EMBARAZO
ADOLESCENTE. DEL COLEGIO A LA
MATERNIDAD
Economistas siguieron el crecimiento de 350 niñas peruanas
por quince años, y concluyeron que la baja autoestima y la falta de educación
sexual en las escuelas puede propiciar un embarazo adolescente. La violencia
sexual también es otro disparador. Expertos toman el pulso de lo que hace el
Estado al respecto.
Las más pobres, las que crecieron con el papá o la mamá
ausente, las que tienen bajo rendimiento en la escuela, las que a medida que
crecen bajan sus expectativas sobre su futuro, las que no tienen información
sobre métodos anticonceptivos, ellas son las adolescentes que podrían
convertirse en madres prematuras.
Ocurre, no son suposiciones. Así lo probó una investigación
hecha en Perú por tres economistas, Alan Sánchez del Grupo de Análisis y
Desarrollo (Grade), Marta Favara de la Universidad de Oxford, y Pablo Lavado de
la Universidad del Pacífico. Por casi quince años estos investigadores
siguieron el crecimiento de 350 niñas peruanas, elegidas aleatoriamente de
todos los departamentos del país y de todas las clases sociales.
Las conocieron a los ocho años, cuando cursaban el tercer o
cuarto grado de primaria, todas eran niñas llenas de planes sobre qué estudiar
al terminar el colegio. Las visitaron cada tres años, hasta los 22, para
registrar cómo cambiaban su vida y sus aspiraciones, y se encontraron con que
muchas de ellas – 70 de las 350 – ya se habían convertido en madres o estaban
embarazadas y ya convivían con su pareja.
Lo que quiso probar este estudio, que se inició el 2002 y se
realizó en paralelo en India, Etiopía y Vietnam, fue evidenciar que el embarazo
adolescente no se da al azar, que hay factores sociales que se entrecruzan para
que una adolescente, que no está madura ni física ni psicológicamente, se
convierta en madre (dejando de lado el factor violencia sexual del que
hablaremos más adelante).
CINCO MADRES A DIARIO
"La pobreza inicial del hogar y la ausencia de uno de
los padres definen el destino de una niña, casi todas las que se embarazaron
provenían de este tipo de familias –dice el investigador de Grade, Alan
Sánchez–, sin embargo, hay otro factor, la autoeficacia, que está relacionada
al empoderamiento de las niñas, es decir al poder que creen tener sobre su
destino, eso es lo que definirá que sigan con su plan de vida y no se embarace
a destiempo".
El estudio de Grade evidenció historias de niñas que a los 8
años deseaban ir a la universidad o tener una carrera técnica pero que conforme
pasaron los años, como en una maratón, tiraron la toalla cuando empezaron a
tener un bajo rendimiento en el colegio. Entonces se frustraron, sus
expectativas respecto a su futuro bajaron, no recibieron el apoyo de su
familia, y finalmente se convirtieron en madres siendo adolescentes.
"El comienzo temprano de las relaciones sexuales también
es otro factor de riesgo que predice un embarazo adolescente", dice
Sánchez. El estudio recomienda que los adolescentes reciban educación sexual
para optar libremente si desean o no tener sexo.
Y esta es la arista más débil de esta problemática pues,
según los expertos, el Perú no tiene una política de educación sexual para los
menores, o la tiene, pero la realidad la desborda.
Existe un Plan Multisectorial para la Prevención del Embarazo
Adolescente aprobado en 2012 por el gobierno de Ollanta Humala. Lo
multisectorial hace referencia a un accionar codo a codo de varios ministerios
en especial los de Educación y Salud.
Se sabe que es un problema urgente, que la tasa de embarazos
adolescentes se incrementó en los últimos años, el 14% de las adolescentes
peruanas son madres o están embarazadas (INEI, 2017); que según el Sistema
Integral de Salud, cada año alrededor de 2 mil adolescentes menores de 15 años
dan a luz en sus establecimientos, es decir, al menos cinco adolescentes se
convierten en madres a diario.
"Es un problema de salud pública y la educación sexual
es clave, pero las acciones no se implementan porque no hay un financiamiento
adecuado ni voluntad política para realizarlo", dice la abogada de la
oenegé Promsex, Brenda Álvarez.
Se sabe, por ejemplo, que el Ministerio de Salud invierte
poco más del 1% de su presupuesto en el programa Adolescentes acceden a
servicios de salud para prevención del embarazo, es decir, gasta solo 7 soles
en la educación sexual de cada adolescente peruano.
Pero, ¿qué significa que el Estado se ocupe de la educación
sexual?
No se trata solo de enseñarles a los estudiantes de
secundaria a usar un condón, según la médica especialista en salud pública,
Elisa Juárez, "la educación sexual implica enseñarles a los adolescentes a
conocer y cuidar sus cuerpos, a entender cuándo existe una relación sexual
consentida y cuándo no, a hablarles sobre el acoso sexual y sobre el uso de
anticonceptivos […] la abstinencia es válida pero no es un método, hay que
darles las herramientas para que se protejan en caso decidan empezar una vida
sexual".
Recomendar a los adolescentes vivir en castidad, como se leyó
en un texto de quinto de secundaria del Minedu, es ingenuo. La media de la
iniciación sexual en el país es de 13 años (INEI). Hay que hablarlo en serio en
las aulas.
NO ES DAR CONDONES Y YA
La educación sexual está arrinconada. Mejor dicho, está
congelada. El 2016 el Currículo Nacional de Educación Básica del Minedu la
incorporó en sus contenidos; sin embargo, el colectivo conservador Padres En
Acción (PEA) llevó a la Corte Suprema al Minedu porque no les gustaba que la
expresión “enfoque de género” aparezca en el currículo, cargándose así todas
las otras acciones que el ministerio quiere emprender en las escuelas:
"Como, por ejemplo, enseñarles a las niñas, niños y
adolescentes a valorarse, autorregular sus emociones, vivir su sexualidad de
manera integral y de acuerdo a su etapa de desarrollo a madurez [y] gestionar
sus emociones", Killa Miranda, exdirectora regional de Educación de Lima
Metropolitana, recuerda los lineamientos del currículo y hace hincapié,
nuevamente, en que la educación sexual no implica solo enseñarles a los
estudiantes láminas de los sistemas reproductivos. "Tiene que ver también
con enseñarles a plantear un proyecto de vida, a no discriminar al otro por su
opción sexual, a vivir tu sexualidad de manera integral", dice la ex
funcionaria.
El Ministerio de Salud es otro de los brazos más importantes
de la educación sexual integral. Si bien tiene una norma que autoriza a los
operadores de salud a entregar métodos anticonceptivos de forma gratuita a los
adolescentes, en la práctica, "el personal que atiende a los adolescentes
ignora la norma o se deja llevar por sus preceptos morales y rechaza la entrega
de métodos, conocemos casos", señala la politóloga de Promsex, Sara
Ramírez.
Un desglose aparte merecen los embarazos de niñas y adolescentes
productos de una violación sexual. El Reniec desliza un porcentaje: Del total
de bebés registrados el 2016 por niñas menores de 15 años, el 70% eran de
padres mayores de edad, es decir, esas madres prematuras podrían haber sido
víctimas de una violación sexual.
"Enseñarles a las niñas a diferenciar entre lo que es
una relación consentida, y explicar a los niños lo que es el respeto al otro es
vital para prevenir el abuso sexual", dice la abogada Brenda Álvarez. Eso
es también educación sexual. No se trata solo de entregar condones para
prevenir enfermedades de trasmisión sexual. Es mucho más.
Prevenir el embarazo adolescente, como se infiere del estudio
citado al inicio de este informe, también es promover la autoconfianza en las
niñas, nutrir su autoestima, alentar sus aspiraciones, es todo lo que implica
el tan vapuleado enfoque de género.
¿Quién sería capaz de oponérsele?
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