Las becas del Concytec y la Universidad Peruana Cayetano Heredia promueven el regreso de científicos peruanos radicados en el extranjero para aplicar sus conocimientos en el Perú.
Texto: María Isabel Gonzales Fotografía: Verónica Calderón
Cuando no está ocupado en descifrar las leyes de la física, el científico Juan Carlos Medina distrae la mente conversando con su esposa sobre astronomía y astrofísica. Juan Carlos es un limeño que estudió y trabajó en el extranjero durante 17 años. Primero en Ucrania para el pregrado y la maestría y luego en Brasil para el doctorado y post doctorado. "Desde chico me preguntaba por los misterios del universo. Quería encontrarle una explicación", dice sobre sus motivaciones para emprender la carrera de físico matemático. Como sucede con casi todos los científicos peruanos que se van al extranjero resultaba natural quedarse por allá, colaborando con las instituciones que le dieron fondos para el desarrollo de sus proyectos. Pero, aunque suene a cliché, lo llamaba el sentimiento familiar y las ganas de desarrollar en su país el campo de la ciencia en el que había ganado conocimientos.
Pendiente de alguna oportunidad se enteró de las becas de reinserción laboral del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec). Unas ayudas de 50 mil dólares divididas en armadas mensuales durante dos años. Le comentaron que era una forma de repatriar a conciudadanos que hayan desarrollado investigaciones en el extranjero y que además tengan publicaciones en medios especializados. Aunque esta era una política que ya existía en el papel desde hace unos años no habían tenido los fondos para financiar las becas. Pero esta vez Juan Carlos cumplía con los requisitos, postuló y se convirtió en uno de los cuatro becarios que regresó al Perú en enero de 2011. Terminó instalándose en el laboratorio de la Universidad Peruana Cayetano Heredia con la que Concytec firmó un convenio.
Con casos así pareciera que en estos tiempos ya no es tan difícil que la ciencia ocupe el lugar que se merece. Basta con saber que por primera vez en su historia el Concytec posee un presupuesto de 300 millones de soles que irá ampliándose con el tiempo. Su Secretario General, José Valdivia, asegura que incrementarán las becas con el objetivo de repatriar a cuarenta científicos más para el siguiente período. Pero la gran apuesta se viene en 2016: alcanzar una inversión de S/.4.350 millones para ciencia, tecnología e innovación. Ese sí que sería un gran logro.
Cómo te explico
Para Juan Carlos explicar lo que hace no suele ser sencillo. A veces opta por dibujar en una pizarra y utilizar el computador para mostrar de forma tridimensional algunas de sus metodologías. "Estudio las propiedades electromagnéticas en multicapas de grafeno. Observo sus propiedades electromagnéticas para ver cómo podrían ser utilizadas en los dispositivos de micro y nano electrónica", dice. Al ver el rostro de incertidumbre de esta reportera asegura que enviará un correo con una explicación detallada. Pero aún cuando la ciencia no sea mi fuerte basta navegar en la web para caer en la cuenta de que está trabajando en un material que podría, nada menos, que revolucionar el mundo de los dispositivos electrónicos. Por eso lo más probable es que sigamos escuchando de él.
Así como Juan Carlos, la doctora en química María Esther Quintana se ganó una beca del Concytec. María Esther está casada y tiene dos hijas adolescentes. Recuerda que cuando era una niña le gustaba mezclar las muestras médicas que habían en el consultorio de su padre. "Ver los cambios de los colores me maravillaba", asegura. Por eso estudió ingeniería química en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Culminada la carrera trabajó algunos años en mineras hasta que se embarazó. Luego volvió a las aulas a seguir maestría. Llevó los cursos mientras cuidaba a su recién nacida y cuando debía redactar la tesis salió nuevamente encinta. Fue una época difícil, dormía poco, atendía a sus pequeñas y seguía trabajando. Pero los resultados fueron excelentes. Tanto que acabaron recomendándole un doctorado en Suecia. La propuesta consistía en pasar medio año fuera y el resto de los meses en Lima.
Entre idas y venidas, proyectos que quedaban sin terminar y ofertas para seguir investigando, pasaron ocho años. Pero quería establecerse definitivamente en el Perú y formar nuevos investigadores. "Mi objetivo es hacer escuela y fomentar la investigación", afirma. Y aunque está segura de que la beca es una gran oportunidad para muchos científicos que quieren volver a considerar que todavía hay algunos vacíos que deberían resolver. Como la falta de algunos implementos para su investigación. Ella regresó a la UNI, a la facultad de ciencias por el convenio con Concytec, y allí no abundan los microscopios electrónicos necesarios en su labor. Así que opta por enviar muestras a colegas del extranjero para que le envíen sus observaciones. Y aunque esa resulte una dificultad no es su mayor obstáculo. La beca pronto llegará a su fin y si bien puede quedarse como profesora necesita financiamiento para sus proyectos. Por ahora esa es la fórmula que debe resolver.
En la cayetano
El doctor en Geociencias, Pedro Tapia, ha vivido en el extranjero durante 15 años. Ha estudiado y trabajado en Estados Unidos, Chile, Argentina y en Francia. Siempre que subía y bajaba de un avión pensaba en volver. Lo difícil era encontrar la forma de desarrollarse en su campo. Pero como buen científico es persistente. Así se ganó una de las becas de retorno de la UPCH. Un programa que existe desde el 2003 y que ya desde entonces ha repatriado a diez científicos. Incluso la presidenta del Concytec, Gisella Orjeda, es uno de sus casos emblemáticos. Esta iniciativa contribuye en logros como el de este año: es la única universidad peruana entre las cien primeras universidades iberoamericanas líderes en investigación.
José Varela, vicerrector de Investigación, cuenta que los que han regresado querían estar aquí desde hace algún tiempo pero no tenían a dónde ni cómo solventarse. Un ejemplo es el de Pedro Tapia. Él quería reencontrarse con sus raíces y desarrollar un área de estudio de la forma en que se hace afuera. Pedro es un biólogo y doctor en Geociencias por la Universidad de Nebraska Lincoln que se describe a sí mismo como un estudioso de las diatomeas, unos organismos microscópicos indicadores de cambios climáticos y la calidad del agua en tiempos pasados.
Como peruano también le preocupa la formación de más gente con un alto perfil en ciencias. Advierte que solo de esa forma vamos a transformar al país. "Cuando terminé el pre grado en biología aquí y me fui a Chile y luego a Argentina pensé que estábamos atrasados unos 30 años. Y después cuando llegué a Estados Unidos y luego Europa me di cuenta de que en realidad nos habíamos quedado atrás muchísimo más tiempo", señala.
Una de sus colegas becarias y doctora en el programa de Patología Molecular de la Universidad de California San Diego, Jessica Ricaldi, comparte algo de esa visión. Pero ella prefiere añadirle algo de optimismo. "Creo que en Cayetano se está logrando una importante cantidad de investigadores. Y esta beca de retorno hace la diferencia. Tienes dos años para establecerte y buscar fondos para financiar tus proyectos", sostiene.
Jessica vivió siete años en Estados Unidos. Hasta se casó con un infectólogo que conoció en un laboratorio. Pero también tenía muy claro que volver era su meta. Sobre todo al especializarse en enfermedades tropicales como la 'leptospirosis', que puede causar desde hemorragia pulmonar hasta una infección generalizada. Entre sus hallazgos en Iquitos, donde realiza actualmente el trabajo de campo, encontró que entre el 30% y 40% de personas que van a la posta porque tienen fiebre tienen 'leptospirosis', sin saberlo. Uno de tantos hallazgos que demuestra por qué es tan importante tener peruanos dedicados a la investigación. Ellos hacen la diferencia.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/02-12-2012/el-retorno-de-las-mentes-brillantes
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