Evangélicos
LA MULTIPLICACIÓN DE
LOS FIELES
El ejército de devotos
evangélicos ha crecido. Según el INEI, estos grupos, caracterizados por sus
posiciones conservadoras, han aumentado en los últimos diez años. ¿Qué motiva a
los peruanos a optar por este tipo de credo?
Juana Gallegos
Domingo, 16 de Septiembre del
2018
Arrodilladas, con las cabezas
apoyadas sobre una banca, tres mujeres oran de espaldas al púlpito. Mascullan
palabras ininteligibles, no se les entiende por el llanto, su voz solo se aviva
para decir: “¡Gloria, señor, aleluya! ¡Ayúdame señor, el diablo está vencido!”.
Hace hora y media que empezó el
culto de los miércoles en la iglesia evangélica pentecostal del Movimiento
Misionero Mundial (MMM), de la avenida 28 de julio, en La Victoria.
Las escenas de llanto, súplica y
oración se repiten en todo el lugar. Los fieles, hombres y mujeres separados en
dos grupos, cantan, levantan las manos y le responden desde hace hora y media a
una pantalla gigante que lo domina todo.
En el púlpito no hay un pastor de
carne y hueso, solo se ve la prédica de un pastor virtual.
A esta iglesia llega gente de las
zonas más empobrecidas de Lima. Las mujeres se distinguen por llevar el cabello
largo y las faldas bajo los tobillos. El templo, correctamente iluminado y de
pisos de mayólicas brillantes, se distingue en la caótica avenida que está
llena de puestos de comida al paso, montones de basura, congestión vehicular y
que puede ser el escenario de asaltos callejeros. Esta mole de cemento y
ventanales de lunas polarizadas es el refugio de muchos.
El MMM, iglesia fundada por el
pastor Rodolfo Gonzáles, quien es investigado por atesorar un jugoso
patrimonio, asegura ser la más grande denominación evangélica, la que tiene
sucursales en las barriadas de todo Lima, y a un millón y medio de feligreses
bajo su ala bendita.
Luego figuran Las Asambleas de
Dios del Perú, como la segunda con más convocatoria, que dice tener un millón
de seguidores; y Agua Viva con 80 mil fieles.
La lista de las comunidades
cristianas es larga y está en crecimiento. Según el Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos, en el Perú hay un total de 98 iglesias evangélicas
registradas, son las que tienen un número no menor de 500 miembros. Pero esas
son solo las formales. También están las llamadas "iglesias de
garaje", que se abren como lugar de culto en las cocheras o los patios de
las casas de pastores "exprés", y de las que nadie lleva la cuenta.
Lo seguro es que la población
evangélica peruana se ha engrosado en los últimos diez años. Representan el
15.6% de la población nacional, según el último censo del INEI (2017), y van
ganando más terreno en comparación a los católicos cuya población se ha
reducido de 81.3% en el 2007 a 74.3% en la actualidad.
Como dice aquella frase popular:
los evangélicos están "llenando estadios" y, a veces, los toman a la
fuerza, como lo ocurrido el lunes pasado cuando cientos de cristianos de la
iglesia El Aposento Alto, azuzados por su pastor, Alberto Santana, tomaron
informalmente el estadio Alejandro Villanueva del club Alianza Lima.
¿Los marginados?
Probablemente hay más de 4 millones
y medio de evangélicos en el país, y como dice el investigador José Luis Pérez
Guadalupe, que viene estudiando a estos colectivos desde los años noventa:
"Nadie hubiera imaginado que aquellos grupos marginales y marginados, que
emergían tímidamente en las zonas rurales más olvidadas, iban a conformar un
fidelizado ejército de feligreses".
Uno que incluso, dice Pérez,
puede presionar a los políticos que tienen que "medir sus palabras para no
herir susceptibilidades y despertar las iras de los fieles cristianos con el
enfoque de género, el matrimonio igualitario o cualquier otro tema
controversial".
Pero, ¿cuáles son las
motivaciones que están llevando a más peruanos a convertirse a esta fe cuya
cara pública se ha caracterizado por su intolerancia?
La teóloga francesa, Véronique
Lecaros, investiga desde hace años las razones profundas que llevan a la gente
a volcar su fe, su energía y su dinero a este credo.
Para Lecaros, un fiel no se
acerca a la iglesia evangélica para resolver problemas concretos: "La
gente que viene a estas iglesias son los ninguneados y los marginados sociales
que encuentran allí un lugar de acogimiento y de reconocimiento, allí adquieren
dignidad", dice.
Los nuevos asistentes son
recibidos de forma personalizada en los cultos, cosa que no sucede en las misas
católicas, en las que el fiel se une como un oyente pasivo y desaparece en el
grupo. Nadie sale a su encuentro como nos pasó la noche del culto en el MMM.
En medio de los gritos y
cánticos, una mujer que después nos dejaría una tarjeta con su número
telefónico, se nos acercó y preguntó si éramos nuevos, y con tono amable nos
hizo leer un versículo de la biblia.
"El ingreso a una iglesia
evangélica también supone el salto a la lectura y [en boca de los fieles] a la
educación", dice Lecaros.
Por primera vez, muchos, sobre
todo los que no han terminado la secundaria, comienzan a leer un libro, la
biblia, y se empoderan: "He escuchado a mucha gente decir ‘antes, cuando
éramos católicos, éramos ignorantes, ahora tenemos el libro del saber",
cuenta la investigadora.
Los fieles se ven a sí mismos
importantes porque, como menciona Pérez Guadalupe: "Estudian, viven y
comparten lo que dice la escritura: todos se sienten responsables de prepararse
para evangelizar, ya que su objetivo es que el mayor número de personas conozca
el Evangelio".
Esto se convierte entonces en su
misión y, para muchos, en el sentido de sus existencias. "La vida de
muchos se ordena. Ya no están en las cantinas bebiendo, y como tienen que pagar
el diezmo, aprenden a programar sus gastos", teje una hipótesis Lecaros.
Adaptación
A la iglesia católica los
investigadores le reprochan el que no se haya modernizado. Entre sus hallazgos,
Lecaros describe cómo las iglesias evangélicas se adaptan a sus públicos: el
templo La Hermosa de Chosica, por ejemplo, oficia cultos en quechua; en un
barrio de La Molina, un pastor fundó su iglesia de puertas abiertas a los
divorciados tras enterarse que el 70% de los vecinos lo eran; para captar a los
jóvenes, se incorporaron bandas musicales que hoy alaban a Cristo con cánticos
religiosos hasta con metal.
Las iglesias evangélicas se han
convertido, además, en lugares de multiservicios: dan talleres de todo tipo,
desde como hacer un currículum vitae hasta cómo controlar la ira.
Algunas juegan, incluso, con el
deseo de los fieles de sentir que ascienden socialmente:
"Ubican estratégicamente sus
templos en distritos acomodados para que los fieles que vienen de la periferia
sientan que están subiendo de nivel", apunta Véronique Lecaros. No es
accidental que San Isidro tenga 286 templos evangélicos, mucho más que San Juan
de Lurigancho, donde solo hay 15.
En suma, "la experiencia
religiosa de los evangélicos - apunta Pérez Guadalupe-, es más plena". De
regreso a la banca del culto de la MMM en La Victoria, las mujeres que
lloraban, se levantan al acabar el culto, y aliviadas depositan en un balde de
plástico algunas monedas. Se reúnen con sus pares y salen juntas a la caótica
28 de julio.
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