En el derrumbe, voces del
fujimorismo articulan un nuevo discurso –similar a los muchos que la élite
peruana conservadora ha cargado por años para satisfacer sus renovados
prejuicios– que advierte los maleficios que caerán sobre el Perú por el vacío
que dejará Keiko Fujimori. Ya no es Velasco, ni Castro, ni Chávez. Esta vez,
Antauro Humala es lo que nos espera. Si revisan los mensajes de Twitter del
almirante Tubino, congresista de Fuerza Popular, verán a qué me refiero. Pero
no es solo él. Es un discurso que ya he escuchado en estos días con tono
preocupado.
Los Fujimori como mal necesario
para contener “la marea roja” que amenaza el “orden natural de las cosas”, es
un argumento que se ha usado para manipular el voto popular desde el 2011. Como
dice Alberto Vergara, dados los acontecimientos recientes, para la opinión
pública peruana este mal es ya, innecesario. Caben dos preguntas: ¿Quién o qué
fuerzas reemplazarán al fujimorismo? ¿Este reemplazo es definitivo?
El fujimorismo de Keiko nunca fue
liberal, ni siquiera en lo económico, como intentó el de su padre. Ha sido un
movimiento de derecha conservadora y mercantil que pretendía ser popular, pero,
lo que es grave, sin ninguna propuesta de cambio en un país que necesita
muchos. La estabilidad concebida como inamovilidad ha sido su bandera. No creo
que ese espacio tenga futuro alguno. No hay nada que llenar. Su veloz caída lo
confirma. Tampoco el dirigir una organización que se desenvuelve como una
secta. El chat “La Botica” no tiene, aunque suene a contradicción, remedio
alguno. Menos aún, vincularse con entusiasmo a la corrupción del sistema de
justicia.
El votante de derecha,
supuestamente huérfano, buscará sus líderes económicos y políticos en opciones
más al centro del espectro y las encontrará. No tiene por qué hipotecarse
frente a una opción que ha hecho exactamente lo que detesta: confrontar y
obstruir sin motivo alguno generando la caída de un Presidente que no le
molestaba. La idea de que ese votante corra detrás de Antauro Humala es un
absurdo.
¿Ha muerto el fujimorismo? No
volverá a ganar 73 de 130 escaños, eso es seguro. Pero su salida definitiva
dependerá de cómo administren este tránsito. Si la bancada de Fuerza Popular
mantiene la misma agenda están acabados. Tal vez, antes del 2021. Pero si pasan
de una estrategia de confrontación (abandonando el plan de vacar a Vizcarra) a
una de colaboración, pueden salvar algo. En ese camino están algunos
congresistas, políticos, al fin y al cabo, que saben que puede haber una vida
pública más allá del estigma de una camiseta. Saben que Keiko Fujimori irá
presa un tiempo breve, apelará y seguirá su proceso en libertad. Pero ya nada
será igual. ¿Cómo limpiarse de estos dos años?
Hay varios temas en los que se
pueden obtener consensos. Temas populares que se caen de maduros. En el
Ministerio Público la salida de los fiscales supremos vinculados a intereses
políticos corruptos. Empezar con Chávarry pero ir a fondo con una reforma total
será aplaudida. Indispensable sacar, lo más rápido posible, la Ley Orgánica de
la Junta Nacional de Justicia (reemplazo del CNM que votaremos en el
referéndum) para que se apruebe apenas pasada la votación.
El compromiso debe incluir la
remoción de figuras controversiales de puestos públicos y entregarlos a la
justicia, levantando inmunidades de inmediato. Desde el general Donayre hasta
Yesenia Ponce, pasando por José Chlimper. Archivar de plano el informe de la
Comisión Lava Jato de Rosa Bartra –un monumento a la sinvergüencería que
excluye a los Fujimori y a García- tampoco estaría mal.
En materia legislativa, no
insistir con la ley del grillete para Alberto Fujimori y regresar a comisiones
para un debate sin nombre propio. Obviamente, derogar la inconstitucional
reforma al reglamento del Congreso que limita el mecanismo de la cuestión de
confianza. Pero, ¿qué pueden ofrecer las demás fuerzas políticas a cambio de
todo esto? Un caramelo que todos quieren: la bicameralidad. Con 87 votos y dos
legislaturas pueden comprarse un ticket a la reelección para senadores siempre
y cuando regresen al proyecto que envió el Ejecutivo y no metan de contrabando
la derogación práctica de la cuestión de confianza.
¿Les conviene esta agenda? A
todos los congresistas. Ciertamente, no al pensamiento dual del “universo Keiko
Fujimori” que vive de trompearse e inventar cucos. Pero, a estas alturas,
parece que ella va camino a bailar sola.
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