La escena a la que se refiere ocurrió cuando ella era apenas una niña de 9 años.
Tras la ejecución, recuerda describiendo imágenes muy gráficas y dolorosas,” vi cómo se esparcían restos humanos, sesos... Esas cosas no se me olvidarán".
Huir de Corea del Norte no fue una opción para Park y su familia, sino la única esperanza de continuar con vida ya que se enfrentaban a una posible muerte por inanición.
Además, en 2002 su padre había caído en desgracia con el gobierno, tras ser arrestado por “comercio ilegal” de productos de contrabando que vendía para sustentar a la familia.
"Si nos quedábamos, iba a morir de hambre. Tuve que comer grama, libélulas y papas congeladas", asegura describiendo la situación que los forzó en marzo de 2007 a pasar al lado chino de la frontera con la ayuda de traficantes de personas.

Esperanzas traicionadas en China

"Pensé que China iba a ser mejor, pero no: fue peor".
"Mi madre fue violada en frente de mis ojos. El atacante quería tener sexo conmigo y yo ni siquiera sabía lo que significaba esa palabra. Ella se sacrificó por mí".




Familia Park
Park viaja por todo el mundo para sensibilizar a la gente sobre lo que ocurre en Corea del Norte.

A pesar de sus vivencias, Park no se considera alguien especial. Solo explica que como ser humano, no puede olvidarse de quienes dejó atrás.
"¿Cómo puedo sentirme libre aquí, con todo lo que está viviendo la gente en mi país? A las niñas de mi edad las venden por US$200.
"El régimen norcoreano tortura a sus ciudadanos", afirma, aunque en su mensaje hay espacio para un optimismo que algunos, dada sus experiencias, podrían juzgar infundado.
"Yo creo en la humanidad, soy muy optimista y creo que vamos a salir de ese terror".