viernes, 4 de enero de 2019

CHUNGUI, entre dos fuegos

Alcalde Elvin Ccaicuri muestra las fosas comunes en las que encontró a su padre y hermana. Fotografía: Gianmarco Castillo / Lamula.pe

Desaparecidos
CHUNGUI, historia de los que buscan.

El distrito ayacuchano de Chungui, un lugar que estuvo en medio del fuego cruzado entre Sendero Luminoso y el Ejército durante los años de guerra contrasubversiva, fue escenario del estreno de un documental que muestra las marcas que dejó el conflicto entre nuestra gente.
Emilio Camacho
Domingo, 2 de Septiembre del 2018
Estaba todo allí, tapado por la tierra. El cinturón que usó su padre el 27 de enero de 1985, en una faena comunal. Era una prenda de colores que en el quechua ayacuchano se conoce como wiqauwata. También estaba la llave de su oficina, un lapicero, un cuadernillo de apuntes. Un pantalón jean. La chompa café que le tejió su esposa en punto panza. No llevaba zapatos. El día que el Ejército lo detuvo, José Ccaicuri Lizarbe había trabajado con otros comuneros colocando postes de alumbrado público en Chungui, así que prefirió usar ojotas. Cuando su hijo, Elvin Ccaicuri Santi encontró sus restos, 26 años después de su desaparición, en 2011, también halló la fosa que el Ejército había preparado para él, al lado de la de su padre.
"Era una fosa multifamiliar", dice Elvin Ccaicuri, hoy alcalde de Chungui, en uso libre de la jerga inmobiliaria, dejando clara la política de exterminio que algunos miembros del Ejército aplicaron en esta zona de la provincia de La Mar, Ayacucho, durante los años de guerra contrasubversiva.
El Ejército llegó a este pueblo en 1985. Sendero Luminoso lo hizo antes, en 1983. Sus primeras víctimas fueron el juez de paz, Justiniano López, el presidente de la comunidad, Leonidas Roca, y Raúl Juárez, un "principal", uno de los pobladores más acaudalados. Todos pasaron por el llamado "juicio popular".
Sendero entró después al colegio del pueblo. El alcalde Ccaicuri recuerda que los obligaban a cantar "la marcha de banderas". Escribieron el coro en todas las pizarras.
Luego vinieron "las retiradas". El pueblo entero era obligado a salir de Chungui y a ocultarse de las fuerzas del orden. Se escondían en cuevas, o en el monte, en la zona conocida como Rumichaca. A veces solo comían raíces. Estuvieron tres meses allí, antes de volver a Chungui en enero de 1985, cuando el Ejército instaló su base en el pueblo.
La cosa no mejoró mucho con ese arribo. Un capitán al que el pueblo identifica como "Samuray" -de acuerdo con el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR)- ordenó el asesinato de Maurino Quispe, primer presidente del comité de defensa civil del pueblo y de su vicepresidente, José Ccaicuri, padre del actual alcalde. Su hermana Feliberta, que se interesó por el destino de José, también fue ejecutada. El motivo de estos asesinatos no ha sido esclarecido.
En esos meses de 1985, María Isabel Santi, madre de Elvin, tomó una decisión dolorosa. Asustada por la muerte de su esposo y de su hija, temía por su vida y por la de sus otros hijos, así que aceptó enviar a Elvin lejos de Ayacucho, a Ica, con un teniente del Ejército que ofreció cuidarlo.
Este militar lo llevó a Palpa, de donde Elvin escapó por los maltratos a los que era sometido. Buscó a un pariente del teniente en Ica y fue recibido como el último integrante de una familia de 14 hermanos. Hizo la secundaria en el colegio Abraham Valdelomar y estudió ingeniería agrónoma en la Universidad San Luis Gonzaga.
Se reencontró con su madre en 1995, diez años después de escapar del horror en Chungui. Su búsqueda concluyó cuando descubrió donde habían sido enterrados su padre y hermana, en fosas comunes ubicadas en una ladera a quince minutos del centro del pueblo, donde él despacha ahora.

LA PELÍCULA
Si uno llega a Chungui desde Huamanga, la primera visión que tiene del pueblo es la del colegio Leoncio Prado. Es el verdadero corazón de Chungui. Una construcción protegida por las faldas del cerro La Viuda, donde los niños practican deporte todo el día. Aquí se instaló Sendero Luminoso. El Ejército puso su base al costado de la escuela. Y hoy, miércoles 29, los españoles Daniel Lagares y Mariano Agudo, directores del documental La Búsqueda, presentarán su película en estas instalaciones.
¿Qué buscaban cuando llegaron a La Mar hace cinco años? Mariano ha trabajado temas de memoria histórica en España, "el país que tiene la mayor cantidad de desaparecidos del mundo, después de Camboya". Ya había colaborado antes con Javier Corcuera en el documental La Espalda del Mundo (2002). Y junto a Daniel realizó un reportaje sobre los 30 años de la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecido del Perú (Anfasep).
Ambos conocían el terreno. Querían que el hilo narrativo fuera el trabajo que realizaban fiscales y forenses en Ayacucho, durante la exhumación de fosas comunes. Así dieron con Dolores Guzmán, la única sobreviviente de una masacre perpetrada en el pueblo de Paccha. Ella acompañó a los forenses. Su necesidad de encontrar respuestas, su búsqueda personal, hizo que la eligieran como uno de los tres personajes centrales de la película. Lurgio Gavilán, quien integró Sendero Luminoso, fue soldado, monje franciscano, antropólogo y catedrático en la Universidad Iberoamericana de México, fue el segundo protagonista. El tercero fue José Carlos Agüero, hijo de senderistas y Premio Nacional de Literatura 2018, en la categoría de no ficción.
"Creo que buscamos sumarnos a un sentimiento que tienen los deudos en toda la zona de Chungui, las ganas de conversar sobre lo que han vivido", dice Daniel Lagares.
Durante la exhibición del filme, al que asistió buena cantidad de pobladores de Chungui, hubo un silencio respetuoso, algunos murmullos en quechua, y prisa por regresar a casa para protegerse del frío.

EL SILENCIO
En realidad, en Chungui se prefiere hablar poco del fuego cruzado en el que se vieron involucrados durante las décadas del 80 y 90.
Wilson Quispe, fiscal provincial de Chungui, afirma que aunque la gente conoce los sitios de entierro habla poco del tema. Se calcula que hay unos 2600 desaparecidos en el Valle del Río Apurímac y Ene (VRAE), lo que incluye a los distritos de Chungui y Oronccoy. Ante el silencio de los pobladores, los antropólogos forenses realizan labor permanente para encontrar posibles fosas comunes. Una vez que confirman ese dato, informan al Ministerio Público para que ordene una exhumación.
Los restos son trasladados luego a un laboratorio en Huamanga. Posteriormente se exhiben las prendas desenterradas y se realizan pruebas de ADN para confirmar el parentesco con posibles deudos. A veces, la identificación no llega a tiempo.
Los padres que perdieron a sus hijos hace 35 años -cuando Sendero Luminoso se extendió por Chungui y la zona conocida como Oreja de Perro, ubicada entre Andahuaylas, Apurímac (al sur) y La Convención, Cusco (al norte)- están muriendo.
Algunos superan los 80 años de edad y solo esperan encontrar a sus hijos para decir adiós. Ante ello, el Ministerio de Justicia ha propuesto la creación de un Banco de Datos Genéticos para la búsqueda de personas desaparecidas. La idea es sencilla, el Estado puede tener en custodia el material genético de los padres que buscan a sus hijos, aun cuando ellos fallezcan. Su búsqueda proseguirá. Hasta que la ciencia vuelva a reunirlos.
Su búsqueda concluyó cuando descubrió dónde fueron enterrados su padre y su hermana, en fosas comunes a quince minutos de donde despacha ahora. Los padres que perdieron a sus hijos hace 35 años -cuando Sendero se extendió por Chungui y Oreja de Perro- están muriendo.

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