Alcalde Elvin Ccaicuri muestra las fosas comunes en las que
encontró a su padre y hermana. Fotografía: Gianmarco Castillo / Lamula.pe
Desaparecidos
CHUNGUI, historia de los que buscan.
El distrito ayacuchano de
Chungui, un lugar que estuvo en medio del fuego cruzado entre Sendero Luminoso
y el Ejército durante los años de guerra contrasubversiva, fue escenario del
estreno de un documental que muestra las marcas que dejó el conflicto entre
nuestra gente.
Emilio Camacho
Domingo, 2 de Septiembre del 2018
Estaba todo allí, tapado por la
tierra. El cinturón que usó su padre el 27 de enero de 1985, en una faena
comunal. Era una prenda de colores que en el quechua ayacuchano se conoce como
wiqauwata. También estaba la llave de su oficina, un lapicero, un cuadernillo
de apuntes. Un pantalón jean. La chompa café que le tejió su esposa en punto
panza. No llevaba zapatos. El día que el Ejército lo detuvo, José Ccaicuri
Lizarbe había trabajado con otros comuneros colocando postes de alumbrado
público en Chungui, así que prefirió usar ojotas. Cuando su hijo, Elvin
Ccaicuri Santi encontró sus restos, 26 años después de su desaparición, en 2011,
también halló la fosa que el Ejército había preparado para él, al lado de la de
su padre.
"Era una fosa
multifamiliar", dice Elvin Ccaicuri, hoy alcalde de Chungui, en uso libre
de la jerga inmobiliaria, dejando clara la política de exterminio que algunos
miembros del Ejército aplicaron en esta zona de la provincia de La Mar,
Ayacucho, durante los años de guerra contrasubversiva.
El Ejército llegó a este pueblo
en 1985. Sendero Luminoso lo hizo antes, en 1983. Sus primeras víctimas fueron
el juez de paz, Justiniano López, el presidente de la comunidad, Leonidas Roca,
y Raúl Juárez, un "principal", uno de los pobladores más acaudalados.
Todos pasaron por el llamado "juicio popular".
Sendero entró después al colegio
del pueblo. El alcalde Ccaicuri recuerda que los obligaban a cantar "la
marcha de banderas". Escribieron el coro en todas las pizarras.
Luego vinieron "las
retiradas". El pueblo entero era obligado a salir de Chungui y a ocultarse
de las fuerzas del orden. Se escondían en cuevas, o en el monte, en la zona
conocida como Rumichaca. A veces solo comían raíces. Estuvieron tres meses
allí, antes de volver a Chungui en enero de 1985, cuando el Ejército instaló su
base en el pueblo.
La cosa no mejoró mucho con ese
arribo. Un capitán al que el pueblo identifica como "Samuray" -de
acuerdo con el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
(CVR)- ordenó el asesinato de Maurino Quispe, primer presidente del comité de
defensa civil del pueblo y de su vicepresidente, José Ccaicuri, padre del
actual alcalde. Su hermana Feliberta, que se interesó por el destino de José,
también fue ejecutada. El motivo de estos asesinatos no ha sido esclarecido.
En esos meses de 1985, María
Isabel Santi, madre de Elvin, tomó una decisión dolorosa. Asustada por la
muerte de su esposo y de su hija, temía por su vida y por la de sus otros
hijos, así que aceptó enviar a Elvin lejos de Ayacucho, a Ica, con un teniente
del Ejército que ofreció cuidarlo.
Este militar lo llevó a Palpa, de
donde Elvin escapó por los maltratos a los que era sometido. Buscó a un
pariente del teniente en Ica y fue recibido como el último integrante de una
familia de 14 hermanos. Hizo la secundaria en el colegio Abraham Valdelomar y
estudió ingeniería agrónoma en la Universidad San Luis Gonzaga.
Se reencontró con su madre en
1995, diez años después de escapar del horror en Chungui. Su búsqueda concluyó
cuando descubrió donde habían sido enterrados su padre y hermana, en fosas
comunes ubicadas en una ladera a quince minutos del centro del pueblo, donde él
despacha ahora.
LA PELÍCULA
Si uno llega a Chungui desde
Huamanga, la primera visión que tiene del pueblo es la del colegio Leoncio
Prado. Es el verdadero corazón de Chungui. Una construcción protegida por las
faldas del cerro La Viuda, donde los niños practican deporte todo el día. Aquí
se instaló Sendero Luminoso. El Ejército puso su base al costado de la escuela.
Y hoy, miércoles 29, los españoles Daniel Lagares y Mariano Agudo, directores
del documental La Búsqueda, presentarán su película en estas instalaciones.
¿Qué buscaban cuando llegaron a
La Mar hace cinco años? Mariano ha trabajado temas de memoria histórica en
España, "el país que tiene la mayor cantidad de desaparecidos del mundo,
después de Camboya". Ya había colaborado antes con Javier Corcuera en el
documental La Espalda del Mundo (2002). Y junto a Daniel realizó un reportaje
sobre los 30 años de la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados,
Detenidos y Desaparecido del Perú (Anfasep).
Ambos conocían el terreno.
Querían que el hilo narrativo fuera el trabajo que realizaban fiscales y
forenses en Ayacucho, durante la exhumación de fosas comunes. Así dieron con
Dolores Guzmán, la única sobreviviente de una masacre perpetrada en el pueblo
de Paccha. Ella acompañó a los forenses. Su necesidad de encontrar respuestas,
su búsqueda personal, hizo que la eligieran como uno de los tres personajes
centrales de la película. Lurgio Gavilán, quien integró Sendero Luminoso, fue
soldado, monje franciscano, antropólogo y catedrático en la Universidad
Iberoamericana de México, fue el segundo protagonista. El tercero fue José
Carlos Agüero, hijo de senderistas y Premio Nacional de Literatura 2018, en la
categoría de no ficción.
"Creo que buscamos sumarnos
a un sentimiento que tienen los deudos en toda la zona de Chungui, las ganas de
conversar sobre lo que han vivido", dice Daniel Lagares.
Durante la exhibición del filme,
al que asistió buena cantidad de pobladores de Chungui, hubo un silencio
respetuoso, algunos murmullos en quechua, y prisa por regresar a casa para
protegerse del frío.
EL SILENCIO
En realidad, en Chungui se
prefiere hablar poco del fuego cruzado en el que se vieron involucrados durante
las décadas del 80 y 90.
Wilson Quispe, fiscal provincial
de Chungui, afirma que aunque la gente conoce los sitios de entierro habla poco
del tema. Se calcula que hay unos 2600 desaparecidos en el Valle del Río
Apurímac y Ene (VRAE), lo que incluye a los distritos de Chungui y Oronccoy.
Ante el silencio de los pobladores, los antropólogos forenses realizan labor
permanente para encontrar posibles fosas comunes. Una vez que confirman ese
dato, informan al Ministerio Público para que ordene una exhumación.
Los restos son trasladados luego
a un laboratorio en Huamanga. Posteriormente se exhiben las prendas
desenterradas y se realizan pruebas de ADN para confirmar el parentesco con
posibles deudos. A veces, la identificación no llega a tiempo.
Los padres que perdieron a sus
hijos hace 35 años -cuando Sendero Luminoso se extendió por Chungui y la zona
conocida como Oreja de Perro, ubicada entre Andahuaylas, Apurímac (al sur) y La
Convención, Cusco (al norte)- están muriendo.
Algunos superan los 80 años de
edad y solo esperan encontrar a sus hijos para decir adiós. Ante ello, el
Ministerio de Justicia ha propuesto la creación de un Banco de Datos Genéticos
para la búsqueda de personas desaparecidas. La idea es sencilla, el Estado
puede tener en custodia el material genético de los padres que buscan a sus
hijos, aun cuando ellos fallezcan. Su búsqueda proseguirá. Hasta que la ciencia
vuelva a reunirlos.
Su búsqueda concluyó cuando
descubrió dónde fueron enterrados su padre y su hermana, en fosas comunes a
quince minutos de donde despacha ahora. Los padres que perdieron a sus hijos
hace 35 años -cuando Sendero se extendió por Chungui y Oreja de Perro- están
muriendo.
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