sábado, 21 de diciembre de 2013

JÓVENES QUE LEEN. Alonso Cueto.



Jóvenes que leen

Madame Bovary y El Quijote son nuestros modelos. ¿Por qué leen ellos, por qué leemos nosotros? Porque somos tímidos pero ilusos leemos a Emily Brontë; porque queremos reconocer los movimientos de nuestra propia sensibilidad leemos a Virginia Woolf; porque queremos vivir en un mundo en el que importan el honor y la aventura leemos a Joseph Conrad; porque queremos creer que el amor es capaz de sobrevivir a las injusticias del tiempo y el olvido leemos a García Márquez; porque buscamos adentrarnos en la monumental intimidad y belleza del mundo natural andino  leemos a Arguedas; porque buscamos creer que la inocencia aún es posible en medio de la mugre y la pobreza y la explotación, leemos a Dickens; porque no nos resignamos a la rutina de nuestra vida cotidiana y aspiramos a realizar grandes hazañas leemos las historias del Rey Arturo; porque buscamos seres más consolidados, más perfectos, más totales de los que conocemos día a día leemos a Víctor Hugo; porque aspiramos a la tentación de la eternidad leemos a Borges; y porque aspiramos también a los placeres de la mortalidad leemos a Rabelais. Porque queremos ser otros y porque queremos ser nosotros mismos, porque queremos afirmarnos y negarnos, porque quisiéramos ser todos sin dejar de ser uno. Creo que leemos y escribimos por todo eso.
Es curioso pensar que los personajes que nos emocionan no existen. El Quijote no existe, tampoco existe el niño Ernesto de Arguedas y tampoco Santiago Nassar de García Márquez. Decimos que no existen. Y sin embargo, vaya que existen. Vaya que existe Santiago Nassar que quiere escapar de los hermanos Vicario y toca desesperado la puerta de su casa y el niño Arguedas que escucha repicar las campanadas que suben hasta las lagunas de las alturas y El Quijote que sale cabalgando sobre Rocinante para desfazer entuertos. Existen ellos como también todos los personajes que nos han emocionado y de tanto imaginarlos y leerlos y releerlos y emocionarnos, también terminaremos existiendo nosotros, en cada uno de ellos, y nuestra vida será más plena y más rica y más variada, en suma más feliz.
Hace poco estuve reunido con un grupo de profesores de literatura de colegios. Dije allí que nuestra misión principal es contagiar a los alumnos de ese milagro, el de descubrir que las obras literarias tienen relación con nuestra vida. Y siempre habrá un libro para alguien a quien le interese algo, un libro que pueda prolongar su interés. Si a un niño le interesa la computación, habrá libros de computación. Si le interesa el deporte, habrá libros de deporte. Si le interesan las ciencias y la tecnología, habrá libros sobre esos temas. Y si le interesa la vida –la conducta de las personas, las relaciones humanas, el amor, el miedo, la esperanza, la solidaridad–, hay tantas novelas se pueden encontrar que nos muestran esas experiencias en acción. Borges dijo que un libro es el instrumento de la mente así como un martillo es el instrumento del brazo.
La lectura nos confirma que el sueño y la realidad, la imaginación y la razón, se superponen, se confunden, se hacen nuestros en ese acto supremo, de magia. La magia duradera que solo nos da la lectura.
 FUENTE: http://www.larepublica.pe/columnistas/lecturas/jovenes-que-leen-11-11-2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario