto el renacimiento del Perú, su reconstrucción. Si fuera tan escéptico dejaría el periodismo y de pelear. A la edad que tengo, que empieza a ser excesiva, lo único que me hace seguir es el convencimiento de que esto puede tener arreglo si los jóvenes se compran el pleito. 
Los jóvenes marchando es un lindo mensaje.
Es un hermoso mensaje, no solo marchando sino demandando, saliendo del maldito estoicismo que la derecha siempre querrá promover. La historia peruana está llena de derrotas, pero no olvidemos que hemos tenido una clase dominante nefasta, que no construyó un país sino que lo saqueó. Mientras los conservadores chilenos pueden decir que hicieron un país, los conservadores peruanos no pueden jactarse de lo mismo. Al contrario: perdieron uno. Ser conservador en el Perú es una expresión neurológica de cretinismo. ¿Qué conservas? 
¿A qué se le puede poner candado en el Perú?
¿A qué le pones candado? ¿Qué lana merece naftalina en el Perú? 

¿POR QUÉ EL PAPA FRANCISCO NO LLENÓ LA PLAZA EN CHILE?

FRANCISCO EN CHILE
Lo bueno de especializarte en ciertos tópicos es que te convocan a eventos interesantes en momentos cruciales. Lo digo porque acabo de estar en Santiago de Chile cuando el papa estuvo ahí. Invitado a participar en un foro sobre la pederastia clerical, organizado por la Fundación para la Confianza, que dirige José Andrés Murillo, uno de los denunciantes del cura pedófilo Fernando Karadima, me topé con percepciones minoritarias, como la del arriba firmante, que intuyen que la ausencia de voluntad del pontífice católico en esta materia es notoria.
Empezó convincente, si me preguntan, cuando en La Moneda dijo: “No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia”. Más todavía. Generó una reacción positiva inmediata. “Fue valiente”, dijo el presidente electo Sebastián Piñera. “La idea es que ahora la Iglesia vaya de los discursos a la acción y parta por pedirle a (el obispo) Barros en Osorno que dé un paso al costado. ¡O si no, serán solo palabras!”, dijo el presidente de la Cámara de Diputados, Fidel Espinoza. Fue el instante más aplaudido del discurso de diez minutos, dicho sea de paso.
Hasta que, ya saben, a la hora y pico de la potente frase, a través de la transmisión oficial de la misa que ofició el papa argentino en el Parque O’Higgins, apareció concelebrando a su lado el controvertido obispo de Osorno, Juan Barros, uno de los principales encubridores de Karadima. La decepción y la palpable incongruencia cayó entre los chilenos como un puñetazo en la boca del estómago, digamos.
Y ese hecho, evitable e innecesariamente provocador para la propia gente de Osorno, que se movilizó hasta la capital (dicha modesta ciudad queda a casi mil kilómetros de distancia), marcó la visita. Y la atmósfera que, por lo pronto, respiré en Santiago se vio enrarecida. Al punto que el periodista Joshua McElwee, del National Catholic Reporter, comentó que ese ambiente “no se había observado en ninguno de los otros 21 viajes” hechos por Bergoglio en sus casi cinco años de papado.
“Si las palabras de perdón, de dolor y de vergüenza no van acompañadas por acciones concretas, no valen nada”, dijo José Andrés Murillo en La Tercera. Y sobre la presencia de Barros al lado de Bergoglio, añadió: “No es solo una contradicción, sino una agresión sobre todo a la gente de Osorno”, a cuyos habitantes, todo hay que decirlo, el papa había llamado “tontos” e influenciados por los “zurdos”.
Pero lo peor ocurrió al final, en Iquique, antes de dejar Chile para venir al Perú. El pontífice católico respaldó con todo a Barros. “El día que me traigan una prueba, ahí veré. Todo es calumnia. ¿Está claro?”, dijo el papa, acremente, con fastidio, notoriamente mortificado. Sugiriendo que los denunciantes de Karadima, quienes siempre han identificado a Barros como un secuaz del párroco pederasta, fuesen unos mentirosos. Revictimizándolos una vez más.
Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo no se quedaron callados, pues, está claro, mudos no son en la lucha contra el abuso sexual y el encubrimiento y silenciamiento por parte de la institución católica.
Y le recordaron al papa en una conferencia de prensa todo lo que se sabe de Barros, y que es público. Porque, a ver. Juan Barros “sabía de los abusos”. Y no solo jamás denunció a Karadima, sino que ocultó evidencia que incriminaba al cura depredador. Es más. Hasta existe un texto escrito por el propio Francisco donde da cuenta de su perfecto conocimiento del Caso Barros. ¿Pueden creerlo? Se trata de una carta que dirige a la Conferencia Episcopal de Chile, en la que Jorge Bergoglio considera aceptar el retiro de Barros y de otros obispos vinculados a Karadima (Koljatic y Valenzuela, por citar un par) y enviarlo a un año sabático.
Entonces, ¿de qué hablamos? Como le escuché a alguien, Francisco se perdió la oportunidad de ser una buena persona. En lugar de remover a Barros debido a que sus feligreses no lo quieren, pues tienen fundadas sospechas de ser un cómplice de Karadima, lo defendió hasta el último minuto. Así las cosas, prefirió actuar como un arrogante Sumo Pontífice en lugar de actuar con honestidad y humildad.

FRANCISCO, EL DIABLO QUE TE NIEGAS A VER
Francisco es un encantador de serpientes. Un demagogo carismático, como son todos los demagogos de éxito. Hace sentido que, añadido el aura “divina” de su presidencia del catolicismo, tenga el poder de encandilar con palabras que sabe quieren oír. Lo que impresiona es cuán poco hace falta para que muchos “instruidos” relajen su pensar crítico de él porque “es buena onda”, “es simpático” o “cae bien”. ¿En serio allí se acaba el análisis que es pertinente hacer sobre una persona que detenta un considerable poder y que no necesariamente lo usa para lo que predica la letra de su Iglesia? Francisco no es solo una figura que irradia simpatías y empatías, que las irradia; Francisco es el presidente de la mayor y más longeva organización político-religiosa en la historia de la humanidad. Presidente más que Papa, porque el Vaticano es, para todo caso, un Estado; con política internacional, inversiones y sedes en todo el mundo, alianzas y peso político en muchos otros Estados nación. Seguro ayuda a mucha gente, a muchos necesitados, sobre todo necesitados de pertenencia y raíz, y necesitados de seguridad existencial. Gente que no puede vivir con la idea de que acabada esta vida, se acaba todo. O con la idea de que la vida no tiene causa intencionada, ni más sentido que el que cada cual elige darle. Gente a la que le da flojera pensar sus propios límites, vigilar su propia moral, o que simplemente le es más cómodo sentir que se plega a un canon de conducta heredado o porque así siente que, por lo menos, en intención de cumplir con ese canon ya tiene medio cielo ganado.
Hago un esfuerzo por entender a muchos de los católicos que conozco. La mayoría no son practicantes u ortodoxos. O vamos a decirlo de manera más exacta, son, en términos espirituales, hipócritas. Gente que deposita su idea de espiritualidad en la idea de la iglesia y sus preceptos y teoría moral. Y digo deposita y no despliega a propósito, porque gran parte de ese tipo de católicos que conozco no suelen desplegar una comprometida espiritualidad sino tan solo un amago, un protocolo de lo espiritual con el que sienten que cumplen tan solo al pertenecer de palabra a una tradicional, antigua, monolítica y masiva institución transnacional como el catolicismo. Hay quienes se plegan a la iglesia por necesidad de creer en algo superior, estable, eterno; todo lo contrario al caos que nos plantea la existencia y no están dispuestos a renunciar a esta terapia existencial, por más evidencias de graves contradicciones en su iglesia.
Yo quería en este artículo abordar el tema de la disonancia cognitiva como un modo de explicar la contradicción de los católicos que, viendo a Francisco y sometiéndose a su carisma, ensayan explicaciones para salvar su propia fe del oprobio en el que tendría que caer si tomara en cuenta la inundación de evidencias de encubrimiento y protección de miles de pederastas en su Iglesia. Ensayan creencias del tipo: las cosas buenas que la Iglesia hace son mayores; son seres humanos que también pecan; por unos pocos pecadores no se puede mal juzgar a la toda la institución. Me intriga observar cómo es que para seguir acomodados en su estado de declarados católicos, acomodan en sus cabezas las evidencias de la pederastia eclesiástica para relativizarlas o descreerlas; tal como acaba de hacer Francisco al ser increpado por su respaldo a Barros en Chile, conocido encubridor de pedófilos clericales. Francisco ha dicho que no hay pruebas, que son calumnias. En otras palabras, que no le cree a las víctimas porque no pueden enseñar sus heridas físicas en público.
Pero la disonancia cognitiva, creo, no aplica porque no es que estos católicos acomoden sus creencias para armonizar creencias o valores contradictorios, sino que lo hacen por conveniencia, consciente y cínica y muy primariamente egoísta de no abandonar una zona de confort. ¿Qué tendría que hacer un católico que no soporte pertenecer a una iglesia que no solo protege inmoral e ilegalmente a los pervertidos sino que hasta echa dudas sobre las sufridas víctimas y de desproteger a las víctimas potenciales? Pues ese católico rompería con su iglesia y buscaría una forma de reconducir su espiritualidad de manera más consecuente y limpia. Pero claro, es un tremendo trabajo de búsqueda que no muchos están dispuestos a emprender. El caso del presidente Francisco es pura demagogia política. El día que se llegue a saber la verdadera envergadura de las violaciones de curas a niños y del abominable encubrimiento del Vaticano, será un cisma. Mientras tanto, el argumento mayor que internamente se esgrime es que el diablo es el que opera, tentando a sus mejores pastores, y que entregarlos sería darle el gusto al diablo. Tremenda falacia. Tremenda petición de principio. Encubrir al diablo, eso es lo más diabólico.

LA UNCIÓN A PPK
La visita del Papa acaba hoy en Perú, entre mensajes de paz, de esperanza, de toma de conciencia y de comparaciones en la presencia de fieles en las visitas a los países vecinos. Teniendo a Chile como la visita menos auspiciosa en donde se prepararon espacios para recibir a medio millón de personas y solo fueron 200 mil, sumado a las protestas e incidentes con las iglesias, con una reducción de creyentes del 75% hace unos años a tan solo 43% en la actualidad. En cambio, Perú fue la otra cara de la moneda en la región: calles y plazas abarrotadas, con un sólido 82% de creyentes, duros, inamovibles, que nos ratifican como un país sumamente religioso. A simple vista esto llama un poco la atención, ¿cierto? Claro que sí. Chilenos impíos, arderán en la hoguera. Sin embargo, el ciudadano chileno lee entre 5 a 6 libros al año, mientras que nosotros solo entre 1 y 2, quizá ahí esté un poco la explicación inversamente proporcional al “milagro” peruano. Solo la verdad nos hará libres.
En fin, en cuanto al tema político, tal parece que la bendición del Papa Francisco no durará mucho, pues, al gobierno se le vienen más marchas contra el indulto y el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos con la posibilidad latente de revocarlo, una nueva huelga de los maestros, la radicalización de los agricultores, las lluvias, las declaraciones de Jorge Barata, la presentación de una nueva moción de vacancia y demás peregrinaciones que le tocará sortear como mejor pueda, ya que al fujimorismo (su supuesta tabla de salvación post liberación del chino) no le dan muchas ganas de querer redimirlo y lo dejarán ahí, sin necesidad de hacer nada, solo les basta ponerse de costado para mirar cómo termina de agonizar. Esta situación de desahucio ha llevado a que el ministro de Educación Idel Vexler (quien ha paralizado la reforma educativa y pretende desactivar la Sunedu porque no comulga con ella) desde el oscurantismo tenga negociaciones bajo la mesa con el dirigente sindical Pedro Castillo, vinculado a Sendero.  Lamentablemente el único logro a resaltar que tendrá el pésimo gobierno de Pedro Pablo Kuczynski es el de haber ganado tiempo para sobrevivir de cualquier manera y a como dé lugar hasta el todavía lejano 2021. No esperemos nada más. Que Dios nos ayude.