Nosotros, el pueblo
"El presidente Vizcarra está
en buen camino y mientras continúe en la ruta por el Pueblo, el Pueblo le da su
respaldo."
23 Sep 2018 | 6:30 h
El presidente Vizcarra ha
decidido que fue suficiente. Que a políticos opositores como el fujimorismo de
Keiko y el aprismo de Alan ya no se les puede tratar con la educación y buena
fe que la política hecha para el bien del pueblo requiere. Por fin se ha
convencido de que no será posible ningún tipo de acuerdo con ellos. ¿Por qué?
Porque lo que ellos entienden y esperan como acuerdo es que Vizcarra se someta a
sus designios, ¿para qué?, pues principalmente para garantizar su impunidad en
los graves casos penales que enfrentan. Es decir, el keikismo y el alanismo
solo buscan en Vizcarra un cómplice inmóvil que les permita seguir moviendo los
hilos que manejan en todos los demás poderes e instituciones de una democracia:
Poder Judicial, Fiscalía, Órganos Electorales, Congreso descontado, Sunat, BCR,
CNM, Defensoría del Pueblo y Tribunal Constitucional apenas puedan.
¿Y cómo es que un presidente no
electo y con una bancada mínima que ha tenido que pegar con triz pacientemente
ha podido hacerle frente a estas dos grandes mafias avasalladoras de su poder?
Gracias al Pueblo. Así, con mayúscula: el Pueblo en el que Martín Vizcarra
ahora se siente respaldado y legitimado como Presidente del Perú. Y ese Pueblo
somos nosotros. Algo a veces abstracto de medir. ¿Dónde estamos? ¿Dónde está el
Pueblo? ¿Dónde se escucha su voz? En las encuestas, en las redes sociales y en
las calles cuando salimos a protestar. Esas son nuestras vías de comunicación
con el Presidente y con los demás políticos para decirles: aquí estamos, no nos
vamos, estamos alzando la voz por lo que nos compete y nos preocupa. En las
redes virtuales, en las redes físicas, en las calles, en las encuestas. Esos son
nuestros altavoces para que escuchen los políticos y oigan lo que les estamos
diciendo.
Ese abstracto Pueblo que es la
suma de cada uno de nosotros es el origen del poder de los políticos. Aunque
encumbrados en sus puestos suelen olvidarlo, la razón por la que tienen ese
poder prestado es porque nosotros, el Pueblo, se lo hemos prestado. Desde los
pensadores contractualistas (1600s-1700s), esa corriente político-filosófica
que justifica el dominio del Estado sobre los ciudadanos en base a un contracto
tácito entre sociedad y Estado sigue vigente en Democracia. Hobbes, Locke y
Rousseau coincidieron –con algunas diferencias– en que el consentimiento de los
gobernados es lo que da la legitimidad a los gobernantes; es en el Pueblo donde
se origina el poder que el gobernante usará para beneficio del Pueblo mismo. La
soberanía del gobernante procede del Pueblo y al Pueblo ha de regresar en la
forma de las mejores decisiones para mejorar su vida y coexistencia. Ese
contrato social que Rousseau pronto advirtió cómo era usado fraudulentamente
por gobernantes enmascarados de ese poder pero que lo usaban –y usan hasta hoy–
para intereses propios. Esa manera abusiva y fraudulenta de usar el poder del
Pueblo es a lo que el keikismo y el alanismo nos tienen habituados. Y es esa
manera abusiva de usar nuestro poder concedido a ellos para nuestro bien -y no
para el uso contrario que le dan- la que debemos denunciar y combatir. ¿Cómo?
Saliendo a las calles a protestar cuando el Pueblo se autoconvoca; participando
en las discusiones y debates; participando en las redes sociales; interactuando
con los medios de comunicación, haciéndoles saber que estamos pendientes y
listos para hacer oír nuestras voces, informándonos e informando a otros
ciudadanos.
El presidente Vizcarra está en
buen camino y mientras continúe en la ruta por el Pueblo, el Pueblo le da su
respaldo. Pero esta pelea es larga y ardua. Quienes por años han abusado del
poder político para hacer sus fechorías y seguir haciéndolas impunemente
blindándose con ese poder, no van a renunciar pronto ni fácil a ese poder que
los ha enfermado terminalmente y que amenaza con terminar de infectar a nuestro
país. Mantengámonos unidos, informados, vigilantes. La cuestión de confianza
otorgada al presidente por el Congreso, a regañadientes y porque se vio
acorralado, esconde más de una triquiñuela. No se han comprometido a plazos
exactos para que las reformas puedan llegar a tiempo para el referéndum de
octubre y tampoco se han comprometido a no modificarlas. Mientras tanto, Keiko y
Alan siguen protegiendo al abusivo Chávarry aun a costa de su desplome en
aprobación en las encuestas, que ahora le dan 90% de desaprobación a Alan y 82%
de desaprobación a Keiko. Mientras tanto, los casos Lavajato y Lavajuez son su
más certera espada de Damocles y contra ella es que están dispuestos a todo.
Pura supervivencia para evitar la cárcel. Siguen en la ruta de vacar al
presidente Vizcarra, todas sus señales y colmillos así lo indican. Es momento
de actuar antes de la estocada final. Estamos avisados.
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