sábado, 22 de diciembre de 2018

LA CORRUPCIÓN, cómo eliminarla . Entrevista a José Ugaz.

“La corrupción ha permeado a la ciudadanía”
Exprocurador anticorrupción para los casos Fujimori-Montesinos. Autor del libro Caiga quien caiga, que ha sido llevado al cine.
Maritza Espinoza
Domingo, 19 de Agosto del 2018
José Ugaz asegura que escribió su libro Caiga quien caiga como una manera de mantener la memoria de lo ocurrido en el año dos mil, cuando, tras el destape de la corrupción de los noventa, fue nombrado procurador anticorrupción por el mismísimo Alberto Fujimori. No imaginaba entonces que ese libro se convertiría en una película y que tendría el inesperado espaldarazo publicitario de parte Vladimiro Montesinos y Laura Bozzo, quienes quieren impedir su estreno a toda costa. De eso, de lo que significó la corrupción del dos mil y de las coincidencias y diferencias con la corrupción de hoy, hablamos en esta entrevista.
Vladimiro Montesinos y Laura Bozzo se aponen a que se estrene la película Caiga quien caiga, basada en su libro… ¿Esperaba esa publicidad inesperada?
La verdad, en algún momento incluso pensé decir que Eduardo Guillot (director del filme) los había contratado para que se sumen a la campaña de marketing, porque los argumentos que plantean son francamente ridículos. Se les ha respondido a ambos. Una frase coloquial (¡Que pase el desgraciado!) no puede ser incorporada como propiedad intelectual de nadie, que es lo que pretende la señora Bozzo. Por otro lado, que Montesinos hable de intimidad y buena imagen, cuando está condenado penalmente y ha sido una persona de interés público en este país por más de 10 años, legalmente carece de fundamento…
¿El tema de la intimidad no tiene ningún asidero?
Un personaje público no puede alegar que sus actos, que son además de público conocimiento, forman parte de su intimidad. Su intimidad sería la relación con su esposa y sus hijos, siempre y cuando no tenga una connotación pública. En este caso, incluso en su seno familiar, ha habido hechos de connotación pública: su hija movilizando certificados de dinero, la esposa que alertó sobre la existencia de las maletas con los videos. Entonces, ese tipo de relación no puede estar protegida por una alegada intimidad, y nada de lo que presenta la película está en ese ámbito.
Retrocediendo al 2000, hubo quienes lo criticaron por aceptar el encargo de Fujimori para perseguir a Montesinos, porque se consideraba que él estaba buscando lavarse la cara...
A mí, primero, no me buscó Fujimori. A mí me buscó el ministro Alberto Bustamante, una persona en quien confiaba. De hecho, me dio muestras de que no me había equivocado. Cuando Fujimori le pide mi renuncia a los pocos días que me había nombrado, Bustamante le dice que, si él quiere mi renuncia, él también iba a renunciar. Por cierto, había siempre el dilema de decir “bueno, ¿hasta qué punto Fujimori está comprometido y lo que está haciendo es nombrar al equipo para lavarle la cara?” El dilema me lo planteé antes de aceptar y tomé el riesgo. Al final, la cosa salió como esperábamos: Fujimori terminó siendo denunciado por nosotros y dando cuentas a la justicia.
Hay una frase suya en una entrevista en El País: “Creo que, si el presidente Fujimori tuviera algo que ocultar, no habría pensado en una procuraduría independiente”. ¿Usted creyó en algún momento en la autenticidad de Fujimori?
A mí me sorprendió que Fujimori haya aceptado la propuesta de Bustamente, porque yo venía haciendo declaraciones contra el régimen abiertamente. Es más, era considerado un abogado de la oposición, y Montesinos de alguna manera había estado hostigándome porque me consideraba un abogado de la oposición.
Un abogado caviar le dirían en estos tiempos…
Hoy día sería, claro, un caviar enemigo del régimen. Por lo tanto, no dejaba de sorprenderme que el presidente aceptara que yo fuera procurador. Esa frase de alguna manera expresa esa ambivalencia.
¿Y en qué momento se da cuenta de que Fujimori y Montesinos estaban en el mismo nivel de corrupción?
Fue muy rápido. La procuraduría se rige por un decreto supremo, y ese decreto supremo fija el marco de nuestro encargo. Nuestro marco original era investigar solo a Montesinos. Son dos hechos que desencadenan la inclusión de Fujimori en el marco de nuestro trabajo. En primer lugar, cuando fuimos tomando consciencia de que todo el Estado estaba absolutamente capturado y que, en realidad, no se trataba de unos cuantos corruptos facinerosos, sino de una red organizada.
¿Y el famoso allanamiento de la casa de Trinidad Becerra no fue una alerta?
Cuando eso ocurre, ya estábamos nosotros más o menos claros de que Fujimori estaba jugando para el bando enemigo. Él secuestra la orden de allanamiento y pone un falso fiscal y hace esta diligencia absolutamente ilegal. Lo otro que se suma es el testimonio del hermano de Pablo Escobar, quien declara en esos días que él era testigo de que Fujimori había llamado, por intermedio de Montesinos, a agradecer a Pablo Escobar por haberle financiado su campaña con un millón de dólares.
Luis Vargas Valdivia, su socio y también exprocurador anticorrupción, me dijo en una entrevista que Fujimori había sido más astuto que Montesinos. ¿Usted comparte esta idea?
Sí. Yo creo que Fujimori, de alguna manera, evita comprometerse en hechos que él encarga a Montesinos que opere. En ese sentido, tenía mucha menos exposición frente a la opinión pública. Por ejemplo, Fujimori no tenía relación directa con el grupo Colina ni se involucraba en la relación con los narcotraficantes, cosa que sí hacía Montesinos.
Los fujimoristas aducen que no hay pruebas de que Fujimori haya robado. ¿Qué tanto se pudo determinar?
Hay que diferenciar que no se hayan encontrado cuentas de que no haya pruebas. El hecho de que no se hayan encontrado cuentas, que efectivamente no se encontraron, es porque hoy día, en un esquema de finanzas globales, la posibilidad que tiene alguien con poder de sacar fondos y enterrarlos en un paraíso financiero es muy grande, más aún cuando Fujimori tenía acceso al sistema asiático. Era amigo de uno de los reyes de Malasia, tenía muy buenos contactos en Japón…
Que debe ser mucho más difícil de rastrear, ¿verdad?
Rastrear fondos ilegales en Asia es sumamente complicado, empezando por el idioma, pero también porque son jurisdicciones mucho más cerradas. Eso explica por qué las cuentas no se ubicaron. Pero pruebas las hay. Está el testimonio directo de Matilde Pinchi Pinchi, que dice que todas las semanas salía un maletín con 100 mil dólares que se iba a la Presidencia de la República. Y, luego, hay un patrimonio que él no puede explicar.
¿Esa red de corrupción que usted investigó el 2000 es más o menos grave que la que estamos viendo ahora con Lava Jato o los audios de la CNM?
Yo escucho con mucha frecuencia que dicen “ahora estamos peor que antes o estamos igual que antes”. Definitivamente pienso que no. Son dos tipos de corrupción diferentes, siendo ambos esquemas de gran corrupción en la terminología que hoy usamos en Transparencia Internacional. La gran corrupción del año 2000 fue una corrupción organizada en la que había una red estructurada que capturó el Estado.
Y una estructura muy clara...
Una estructura piramidal que operaba desde el Servicio de Inteligencia con una jefatura que eran Fujimori, Hermoza Ríos, Montesinos. Esa estructura de crimen organizado, a ese nivel, no la tenemos ahora ni la hemos tenido en los años sucesivos. ¿Qué escándalos de corrupción grandes hemos tenido? El de Álvarez en Chimbote, el de Orellana en Lima y ahora este (el de los audios del CNM), que ha precedido lo de Lava Jato. En ninguno de esos casos estamos hablando de una captura del Estado.
Y en cuanto al perjuicio económico al Estado, ¿cuál fue peor? Se dice que en los noventa se birlaron seis mil millones de dólares…
Nunca se ha podido establecer una cifra exacta. Hay desde esa cifra, que es la que usa Quiroz (Alfonso, autor de Historia de la corrupción), hasta más conservadores que hablan de 600 millones de dólares. Lo que se ha podido recuperar supera los 300 millones. Con lo de Lava Jato, la cifra original que vino de Estados Unidos era, creo, 40 millones de dólares y hoy puede estar bordeando los 90 o 100. Y en el caso de los audios, hay un conjunto de intercambios de favores, pero ni por asomo se va a llegar a los montos del 2000.
Los pesimistas dicen que la corrupción no está solo en los niveles de gobierno, sino que está enquistada en la sociedad. ¿Esa es la razón por la que no se puede extirpar?
Esa afirmación es absolutamente cierta. El reto para un país como el Perú -y no somos el único, gran parte de los países en desarrollo tenemos ese problema-, es que no solo tenemos una corrupción de élite, como puede ocurrir en España, en Japón, en Estados Unidos, sino que, además, tenemos una corrupción cotidiana. La corrupción ha permeado a la ciudadanía y hoy día los ciudadanos comunes y corrientes convivimos con la corrupción, cuando no somos cómplices.
De otro lado, en las encuestas se dice que la corrupción es el principal problema, pero la indignación de la gente no la lleva a las calles en masa…
Según las encuestas de Proética, el 78% de la población es indiferente frente a la corrupción. Hay ahí una actitud de frustración con un poco de cinismo que dice “bueno, así somos, esto no lo va a cambiar nadie y hay que seguir moviéndose para adelante”. Pero está probado que se puede cambiar, porque, como es un hecho cultural, es aprendido, no es genético. Y hay ejemplos en el mundo. Cito el caso de Botswana, en África, un país que ha reducido dramáticamente los niveles de corrupción, y Hong Kong, que es una ciudad estado y ha podido lograr los niveles de integridad que han logrado.
Y en el caso Lava Jato, Gustavo Gorriti dice que han caído los lornas. O sea, Toledo y los Humala. ¿Por qué García, a pesar de todo, no parece tener pruebas contundentes en su contra?
Porque García es zorro viejo, tiene mucha más experiencia en estas lides, es una persona que indudablemente tiene más experiencia política, más olfato político que nosotros, conoce mejor el sistema, ha sido dos veces presidente…
Y en el caso de la Señora K, ¿qué le dice su instinto? ¿Ella va a caer en algún momento?
Mire, es equivocado sostener que las investigaciones están siendo sesgadas. Son complejas. Los fiscales tienen sus planes de trabajo, pero no siempre tienen, lamentablemente, los recursos, ni de personal ni económicos o materiales para poder avanzar. Pero yo sí creo que al final va a haber una conclusión del Ministerio Público. Lo de los cócteles no se sostiene por ningún lado. La movilización de recursos que han venido de aquí, de allá, con personajes que indican que son de origen ilegal está más o menos sobre la mesa. Yo espero que, conforme los plazos se vayan dando, el Ministerio Público va a ir definiendo las responsabilidades de estos líderes.
Finalmente, el que, después de tantos años y después de tanto trabajo anticorrupción, no hayamos aprendido nada, ¿no le produce algún desaliento?
Si fuera así no estaría en lo que estoy. Yo soy un optimista nato, siempre lo he dicho, y creo que los procesos anticorrupción son procesos acumulativos, no cambian de un día para otro. Y si miramos hacia atrás, hay algunos avances. Creo que el proceso anticorrupción del año 2000 dejó algunos cambios en actitud y hoy día vemos que la dinámica Lava Jato ha impregnado a otras instituciones. Así como tuvimos los seis fiscales y los seis magistrados que hicieron un excelente trabajo en la época de Fujimori, hoy día hay un equipo de fiscales, creo yo, que está haciendo un trabajo que hay que resaltar. Yo no dudo que esos fiscales, tanto los que han estado en el equipo especial como los que están a cargo de las investigaciones de lavado de activos, sea gente honesta. Entonces, esas son luces de esperanza que a mí por lo menos me dan suficiente base para pensar que esto puede cambiar y que hay que seguir en el esfuerzo.





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