viernes, 4 de enero de 2019

OBRAS EN RUNA SIMI, trascendencia.


Aqupampa narra las penurias de la migración durante el conflicto interno.


Premio Nacional de Literatura
AQUPAMPA, laureles para una novela quechua
Flamante ganadora del Premio Nacional de Literatura en lenguas originarias, Aqupampa es la primera novela en quechua sin traducción al castellano. Para su autor, el huancavelicano Pablo Landeo, es la mejor vía para que el runasimi conquiste su independencia. De lo contrario, ¿qué celebraremos los andinos en el Bicentenario?, se pregunta.
Renzo Gómez
Domingo, 19 de Agosto del 2018
Alguna vez, a inicios de los sesenta, José María Arguedas, el 'Tayta', instó a escribir en quechua a quienes dominaran esa lengua ancestral, a su parecer más poderosa que el castellano para expresar los trances del espíritu.
Arguedas escribió poesía, realizó traducciones y compiló cuentos en quechua pero se marchó de este mundo sin escribir una novela que encumbrara el idioma y la cultura andina.
Esta semana, un hijo de los Andes, huancavelicano, natural de Acobamba, ciudad próxima al cielo, acudió al llamado del Tayta. El Ministerio de Cultura le otorgó a Pablo Landeo Muñoz el Premio Nacional de Literatura 2018, en la categoría lenguas originarias, por Aqupampa (Pakarina Ediciones), la primera novela escrita en quechua sin traducción al castellano.
Publicada en mayo de 2016, con un modesto tiraje de 600 ejemplares, Aqupampa (arenal) ha pasado desapercibida, desde entonces, para la mayoría de medios de comunicación. Las razones son varias, y se complementan: miopía cultural, la escisión del mundo occidental con lo andino y amazónico, y demás grietas.
Pero no nos compliquemos tanto: si las reseñas de Aqupampa escasean es porque no sabemos quechua. Una omisión que los periodistas y no pocos académicos arrastramos sin culpa.
Su autor no está dispuesto a traducir su obra al español. Ni siquiera para efectos de esta nota. Ni hoy ni mañana. Hay en esa decisión rotunda, un abismo por entender y respetar.
TREN DE RECUERDOS
Pablo Landeo quiere una foto con el cerro San Cristóbal. "Es el Dios tutelar de la zona", explica. A paso raudo, bajamos a la sala de lectura de la Casa de la Literatura, al pie de los rieles.
Apenas y hemos caminado, cuando el escandaloso silbido del tren anuncia su llegada. Unos hoyitos se dibujan en el rostro de Landeo. Y entonces se produce el suspiro que delata la nostalgia.
-Así vine a Lima en los setenta.
Sin haber concluido la primaria, con no más de 13 años, y tras dos días de viaje desde Acobamba, Landeo pisó la capital una tarde de febrero, en época de carnavales, cuando este remozado lugar era la Estación de Desamparados. Épocas remotas donde el Ferrocarril Central transportaba más gente que minerales.
Landeo se asentó en Villa María del Triunfo, en casa de una prima a quien trataba de tía por su edad. Su padre, un campesino ilustrado, prefirió quedarse en su chacra. Su madre ya era un recuerdo borroso. Falleció cuando apenas era un bebé ansioso por lactar.
-Cuando tenía hambre, mi padre me llevaba con mis tías, que tenían hijos contemporáneos a mí. Tuve muchas madres.
De educación tardía, como el común de niños andinos de su época, Landeo acabó la secundaria en Huancayo mientras se ganaba unos soles trabajando como carpintero.
Sus ocupaciones manuales no fueron impedimento para acercarse a los libros. La madre de Maksim Gorki, Los perros hambrientos de Ciro Alegría, y El tungsteno de César Vallejo fueron las primeras lecturas que dinamitaron su conciencia.
De vuelta en Lima, ese monstruo cada vez más incontrolable, los ochenta lo cogieron y por poco lo apresan. Una vez, miembros del Ejército cerraron su manzana e irrumpieron en su casa llevándose toda su biblioteca solo por poseer una colección de José Carlos Mariátegui.
-Encontrar libros en una zona marginal era indicador de que eras de Sendero Luminoso.
Estudió Educación con especialización en literatura en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, y se hizo profesor de secundaria. Tarea noble, vital y mal pagada. Pero no fue hasta su maestría sobre cuentos andinos en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos que su misión se develó.
Categorías andinas para una aproximación al willakuy / umallanchikpikaqkuna(seres imaginarios del mundo andino) obtuvo el primer puesto en IV Concurso Nacional de Tesis de Posgrado, en el 2010.
Al año siguiente, junto a un grupo de intelectuales, todos quechuahablantes, fundó Atuqpa Chupan (Cola de zorro), el primero de sus hitos: una revista monolingüe, escrita en runasimi en su totalidad, que marcha por su sexto número.
-Si el quechua no conquista su independencia editorial del castellano, no se desarrollará. Seguirá siendo una lengua marginal, incapaz de hablar por sí misma.
En efecto, el quechua respira y habla a través del español. Es dependiente. Y además es utilizado perversamente para fines políticos, sobre todo en campaña electoral. Que a nadie le sorprenda si eso sucede en las próximas semanas.
-No se trata de aprender una que otra palabrita de saludo para identificarse con los campesinos. Solo algunos lo hacen por la necesidad de dirigirse a los quechuahablantes.
El mismo impulso que lo llevó a publicar Wankawillka (Huancavelica), en el 2013, donde escribió un capítulo en runasimi para explicar su inflexibilidad.
UN CALEIDOSCOPIO
Desde un octavo piso, a unos metros del río Sena, sorteando la neblina parisina, Pablo Landeo, profesor de quechua del INALCO (Instituto Nacional de Lenguas y Culturas Orientales) desde el 2014, concibió la historia de Margarita, una jovencita de Huayllapata, una ciudad imaginaria de Acobamba, que se establece junto a su familia, primero, en el populoso Surquillo y luego en el cono sur, en las periferias de Lima.
La aparición de Sendero Luminoso trastoca la historia y con ello sobreviene el horror en el arenal. Inmigrantes tocados por la crueldad, desilusionados de la prosperidad que supuestamente les ofrecía esta ciudad caótica. De eso, más o menos va Aqupampa.
El francés César Itier, un estudioso de la literatura quechua que visita el Perú todos los años para investigar nuestras tradiciones milenarias, lo explica mejor en un ensayo.
-Una sutil exploración de las relaciones del migrante con su nuevo entorno y con una modernidad seductora y amenazante a la vez. Aqupampa es un caleidoscopio de lo que se decía en quechua, entre 1960 y 2000, sobre la sociedad, la migración y Sendero.
Landeo, que será galardonado el próximo 25 de agosto en la Feria del Libro del Cusco, se aproximó a la gramática quechua, de muchachito, para transcribir los huaynos que más le agradaban, como los de Condemayta de Acomayo y el Trío Amanecer.
Luego los dioses tutelares y el llamado de Arguedas le mostraron su camino. ¿Qué vamos a celebrar los andinos en el Bicentenario?, se pregunta. Es hora de vernos los rostros. Y leernos sin intermediarios. Aqupampa es el quiebre de esta historia. Quien desee adentrarse en ella deberá respetar y aprender.

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