CHÉVERE ANNUS
HORRÍBILIS
Gente a la que, francamente, le fue muy mal en el 2018.
30 Dic 2018 | 6:01 h
Keiko Fujimori.
Empezó el año como la política más poderosa del Perú, más que el presidente de
la república, y lo terminó en la cárcel como expresión de cómo pudo dilapidar
un gran capital político por ponerlo al servicio de la venganza y la pataleta
tras perder dos elecciones consecutivas, y por rodearse de una partida de
mediocres que la adulaban para consolarla, incluso en el desatino, solo para
mantenerse y trepar en el poder portándose como unos salvajes prepotentes en el
hemiciclo, o para abusar de él y lograr beneficios para sus ‘clientes’ como
casinos o cooperativas. Si Keiko Fujimori hubiera planteado una oposición
constructiva hacia los gobiernos de Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra,
tendría un buen camino recorrido para ser presidenta en el bicentenario. Pero
hoy solo podría presidir un pabellón del penal que la alberga.
Pedro Pablo Kuczynski.
Quien quizá fue la persona que llegó mejor preparada para desempeñar la
presidencia en el Perú, terminó renunciando bajo presión del fujiaprismo,
sencillamente por la irresponsabilidad que raya en la frivolidad de no tomarse
el trabajo de entender la situación política que enfrentaba. Si hubiera hecho la mitad de lo que ha hecho
Martín Vizcarra como presidente, PPK seguiría en Palacio y el hoy jefe de
Estado en Ottawa.
Alejandro Toledo.
Quizá nunca sea, lamentablemente, extraditado, pero su nombre quedará en la
historia peruana como una de las mayores desilusiones pues, luego de camuflarse
de luchador anticorrupción, se reveló como un pobre y triste ladrón.
Ollanta Humala.
Dejó la prisión preventiva, pero es difícil que tenga una perspectiva política
exitosa.
Alberto Fujimori. Dejó
la Diroes pero un mandato judicial ordenó que lo devuelvan a la cárcel, lo cual
elude con una hospitalización que todos fingen no darse cuenta. No fue, en todo
caso, la salida por la puerta grande que el fujimorismo pretendía.
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