lunes, 25 de noviembre de 2013

LA VIDA NO TIENE PRECIO. Luiz Inácio Lula Da Silva.

En todo el mundo, tanto en países ricos, en desarrollo o pobres, el acceso a tratamientos médicos más avanzados es un reto cada vez mayor. La mayoría de los enfermos no recibe los beneficios de los medicamentos más modernos, que podrían curarlos o al menos prolongar sus vidas, debido al elevado precio de los nuevos remedios.
La cuestión no es si existe cura para determinadas enfermedades –ya en muchos casos la hay– sino saber si se puede pagar la cuenta del tratamiento. Millones de personas se encuentran hoy en esa situación dramática, desesperante: saben que existe un medicamento que puede salvarlas y aliviar su padecimiento, pero no pueden adquirirlo, a causa de su costo prohibitivo.
Allí una frustrante y deshumana contradicción entre formidables descubrimientos científicos y su uso restrictivo, excluyente.
Por un lado, tenemos a las empresas farmacéuticas, que desarrollan nuevos fármacos, realizando inversiones significativas y llevando a cabo ensayos clínicos sofisticados y onerosos. Por el otro, tenemos a las fuentes financiadoras de los tratamientos médicos: gobiernos, en los sistemas públicos, y las empresas de seguros médicos, en el sector privado. Y, en el centro de todo, el paciente, luchando por la vida con todas sus fuerzas, pero sin condiciones de pagar para sobrevivir.
El problema existe en Estados Unidos, donde el presidente Barack Obama libra hace años una batalla contra la oposición conservadora para ampliar la cobertura de la asistencia médica a millones de estadounidenses pobres; en Europa, donde hasta en países ricos el sistema público muchas veces no logra garantizar pleno acceso a los nuevos medicamentos; en Brasil, donde el gobierno necesita cada vez más recursos para comprar los medicamentos que posteriormente entrega gratuitamente, inclusive algunos de nueva generación; y en África, donde el VIH afecta millones, al tiempo que enfermedades tropicales, que podrían evitarse fácilmente, como la malaria, siguen cobrando muchas vidas y han dejado de ser prioridad para los grandes laboratorios.
Un video de Tailandia, divulgado en la Internet, ha emocionado al mundo al mostrar el drama de un chico pobre que tiene que robar para conseguir las medicinas para su mamá, y el de una joven que tiene que pagar cuentas astronómicas de hospital para salvar a su padre.
Conozco muy de cerca el drama de tener seres queridos que no han recibido un tratamiento de salud digno. En 1970 perdí a mi primera esposa y a mi primer hijo en una cirugía de parto, por la deficiente atención que recibieron en el hospital. Los años siguientes, de luto y dolor, fueron de los más difíciles de mi vida. Por otro lado, en 2011, ya como ex presidente, enfrenté y superé un cáncer gracias a los modernos recursos de un hospital de primera, cubierto por mi seguro médico particular. El tratamiento fue prolongado y doloroso, pero la competencia y atención de los médicos, y el uso de medicamentos de punta, me permitieron vencer el tumor.
Resulta fácil ver a las empresas farmacéuticas como villanas en este proceso, pero eso no resuelve la cuestión. Casi siempre son empresas de capital abierto, que se financian a través de la cotización de sus acciones en las bolsas de valores, y compiten con otras corporaciones, de diversos sectores económicos, para financiar los crecientes costos de la investigación de nuevos fármacos y sus respectivos ensayos. El principal atractivo que le ofrecen a los inversionistas es la rentabilidad, aunque esta entre en conflicto con las necesidades de los enfermos.
Para dar el retorno pretendido, antes que la patente expire, el nuevo fármaco se vende a precios que están totalmente fuera del alcance de la mayoría de las personas. Hay tratamientos contra el cáncer, por ejemplo, que llegan a costar 40 mil dólares cada aplicación. Y, al contrario de lo que podría imaginarse, la competencia no está favoreciendo la reducción gradual de los precios, cada vez más elevados cuando se desarrolla un fármaco nuevo. A causa de ese modelo, guiado por las ganancias, las empresas farmacéuticas priorizan estudios sobre enfermedades que generan mayor retorno financiero.
El alto costo de esos tratamientos hace que seguros médicos busquen justificaciones para impedir el acceso a los mismos y gestores de sistemas públicos de salud enfrenten, en función de los recursos finitos de que disponen, un dilema: mejorar el sistema de salud como un todo, basado en niveles medianos de calidad, o priorizar el acceso a los tratamientos de punta, que muchas veces son precisamente los que pueden salvar vidas.
El precio absurdo de los nuevos medicamentos ha impedido desarrollar la economía de escala: en lugar de que pocos paguen mucho, los fármacos tendrían retorno –y serían mucho más útiles– si más personas tuvieran acceso a ellos.
Obviamente la solución no es fácil, pero no podemos conformarnos con esa situación que tiende a agravarse en la medida en que cada vez más personas reivindican, con toda razón, democratizar el acceso a los nuevos medicamentos. ¿Quién, en su sano juicio, dejará de luchar por adquirir el mejor tratamiento para curar a su padre, su madre, su cónyuge o su hijo, especialmente si esa enfermedad provoca grandes sufrimientos y riesgos para la vida?
Se trata de un problema tan grave y de tal impacto en la vida (o en la muerte) de millones de personas, que los gobiernos y organismos internacionales debieran prestarle especial atención, y no solo las agencias nacionales de sanidad. En mi opinión, no puede seguir tratándose como una cuestión meramente técnica o de mercado. Debemos transformarla en una verdadera cuestión política, movilizando las mejores energías de los sectores implicados, así como de otros actores sociales y económicos, para abordarlo de una forma nueva, que sea viable para quien produce los medicamentos y, al mismo tiempo, asequible para todos los que los necesiten.
Actualmente no desempeño ningún cargo público, hablo aquí como cualquier ciudadano que se preocupa con el sufrimiento innecesario de numerosas personas. Considero, sin embargo, que un reto político y moral de esa envergadura debería ser objeto de una conferencia internacional convocada por la Organización Mundial de la Salud, en la que las diversas partes interesadas discutan abiertamente cómo compartir los costos de la investigación científica e industrial con el objetivo de reducir el precio del producto final, poniéndolo al alcance de todos los que lo requieren.
No restan dudas de que deben tenerse en cuenta los intereses de todos los sectores vinculados a la medicina avanzada. Pero la decisión entre la vida y la muerte no debe depender del precio.

DELFINES.Odisea.


El Perú no es el único lugar del mundo donde se exterminan delfines. Se hace lo mismo en Japón, Dinamarca y en otros países. Se ataca así a una especie que, según la ciencia, tiene una inteligencia notable y una conexión peculiar y ancestral con el ser humano.
Texto: Ramiro Escobar La Cruz

No siempre somos tan malos con ellos. El 11 de enero de este año, en una playa de Kona, al noroeste de la ‘Isla Grande’ de Hawái (la más grande de todas), el instructor de buzos Keller Laros se dio cuenta de que un delfín venía hacia él y el grupo con el que estaba. Pronto, se dio cuenta de que el animal llevaba una línea de pescar con un anzuelo enganchado en una aleta.
Estaba pidiendo ayuda. En los siguientes 8 minutos, se dejó manipular para que le saquen el anzuelo, e incluso volvió donde los humanos tras salir a la superficie para respirar (los delfines requieren hacerlo cada cierto tiempo). El cetáceo se mostró amigable, dócil y se fue cuando los buceadores lograron sacarle al menos una parte del adminículo que lo dañaba.
Ese otro amigo del hombre…
Episodios como estos han sido reportados no desde que existen la televisión o el internet, sino desde hace siglos, por humanos de diversas latitudes. En la mitología de distintas culturas, la figura de estos mamíferos marinos aparece con fuerza. Los griegos, por ejemplo, los tenían por animales sagrados, al punto que los dioses condenaban la agresión contra ellos.
Incluso, Odiseo (Ulises), uno de los mayores héroes de la Grecia antigua, llevaba en su escudo un delfín, debido a que Telémaco, su hijo, fue salvado de morir ahogado por una de esas criaturas. La propia palabra ‘delfín’ está asociada al legendario Oráculo de Delfos, el lugar donde se rendía culto al dios Apolo, que alguna vez se habría convertido en un delfín.
En nuestra Amazonía, se cree que el delfín rosado (Iania geoffrensis) es capaz de convertirse en hombre, para seducir a las mujeres, o en una mujer que hunde a los viajeros en las profundidades del agua. Para los mapuches de Chile, el cahuelche es un animal mítico, muy inteligente, que habitaría en el mar, y que es como un ‘delfín negro’ (Cephalorhynchus eutropia).
El vínculo con los delfines es tan antiguo que una vez Jacques Costeau, el notable oceanógrafo francés, dijo que probablemente los hombres del siglo XX estábamos descubriendo hoy, en los delfines, “un secreto que para nuestros antepasados no era tal”. A lo largo de los siglos, este animal noble ha dado ingentes muestras de una cercanía tierna y espectacular.
‘Pelorus Jack’, por citar otro caso, fue un famoso delfín que vivió en los mares de Nueva Zelanda entre los años 1888 y 1912, y que era conocido por los viajeros de barco de esa época, a quienes saludaba y hasta supuestamente advertía de los peligros. Más recientemente, la cantidad de historias de náufragos, tablistas o buzos salvados por delfines es abundante.
Una de ellas es la del ‘balserito’ cubano Elián González, quien fue el único sobreviviente de un barco lleno de cubanos hundido en el Caribe en 1999. Cuando se aferraba a una cámara de auto en el mar agitado, un grupo de delfines lo habría protegido, hasta que lo encontraron unos pescadores. La historia la contó su tío abuelo, llamado, curiosamente, Delfín González…
Enemigos íntimos
Pero así como este animal ha sido objeto de elogios y sagas heroicas, también ha sido y es blanco de ataques, masivos y mortales, por parte de una de sus mayores amenazas: el hombre. La matanza denunciada por la ONG Mundo Azul en nuestro país, que afecta al parecer a una de las cerca de 35 especies de delfines (Lagenorhynchus oscuros), no es la única.
Uno de los lugares que, hace años, está en la mira de los ambientalistas mundiales, y las autoridades, es Taiji, un puerto ubicado al sureste de Japón, donde anualmente se cazan cientos de delfines ‘cabeza de melón’ (Peponocephala electra). Anualmente, se capturan un promedio de 2 mil ejemplares de esta especie, de una manera que ante el mundo luce despiadada.
Los pescadores rodean a los delfines, los acercan a la costa, los hacen varar y allí comienzan a dar cuenta de ellos con arpones o machetes, lo que produce el tenebroso espectáculo de una caza profusa, que llena los botes de delfines y el mar de sangre. Los habitantes del puerto se defienden diciendo que es parte de su sustento, pero las condenas vienen todos los años.
Lo peor de todo es que, desde 1970, más de un estudio arroja la presencia de mercurio –un metal pesado dañino para la salud humana– en estos delfines, por lo que el consumo de su carne es riesgoso. Como explica Stefan Austermuhle de Mundo Azul, el hecho de que este animal esté en el tope de la cadena alimenticia hace que “acumule alta cantidad de estas sustancias”.
En las islas Feroe, ubicadas en el Atlántico Norte, que constituyen un país autónomo dentro de Dinamarca, también se produce todos los años un ataque antrópico (humano) contra otra especie de delfines. En este caso, se trata de los calderones o ballenas piloto (Globicephala melo), que son ultimados en masa, justo cuando va a comenzar la primavera en esa región.
La matanza se lleva anualmente no menos de 1.000 de estos cetáceos, con el fin, según los feroeses, de utilizar su carne, su aceite, su piel. La tradición lleva más de 1.200 años y es muy difícil de erradicar, aun cuando también acá se presume de la presencia de mercurio en la carne. Como las islas no forman parte de la Unión Europea, la regulación es impracticable.
Delfines y delfines
De acuerdo a Yuri Hooker, biólogo de la Universidad Cayetano Heredia, existen 9 hotspots (‘puntos calientes’) de diversidad de cetáceos a nivel mundial, de los que 8 están en aguas templadas y solo uno en aguas tropicales. De allí, el peligro de la matanza de delfines en nuestras costas, pero también la amenaza global sobre la mágica especie.
Contrariamente a lo que se suele creer, además, la presencia de delfines en acuarios, hoteles u otros espectáculos no es un expediente feliz para estos seres vivos. La especie más usada en estos escenarios es el ‘delfín nariz de botella’ (Tursiops truncatus), considerado uno de los más inteligentes, y que dio vida a Flipper, el archiconocido cetáceo televisivo de los 70.
Eran varios Flipper, en realidad, acaso para decepción de quienes lo adoraban en esa época y hasta en tiempos recientes. Es más: Ric O’Barry, el guardián de estos delfines cautivos, años más tarde se convirtió en defensor de la especie, al comprobar que el personaje contribuyó a  estimular la caza con fines comerciales. Ahora lucha contra las matanzas en Taiji.
La mayoría de delfines, pero especialmente el ‘nariz de botella’ como apunta Austermuhle, son increíblemente inteligentes. Tienen un cerebro bastante grande en relación con su cuerpo, de más de 1.200 gramos de peso (el del hombre pesa unos 1.000 gramos).
Pueden rodear a un compañero moribundo, reconocerse por sonidos (como si se llamaran por su nombre) y, lo más sorprendente, hasta heredar a sus descendientes una rudimentaria forma de ‘cultura’. El año pasado, científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) descubrieron que esta especie aprendió a proteger su nariz, cuando caza, con una esponja.
La innovación, dada a conocer por la BBC de Londres, estableció que la práctica surgió hace unos 180 años y fue reproducida por las sucesivas generaciones. Con todo, la ‘inteligencia’ de los delfines no alcanzaría para otras situaciones, como zafarse fácilmente de las redes de pesca, por lo que los chimpancés seguirían compitiendo en este torneo de neuronas.
El amor y la libertad
El punto más alto del vínculo humano-delfín lo puso en escena Malcolm Brenner, un norteamericano de Florida que confesó haber tenido, en 1970 y por 9 meses, una ‘novia’ delfín. Contó su romance con detalles en el 2010, en su novela Wet Goddess (‘Diosa mojada’), un libro que causó simpatías ciudadanas y no pocos rechazos científicos.
Porque ni la delfino-terapia ni los acuarios parecen la mejor manera de relacionarnos con esta especie, a la que deberíamos querer no en cautividad, para nuestros gustos, sino en libertad.
Para que nade por los mares, con su generosidad de siempre, salvándonos de naufragios y otras penas, a pesar de que, a veces, nosotros le devolvamos el favor con una crueldad sin nombre.



HENRY PEASE. Entrevista


Henry Pease. Ex presidente del Congreso y parlamentario de 1992 al 2006. Fue candidato presidencial por Izquierda Unida en 1990 y teniente alcalde de Alfonso Barrantes en la Municipalidad de Lima (1984-1986). Sociólogo. Director de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la PUCP.

Es noche de Halloween y el tráfico en Lima es verdaderamente monstruoso. Es como si todo el mundo participara de la vorágine de esta fiesta llena de tipos disfrazados. El propio Henry Pease cuenta que le regaló un par de calcetines a su nieto para que se hiciera un traje de momia. Fue un error, dice. Aquellas prendas eran parte del tratamiento que recibe para combatir la diabetes. Igual, ya es tarde para lamentos. Pease procura acomodarse para conversar, le acaban de cortar el pelo, pero no han tocado mucho de esa barba que otro de sus nietos le pidió que se dejara. En fechas como esta, la apariencia es lo que importa.
Vi que está dando clases por Skype, la tecnología es su compañera de estos días.
(Sonríe). He tenido que pasar unos diez días con las piernas en alto, como ahora, por un cuadro diabético. La semana pasada ya había tenido otro problema, entonces me dije: "No puedo faltar. Nos conectamos". Me traje a la casa a uno de los muchachos egresados de Ciencias Políticas, que me apoyó acá, con la computadora. Otro alumno de estudios generales me apoyó allá. Y otra profesora me ayudó con el orden de la clase, porque eran 65 muchachos. Es la primera vez que se dicta así en estudios generales, en facultad se usa más.
Pero en general, usted es una persona que usa mucho la tecnología. Parte de su último libro la escribió en un Ipad.  Sí, en este (muestra el aparato, que guarda en una funda negra). Con esta maquinita no solo hice el libro, al mismo tiempo dirigí el plan de desarrollo concertado de Lima, lo que me llevó a reunirme con cada uno de los alcaldes distritales de Lima (son cuarenta), el único que no me recibió fue el alcalde de Chorrillos, y eso que me dio cita a las cinco de la mañana, creo que a esa hora no funciona el Estado (se ríe).
Y así como maneja estas herramientas, hay otras formas de expresión que ha ido dejando. Entiendo, por ejemplo, que ya no va al cine, desde el 90.  
(Se pone serio). Nunca fui muy aficionado, aunque con mi esposa íbamos todos los viernes.
Cuando ella murió dejé de hacerlo. Solo una vez vinieron unos muchachos que habían participado de la campaña del 90, quedaron con mis hijas en que me llevaban amarrado al cine, sí o sí. Fuimos a ver una película japonesa muy bonita, pero ya no recuerdo el nombre. Mire, uno se adapta a la vida como puede.
Hablemos de otros medios. Ya no tiene su columna en El Comercio, ya no participa del debate público, ¿cómo se siente con ello?
Bueno, con la cantidad de cosas que tengo que hacer no tengo tiempo ni para preocuparme ni deprimirme. El debate público es una prioridad en algunos momentos, pero en este momento mi prioridad son mis alumnos, de estudios generales, de maestría y de doctorado. Y también tengo un blog, y ahora estaba viendo que lo último que colgué fue mi carta a El Comercio...
Hablemos de esa carta. Cuando le escribió a Francisco Miró Quesada para decirle que ya no sería colaborador de El Comercio, le expresó también su preocupación por la compra de la mayoría de acciones de Epensa, ¿por qué?
A ver, Paco (Francisco Miró Quesada) es un gran amigo, de muchos años, es de la misma especialidad que yo: politólogo. Pero para mí, la opción es muy clara. Yo, no ahora, a lo largo de toda mi vida, he visto lo que significa la concentración de medios y las dificultades que deja al ejercicio de la libertad de expresión. Yo pongo un ejemplo, para que no digan que estoy hablando de hoy, yo fui candidato de Izquierda Unida (a la presidencia, en el 90), y no van a encontrar ni un solo spot que haya podido difundir. Igual obtuve medio millón de votos. La pregunta es, ¿cómo se pudo hacer esa candidatura sin presencia de medios? Recorrimos todo el país, fue una campaña cuerpo a cuerpo, sin medios. Ahora, hay una cosa clave en lo que estamos discutiendo. El Perú es una sociedad muy desigual. Si la política no tiene un escenario mínimo que nos haga iguales, el régimen democrático no es posible. Y cuando se discute en el Perú, un tema que es crucial como la libertad de prensa, no podemos permitir que se concentre en pocas manos. Es un problema de generar condiciones para la competencia. Y no puedo separar el problema editorial del problema económico o del problema político. En política las fusiones se dan naturalmente. Solo evaluemos cómo fue la participación de los medios en la campaña del 2011.
Ya, pero a este asunto de la compra de Epensa solo se le quiere dar un enfoque comercial. Se dice: "Yo compro las acciones de este grupo porque soy exitoso y el mercado lo permite".
A ver, yo le respondo con la Constitución en la mano. El único monopolio expresamente prohibido en la Constitución es el de medios de comunicación.
Habla del artículo 61.
Sí, que está ubicado en el régimen económico de la Constitución, donde se habla de libre competencia. Dice: "la prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expresión y comunicación social, y en general las empresas y los bienes relacionados con la libertad de expresión, no pueden ser objeto de exclusividad, monopolio o acaparamiento". Esta es una norma expresa de la Constitución. Y me parece en este momento que el camino de ir al Tribunal Constitucional (para revisar este tema) es mejor que una ley.
Aunque hay quienes dicen que puede estudiarse una norma que ponga topes a la participación en el negocio de los medios.
Puede llegarse a eso, no tengo duda. Pero el primer paso es la interpretación constitucional. Yo sé que muchos dicen que respecto de los medios "la mejor ley es la que no existe", yo no comparto ese criterio, pero también sé que nuestras leyes son malas. A lo mejor la interpretación constitucional abre un debate sobre este tema, que en este momento no se está dando.
Con lo que acaba de decir lo van a llamar estatista.
Pues sería un error, la regulación no es lo que origina el término estatismo. El uso del término se origina, en nuestra historia, por la aparición del Estado empresario, que desplaza y reemplaza a la empresa privada. La regulación es parte de todo Estado, en todas épocas. Más bien, a veces la no regulación es una manera de regular, es una manera de dejar la balanza inclinada para un lado. No olvidemos que el mercado no es ni nació para ser perfecto.
¿Conoce al ex presidente del Consejo de Ministros, a Juan Jiménez?
Sí, me parece que ha sido un buen segundo de a bordo. En general, mi opinión es que el premier no marca el régimen, es el presidente el que conduce el gobierno. El premier no es el jefe de los otros ministros, lo es el presidente.
¿Y qué piensa de este cambio? Sale un hombre del derecho, formado en la defensa de los derechos humanos, y entra un gestor como César Villanueva.
Él tiene una experiencia política muy interesante, incluso antes de llegar a la presidencia de San Martín. Ha trabajado antes en el mundo de las ONG, en proyectos de desarrollo y luego ha entrado a un gobierno regional, que tiene todo por hacer, que está construyendo en un territorio que en gran parte no estaba cubierto por la acción pública. Tengo una buena opinión de él, pero –le reitero– yo no creo que el premier defina un cambio de rumbo. Entiendo que la política tiene algo de escena y de engaño, pero el que tiene el manejo del Ejecutivo es el presidente.
Vamos a su experiencia como congresista. Estuvo tres años en la Mesa Directiva del Congreso, durante el toledismo, uno como presidente del Parlamento...
No, el primer año fue primer vicepresidente, el segundo año estuve en la Comisión de Constitución y en el 2003-2004 fui elegido presidente del Congreso...
***
Llevamos cuarenta minutos de conversación. Es una puesta en escena distinta. El mal que acompaña a Pease también es parte de nuestro diálogo. En el sillón que usa para despachar tiene las piernas levantadas, en realidad está más echado que sentado. A los aparatos tecnológicos que usa para estar comunicado y a la pantalla gigante de su computadora, que le cedió su hija diseñadora, se suma el bastón que lleva siempre a sus clases de la PUCP.
Me cuenta un episodio de su presidencia en el Congreso, cuando el Apra presentó una moción de vacancia contra Alejandro Toledo, horas después de que diera por concluida la legislatura que encabezó. Hubo que ir a Palacio para resolver esa situación. Siempre con prisa, siempre con apremios. El de Toledo fue un gobierno accidentado al que hubo que defender más de una vez.
¿Usted podría defender a Toledo con la misma convicción con la que lo hizo en la Mesa Directiva?
Primero, yo siempre he defendido las instituciones y luego a las personas. La presidencia es una institución central de la política peruana y yo creo que históricamente la presidencia de Toledo ha dejado una serie de elementos muy positivos. Es un gobierno que tuvo mil tentaciones de usar vías autoritarias y no lo hizo. Pero, al mismo tiempo, fue un gobierno improvisado para una situación improvisada. Los gobiernos entraron en su peor crisis antes del 2000, y después salió lo que pudo salir.
¿Esta descripción que usa no se puede aplicar a Alejandro Toledo? ¿Lo del 2001 no fue un gobierno improvisado con un líder improvisado?
Yo creo que él tiene elementos de liderazgo que los ejerció muy bien en las elecciones del 2000.
¿Y ahora cómo lo ve?
Lo veo mal. Por todo lo que se ve en los medios. Pero también creo que hay un exceso en las formas. Hay que deslindar el campo privado del público. Veamos, ¿está lavando dinero? Yo no conozco de ningún gobernante que después de siete años de haber gobernado pueda lavar algo.
De acuerdo, no hay evidencia de lavado, pero hay una serie de contradicciones para explicar una compra de inmuebles.
Y pueden haber más contradicciones, cosas que no comparto. Lo que creo es que hay un manejo inadecuado de lo que es la investigación y la fiscalización. Ahora hay jueces que declaran. Domingo García Rada decía: "El juez habla en la sentencia". Pero ahora no, ahora todos se mandan, eso no se veía en los sesenta, ni fiscales ni jueces.
Pero no es mejor que se exponga todo, que se lancen todas las conjeturas.
Yo no voy a restringir ni proponer que se restrinja eso, pero también creo en los mecanismos de autocontrol.
¿Dirigió la ONG Desco entre el 73 y el 82?
Sí, exactamente.
Estaba leyendo una entrevista que le dio a Alberto Adrianzén para su libro Apogeo y Crisis de la Izquierda, en la que usted dice que lograr consensos en la Asamblea de Desco, donde había militantes de las diferentes fuerzas de izquierda, le hizo pensar que una confluencia entre esas tendencias era posible, ¿diría que una ONG como Desco fue el embrión de lo que se convirtió en Izquierda Unida?
Desco fue escuela en muchas cosas. No solamente en eso, también en sus programas de campo, en sus programas rurales y en pueblos jóvenes. Llegamos a publicar un libro cada mes. Y sí, es cierto que estaban presentes varias partes de la izquierda de los 80, pero había muchos más que no tenían militancia, y eran personas con una capacidad creativa muy consistente. Y sí, nosotros tuvimos mucho que discutir y que confrontar, pero yo no entiendo la democracia sin negociación. Y cuando alguien como Fujimori, que no tiene nada de demócrata, nos dice: "Toda negociación es un pacto bajo la mesa", yo digo NO. Uno negocia discutiendo. El debate público y periodístico debe ser eso, pero no lo es. A la primera te dicen chavista. Hoy te dicen chavista, como antes te decían senderista o comunista, o aprista, todo para sacarte de la escena.
¿Qué era más fácil de mantener cohesionado? ¿A Desco o a la Izquierda Unida?
Bueno, yo no pude aspirar nunca a tener ese rol, el de mantener la cohesión, ese rol lo tuvo Alfonso Barrantes, y en mi opinión ese rol se acabó en junio de 1987, cuando él renunció a la presidencia de Izquierda Unida, entre muchas contradicciones internas, sí. Todos los actores tenemos nuestra parte de responsabilidad.
¿El fin de Izquierda Unida fue el fin de su amistad con Alfonso Barrantes?
No, yo lo seguí viendo. Pero es muy claro, y además lo dijo varias veces, que él vinculaba una cosa con la otra. Por lo tanto mi relación se enfrió desde fines del 86, cuando antes de salir del municipio me dijo: "Oye, Henry, un amigo me ha dicho que yo soy el dueño de los votos de la izquierda, ¿tú que piensas?". Yo le contesté: "Tu amigo está muy equivocado, y tú también, el día que desaparezca Izquierda Unida, cualquier tonto –usé otra palabra que no puedo repetir– saca más votos que tú". Yo fui ese tonto.
Porque usted compitió con él en las presidenciales del 90.
En verdad yo quise ser candidato a la alcaldía (en 1989), pero me malograron esa campaña.
Siempre dice que Barrantes era el líder de la unidad en la izquierda. Más que un mérito, ¿aquello no era una deficiencia? Dependían de un caudillo.
Es que Barrantes fue el único que le dio a la izquierda una talla de masas. Su comunicación con la ciudadanía evidentemente era central, pero también es cierto que la ciudadanía no solo seguía eso, sino mire las cifras electorales. Yo, un desconocido, saqué un porcentaje mayor que él (en las elecciones del 90).
¿A la izquierda actual también le falta un líder que tenga arrastre?
En política, en todas las experiencia democráticas, los líderes principales catalizan todo lo demás. No se puede pensar la política como un aparato sin cabeza, sin líderes. Y no han surgido nuevos líderes, dónde están, por qué no son conocidos.
¿Votó por Fujimori en la segunda vuelta del 90?
Sí. Pero me fui del país.
Es curioso, porque he leído que antes de jurar al cargo Fujimori tuvo tiempo de ofrecerle el Ministerio de Educación.
Sí, yo volví. Alrededor del 17 de julio, me pidió conversar en el Círculo Militar. Me ofreció ser ministro de Educación, y me hubiera gustado porque mi padre tuvo el mismo cargo. Le respondí que me invitaba a un barco, pero que no me decía para dónde iba, que lo que definía el rumbo era Economía y Defensa. Lo que me respondió sobre economía era una generalidad y lo que dijo sobre defensa fue más simplón todavía. Le dije que no.

viernes, 22 de noviembre de 2013

CAPERUCITA ROJA.Orígenes. Otros cuentos.

Científicos estudian origen y evolución de "La Caperucita Roja"

Una comediante lee un cuento de los hermanos Grimm en un parque temático el 13 de julio de 2006 en Ribeauvillé, Francia



miércoles, 20 de noviembre de 2013

DERECHOS DEL NIÑO


Por qué EE.UU. se niega a ratificar la Convención de los Derechos del Niño

Uno de los tratados internacionales de derechos humanos más ratificados de la historia tiene sólo tres países que no le han dado el visto bueno final. Somalia y Sudán del Sur son dos de ellos. El tercero es Estados Unidos.
El tratado en cuestión es la Convención sobre los Derechos del Niño, que fue adoptado por Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y establece los derechos básicos para los menores de 18 años: desde la protección de cualquier forma de violencia hasta el respeto de sus visiones, pasando por la libertad religiosa y el acceso a la información.
Más de 190 países forman parte de la convención y aunque Estados Unidos la firmó en 1995, nunca la ha enviado al Senado para que sea ratificada. Eso quiere decir que si bien respalda los derechos descritos en el documento, no está comprometido legalmente a acatarlos.
Para averiguar por qué el país se rehúsa a seguir el camino de casi todo el mundo, BBC Mundo contactó al Departamento de Estado en Washington, al Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), a una organización no gubernamental que apoya la ratificación y a una entidad que se opone a ella.

Cuestión de soberanía

La posición de Unicef

niño tras aviso de Unicef
BBC Mundo habló con Susan Bissell, directora de la sección de protección infantil en Unicef, para preguntar por la postura de esta agencia de la ONU sobre la no ratificación de Estados Unidos.
Si bien Bissell entendiblemente no discutió las razones particulares de la negativa estadounidense, sí dijo que la ratificación "sería una declaración inmensa".
"No puedo pensar en nada más importante que ver a EE.UU. y a cualquier otro país ratificar este tratado".
Bissell hace énfasis en que Washington sí ha ratificado dos protocolos adicionales de la Convención y dice que esto es "muy positivo". Los dos protocolos se refieren a los menores en conflictos armados y a la prostitución, pornografía y venta de menores.
"El hecho de que EE.UU. ha ratificado estos dos protocolos los ha convertido en un defensor global más creíble para la protección de los derechos de los niños en estas dos circunstancias específicas".
"Y esto es algo realmente bueno".
Si bien hoy Estados Unidos llama la atención por la imposibilidad de ratificar la Convención, el país fue uno de los más activos durante las negociaciones que llevaron a la adopción de la misma, apenas 11 días después de la caída del Muro de Berlín.
Washington también la firmó (durante la administración del gobierno de Bill Clinton) y aún la considera positiva.
Un funcionario del Departamento de Estado le envió a BBC Mundo una declaración escrita en la que asegura que "la administración apoya las metas de este importante tratado de derechos humanos, a saber, la protección del bienestar de los niños".
Pero hasta ahí llega el apoyo, pues ningún presidente estadounidense -demócrata o republicano- la ha enviado para su ratificación al Senado, donde el listón es alto: se necesita una mayoría de dos tercios para su aprobación, el mismo estándar necesario para cambiar la Constitución.
Y si bien el presidente Barack Obama dijo en 2008 que su gobierno la revisaría, el tema no ha cambiado. Según el funcionario del Departamento de Estado, ahora hay "desafíos domésticos de implementación", así como otros instrumentos de derechos humanos cuya ratificación es una "prioridad para la administración". El Departamento de Estado se negó a darle a BBC Mundo una entrevista para ahondar en estos argumentos.
La decisión del gobierno de no ratificar el documento alimenta una tendencia según la cual Estados Unidos es reacio a adoptar tratados de derechos humanos. En muchos casos participa activamente en su elaboración, pero luego duda en las últimas instancias, como le explicó a BBC Mundo Jonathan Todres, profesor de la Universidad Estatal de Georgia especializado en derechos infantiles.

Relaciones familiares más íntimas

Steven Groves es un investigador de la Fundación Heritage, un centro de estudios conservador en el que él lidera un proyecto para "proteger y preservar la soberanía estadounidense, la gobernanza con autonomía y la independencia". Como tal, se opone a la Convención.

La Convención en breve

niña con muñeca
  • La Convención define los derechos humanos básicos de los menores en todas partes.
  • Algunos de esos derechos son el derecho a la supervivencia, al desarrollo pleno, a la protección contra influencias peligrosas, y a la plena participación en la vida familiar, cultural y social.
  • Los cuatro principios fundamentales de la Convención son la no discriminación; la dedicación al interés superior del niño; el derecho a la vida, la supervivencia y desarrollo; y el respeto por los puntos de vista del niño.
  • La Convención reconoce expresamente que la función principal en la educación de los niños recae en sus padres.
Fuente: Unicef
Le dice a BBC Mundo que los temas relacionados con los niños han recaído tradicionalmente sobre la familia, que tiene "autoridad plena" sobre la educación, la disciplina y la religión de los menores hasta que cumplen 18 años, siempre y cuando no estén abusando de ellos. Agrega que la autoridad competente es local o estatal, e insiste en que el gobierno federal no debería involucrarse.
Explica que en este caso en particular, los encargados de la Convención ofrecen "instrucciones y recomendaciones a varios países para que eliminen el castigo corporal, para que los padres ni siquiera puedan disciplinar a sus hijos con una nalgada o para que los niños tengan una voz en su instrucción religiosa".
"Me sentiría avergonzado si viviera en un país que estuviera dispuesto a empoderar a su gobierno federal de tal manera que se involucre en las relaciones familiares más íntimas, apruebe leyes y luego se presente a la examinación de un comité en Ginebra", concluye. El comité en esa ciudad suiza examina el progreso de los estados miembro.
Y Groves no es el único que se opone. Basta una rápida búsqueda en internet para encontrar organizaciones que creen que la Convención causa que los padres "pierdan su derecho a ser padres" y "socava" a la familia con resultados frecuentemente "trágicos y devastadores" para los mismos niños, como dice la entidad Parental Rights.
Pero esa misma búsqueda revela también que hay múltiples voces que están pidiendo que Estados Unidos deje de ser una excepción y adopte el tratado como casi todo el mundo.

Consecuencias negativas

Una de las personas que argumenta que Washington debería ser parte del tratado es Jo Becker, quien trabaja en la división de derechos infantiles de la organización Human Rights Watch.
Ella le dice a BBC Mundo que algunas de las entidades que se oponen están haciendo una "lectura errónea" de la Convención, en particular porque el documento reitera la importancia de los padres y su rol en la educación de los niños.
Becker agrega que la oposición no es tanto legal sino política, pues la mayoría de las leyes estadounidenses ya son compatibles con la Convención. La excepción más notable es que ésta prohíbe la cadena perpetua sin libertad condicional, que es legal en Estados Unidos.
niña en Siria
La Convención es ampliamente apoyada alrededor del mundo, excepto en tres países.
El profesor Jonathan Todres opina en la misma línea. Dice que como hay consistencias claras entre la ley estadounidense y la Convención, la implementación requeriría trabajo en pocas áreas.
Otro aspecto en que Becker y Todres están de acuerdo es que la no ratificación está generando problemas concretos para los menores en el país.
Becker explica que al no ser parte de la Convención, el país no se ve obligado a evaluar sus leyes sobre los menores ni a discutir cómo podría mejorar sus derechos. Y Todres agrega que la no participación de Estados Unidos "debilita la habilidad del gobierno de defender a los niños alrededor del mundo".
Lo que sí cree este último experto es que, eventualmente, el país terminará por aprobar la Convención. Lo que no sabe es cuándo.
Después de todo, él mismo recuerda otro ejemplo: Estados Unidos tardó 40 años en ratificar la convención que prohíbe el genocidio.

domingo, 17 de noviembre de 2013

TEATRO:2013, con los alumnos del J.M.A. de la promoción 2015.

Teatro realizado el día jueves 14 de noviembre del año 2013. Una grata experiencia con todos aquellos quienes compartimos varias horas de ensayo.
Sirvió también para corregir algunos puntos del guión.


































Otra toma, no tan clara, pero referencial de lo que se hizo con todos los alumnos del tercero "H"
Otra integrante del teatro del tercero "H".












Los preparativos para el estreno. Bien que se preparen donde las facilidades les permitan.





































Una de las fotos de los estudiantes del tercero "I". Me agradó la representación actoral de algunos, la osadía de otros y, después de la jornada, la foto de rigor para el recuerdo.


Toma antes de salir a escena.