Roma locuta ¿causa finita?
Rosa María Palacios.
El Grupo El Comercio ha fijado su posición editorial, después de dos meses de silencio, sobre las consecuencias de su compra en Epensa. Hay que alegrarnos que, por fin, así sea. Escuchar las ideas de un solo lado en un debate resulta, por decir lo menos, aburrido para los ciudadanos.
EC no ve problema alguno para el lector en su nuevo negocio. Por el contrario, considera que este beneficia al lector en su derecho a elegir, aun cuando sostenga, en el mismo texto, que este es un tema absolutamente empresarial que no atañe a la libertad de prensa. La contradicción no es poca cosa como veremos más adelante.
Sostiene, además, que cuando la Constitución en su artículo 61 prohíbe que la “prensa, radio, televisión y demás medios de expresión” sean objeto de monopolio, exclusividad o acaparamiento de privados o del Estado, solo se refiere a radio y televisión. “Prensa” es una palabra puesta ahí por gusto, de manera vana e inútil. No significa nada porque la norma constitucional no le aplica. Siguiendo ese razonamiento, la primera conclusión, es que no solo el acaparamiento, sino también el monopolio absoluto de la prensa escrita sería constitucional. ¿Y el monopolio del Estado en prensa? También ¿Por qué no? Sería tan solo un premio al éxito. Como se ve, no parece ser lo que se dice en la Constitución ¿verdad?
EC construye su argumento señalando que la radio y televisión usa frecuencias finitas (lo cual dejará de ser cierto dentro de poco) y la prensa escrita es un bien infinito. Cualquiera puede fundar un periódico, señalan. Este argumento sería útil si la realidad tuviera otra cara. Juan Carlos Tafur –a quien nadie podrá acusar de no tener experiencia en fundar periódicos y revistas– ha señalado enérgicamente las enormes barreras de acceso que sufre toda nueva publicación. El cartel de los canillitas que cobra 25% de comisión a los diarios “viejos” y 30% a los “nuevos”; la imposibilidad de vender publicidad el primer año por el veto a la medición de lectoría o la falta de acceso a puntos de venta como grifos y supermercados, son solo algunos ejemplos. Señala Tafur que si el propietario no está dispuesto a perder (y no ver más) por lo menos un millón de dólares el primer año, que ni lo intente. La economía de escala que tiene un conglomerado deja fuera del mercado a cualquiera que trate de competir lealmente. Estas condiciones abusivas deberían ser evaluadas en algún momento
por Indecopi.
por Indecopi.
Sin embargo, el argumento central de EC es que este es un problema empresarial. Cualquiera que diga lo contrario es “chavista” porque encubiertamente está pidiendo regulación estatal en una seudodefensa de la libertad de expresión. Agradezco que citaran mi única columna en este tema en la SIP acusándome de estatista, lo cual no deja de ser sorprendente para quien se declara liberal y declara en esa misma columna que la ley de prensa no debe existir. No he cambiado de opinión. Mi preocupación es que la conducta empresarial de EC nos llevará a todos al Congreso inevitablemente si es que el mercado no corrige solo y pronto la distorsión actual.
Lo que creo, a diferencia de EC, es que sí hay un problema. ¿Cuál es la solución? No la sé, pero la respuesta nos la puede dar la línea de argumentación de EC. Si solo es un problema empresarial, entonces la consecuencia lógica es aplicar normas exclusivamente empresariales. Y las normas anti trust son exclusivamente empresariales y aplican a diversidad de giros, por ejemplo, en los Estados Unidos –que no es chavista, ¿no?–. En el Perú los únicos monopolios prohibidos en la Constitución son los de los medios. Entonces, ¿qué normas deben aplicarse? Normas antitrust. No cabe otra respuesta que sea consistente con la defensa de un libre mercado que es enemigo de los monopolios justamente porque la competencia desaparece y el consumidor pierde su derecho a elegir.
El debate continuará. Espero que cese el silencio unánime de los medios que agrupa EC. La mejor prueba de un control absoluto de la información que el lector recibe es la desaparición de un tema, un personaje, un debate o una historia en siete periódicos y un canal de TV. Eso no es justo para el 80% de los lectores.
“La concentración de medios afecta la vida de los ciudadanos”
Héctor Vanolli. Representante permanente del Programa para las Américas del Centro Carter, coordinador general del programa de capacitación para periodistas en Venezuela.
Juan Álvarez y
Rocío Maldonado.
Rocío Maldonado.
La compra del Grupo Epensa por parte del Grupo El Comercio ha configurado un escenario de concentración de medios que trae, además de una situación legal por resolverse en el Juzgado Constitucional de la Corte de Justicia de Lima, varias interrogantes con respecto a cómo esa fusión afecta al periodismo escrito. Para encontrar respuestas enviamos un cuestionario a Héctor Vanolli, del Centro Carter.
La compra del Grupo Epensa por parte del Grupo El Comercio configuró un nuevo escenario en la prensa escrita del Perú, pues con esta operación un solo conglomerado pasó a controlar el 78% de los medios escritos del país. ¿Se puede garantizar la libertad de expresión en el Perú cuando un grupo controla el 78% del mercado de medios escritos ? Según un estudio de la Universidad del Pacífico estaría dentro de los rangos más peligrosos de fusión.
Teóricamente, es decir, en un mundo ideal, los procesos de concentración de medios no deberían afectar, necesariamente, la libertad de prensa. Las redacciones, en ese mundo ideal, serían completamente autónomas con respecto a los conglomerados propietarios de medios, por lo que dichos procesos no necesariamente afectarían su independencia editorial. Lamentablemente, no vivimos en ese mundo. Las líneas de demarcación que deberían separar los intereses políticos o económicos de los conglomerados mediáticos de los intereses profesionales de los periodistas que trabajan en esos conglomerados (lo que en las redacciones estadounidenses llaman el 'firewall') son por lo general muy débiles, o inexistentes. En ese contexto, la experiencia nos enseña que los fenómenos de concentración de medios pueden terminar afectando, tarde o temprano, no solo la libertad de prensa sino también la calidad del juego democrático en general. De ahí que dichos fenómenos representen una materia de seria preocupación para todos aquellos sectores comprometidos con los procesos de construcción y fortalecimiento de la democracia en la región.
¿Cómo garantizar la pluralidad de ideas e información con una concentración tan fuerte?
En el marco antes mencionado, los procesos de concentración de medios representan un enorme desafío para las sociedades democráticas. Si bien las tendencias económicas globales tienden a promover las fusiones comerciales, cada vez en mayor escala, la sociedad tiene un interés legítimo en intentar limitar esos procesos en nombre del bien público. Y el Estado, a través de su capacidad reguladora, tiene un importante papel que jugar en esa materia. La presencia de una sociedad civil vigorosa, consciente de los peligros que dichos fenómenos entrañan para la salud democrática, y con capacidad de vigilar y presionar, constituye sin embargo el factor decisivo. Sin esa presencia es difícil avanzar.
¿Cuál es la principal amenaza que se cierne para la ciudadanía, y para la democracia, con la concentración de medios?
La salud de los sistemas democráticos depende, en buena medida, no solo de la existencia de una amplia diversidad y pluralidad de ideas y puntos de vista, sino también de una estructura de medios que permita la expresión de ese fenómeno. Los procesos de concentración de medios tienden, por su propia naturaleza, a reducir o limitar esa estructura, por lo que, a la larga, tienden a afectar la calidad de la vida en democracia. Dichos procesos tienden además a otorgar a los propietarios de los conglomerados un peso desproporcionado en el proceso de toma de decisiones políticas y económicas por lo que, en el largo plazo, pueden también afectar, directa o indirectamente, la vida cotidiana de la ciudadanía.
En este escenario de concentración, ¿qué sucedería durante una campaña electoral, cuando los medios escritos juegan un papel muy importante, sobre todo en un país como el Perú, donde la venta de diarios se dispara y donde los lectores de los sectores D & E se limitan a ver portadas en los quioscos?
Si bien la existencia de fuentes plurales de información es importante en todo momento en la vida de las sociedades, en los períodos electorales lo es aún mucho más. Los períodos electorales son, por definición, los momentos en que las sociedades deciden sobre el traspaso del poder. Se trata, por lo tanto, de un momento clave en el que, en muchos casos, se juega el futuro mismo de esas sociedades. El acceso de los votantes a información sustantiva sobre las visiones, propuestas y programas de los diversos partidos o alianzas, así como a la trayectoria y perfil de los candidatos, es por lo tanto decisivo para la buena salud de las democracias. De ahí la importancia de garantizar la existencia de fuentes de información plurales y diversas.
¿Es garantía que el medio que ha sido absorbido (Epensa) maneje su línea editorial? En el caso de Epensa-El Comercio, se la quiere explicar como una simple operación comercial. ¿Es así? ¿Cómo se garantiza una separación de la línea editorial?
La existencia de la línea de demarcación de la que hablábamos antes, es decir, la línea de separación entre los intereses de los propietarios de los conglomerados mediáticos y los intereses profesionales de los periodistas que trabajan en las redacciones, es absolutamente crítica para el desarrollo de un periodismo de calidad que, como todo buen periodismo, sirva primariamente al bien público. Sin la existencia de esa línea, de ese “colchón”, cualquier discurso tendiente a “garantizar” la independencia editorial debe ser recibido con una saludable dosis de escepticismo, sobre todo si esos discursos se producen en el contexto de un proceso de concentración mediática. Lamentablemente, en nuestros países no se ha avanzado mucho en la tarea de demarcar esa línea, absolutamente vital para asegurar la vigencia de un periodismo profesional, que sirva primariamente a la sociedad.
Existen posiciones que señalan que no hay peligro y que la libertad de expresión está garantizada porque no es necesario solicitar una licencia para sacar un diario o medios escritos, a diferencia de las señales de radio y televisión. También se alude a la existencia de internet y redes sociales. ¿Es esto suficiente o el riesgo de limitar la libertad de expresión es latente?
El mero hecho de que cualquier ciudadano pueda, teóricamente, lanzar su propio medio sin mayores restricciones, no basta para garantizar la vigencia de la libertad de expresión. Los fenómenos de concentración de medios tienden no solo a expulsar del campo de juego a los posibles competidores, sino también a imposibilitar el ingreso de nuevos jugadores. Hacen falta, por lo tanto, reglas claras y efectivas que normen el juego para todos los jugadores, o posibles jugadores; reglas que, como en el fútbol, marquen lo que se puede o no se puede hacer durante el juego. Tampoco basta la sola existencia de internet y las redes sociales. Si bien la prensa escrita se encuentra desde hace ya varios años bajo el inclemente asedio de las nuevas tecnologías de comunicación, esta conserva todavía la capacidad de influenciar, en algunos casos de manera decisiva, la construcción de la agenda pública.
¿En la última asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) se abordó el tema de la concentración de medios (a raíz del caso peruano), y aunque existieron algunas voces que señalaron que el tema no era de la competencia de este foro, otros señalaron que el problema ya estaba planteado y que no se podía eludir más. Los representantes del Grupo El Comercio advirtieron que se estaba dando motivos o pretextos para una intervención estatal. ¿Qué piensa?
Los conceptos “concentración de medios” e “intervención estatal” no son necesariamente conceptos antinómicos u opuestos. La intervención estatal, en sí misma, no es necesariamente mala. Si esa “intervención” se realiza al calor de la lucha política, y con el solo fin de imponer al adversario una idea o visión facciosa de la sociedad, el resultado de esa intervención puede ser efectivamente contraproducente. Sin embargo, si ese debate se da al margen de los apasionamientos del momento, con el bien común como única guía, y con la mirada puesta no en las próximas elecciones sino en la próxima generación, esa intervención puede resultar en un beneficio general para la sociedad. La discusión, por lo tanto, no pasa por la contraposición automática, y acrítica, de esos dos conceptos.
¿En otras naciones los Estados dictan leyes para asegurar la pluralidad, como, por ejemplo, el control de fusiones y concentraciones?
La experiencia en el hemisferio en materia de sanción de leyes que “garanticen la pluralidad” es mixta. En contextos políticos polarizados, como los que se observan hoy en varios de los países del hemisferio, los intentos de regular el funcionamiento de la prensa mediante leyes que aseguren “la pluralidad” pueden terminar siendo contraproducentes. Cuando las leyes se dictan al calor de la lucha política, con el solo objetivo de golpear al adversario, en el marco de una determinada coyuntura política, la principal perjudicada es siempre la sociedad. Si bien el debate en torno a legislaciones que limiten o controlen los procesos de fusiones y concentraciones de medios es lícito, y deseable, es importante que ese debate se dé en contextos políticos despolarizados.
¿Considera que la aglomeración o monopolización de medios implica una posición de dominio en el mercado de la publicidad para los diarios?
Sin duda.
¿Es posible determinar qué porcentaje de propiedad de medios es el ideal para garantizar la pluralidad?
No estoy seguro de que exista acuerdo con respecto a un porcentaje ideal, más allá del cual la concentración de medios se transformaría en una amenaza para la sociedad. Toda fórmula que promueva la existencia de medios diversos, y garantice su continuidad en el tiempo, es deseable. Y esto se aplica tanto a los medios privados como a los medios públicos. En su formulación negativa, podríamos decir que toda circunstancia que facilite o promueva la “hegemonización” de los contenidos periodísticos es nociva para la salud de la democracia.
El condicionamiento por parte de un grupo a sus anunciadores para evitar que contraten a la competencia (abuso de posición dominante), ¿no es considerado también un modo de evitar que algunos medios ya existentes sobrevivan y otros nuevos aparezcan y se desarrollen?
El condicionamiento por parte de un grupo a sus anunciadores para evitar que contraten a la competencia (abuso de posición dominante), ¿no es considerado también un modo de evitar que algunos medios ya existentes sobrevivan y otros nuevos aparezcan y se desarrollen?
¿Se puede gozar de impunidad al aplicar esa práctica?
Cualquier tipo de presión a los anunciadores es siempre condenable.
Cuestionar la concentración de medios, ¿es solo un asunto comercial o también de principios periodísticos?
La aplicación de los principios y normas profesionales que rigen o deberían regir el ejercicio del periodismo enfrenta dificultades en numerosos países del hemisferio, con o sin concentración de medios. Esto es importante tenerlo muy en claro. Como señaláramos al principio, teóricamente ni los escenarios de concentración de medios ni la existencia de líneas editoriales deberían afectar la calidad del trabajo periodístico. Si la labor periodística se realizara de acuerdo a los principios y prácticas que rigen el periodismo de calidad, ninguna de esas circunstancias debería importar. El producto periodístico final, cualquiera sea el entorno en que se elaborara, sería satisfactorio ya que cumpliría con los principios básicos que hacen al buen periodismo. Lamentablemente, las condiciones bajo las que con frecuencia trabajan actualmente las redacciones no siempre garantizan la aplicabilidad de esos principios. La línea de demarcación de la que hablábamos antes –el 'firewall' que separe los intereses de los conglomerados mediáticos de los intereses de los periodistas como tales–, es muy delgada, o inexistente en muchos casos. En ese marco, los escenarios de concentración de medios son particularmente preocupantes para la plena vigencia de los principios profesionales periodísticos.
¿Cómo actuar ante periodistas que se inhiben de comentar el tema de la concentración de medios por una situación de temor ante la supuesta posibilidad de recibir, en el futuro, un veto de su grupo editorial?
La inhibición de los periodistas por temor a retaliaciones por parte de los propietarios de medios, o de los administradores de medios, en el caso de los medios públicos, constituye sin duda un hecho lamentable, no importa cuál sea la circunstancia o el escenario en el que ese fenómeno se produzca. De ahí la necesidad de avanzar en la construcción del 'firewall' del que hablábamos antes, como una forma de avanzar en la protección efectiva de la independencia de la labor periodística, ingrediente fundamental del periodismo de calidad.
Hay 8 Comentarios
15 de diciembre de 2013 | 16 hrs
escribe:
La derecha cavernaria quiere mantener la dictadura mediática en todo el Perú con el objetivo de mantener su poder político y económico. La democracia se debilita cuando los medios de comunicación están concentrados en un grupo de poder.
15 de diciembre de 2013 | 13 hrs
escribe:
El ocmercio gestion peru21 trome, publimetro , aja correo etc Publican los comentarios que desean no hay libertad en sus articulos, solo publican lo que conviene a economia mercantilista lo demas lo silencian.Hildebranst y republica de los poco que muestran la verdad.
15 de diciembre de 2013 | 12 hrs
escribe:
Debemos protestar contra el comercio, identificando cuidadosamente a sus candidatos y quitandoles el apoyo, BUSQUEMOS EQUILIBRIO. Hablan de un cuarto poder que nadie les ha dado.
15 de diciembre de 2013 | 11 hrs
escribe:
Los periódicos, la televisión radio ha confundido la "libertad de información" por "libertad de manipulación". Los medios de comunicación sólo buscan poder para informar según sus conveniencias.
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