la torre tiene siete campanas pero sol se usa una de ellas. Las otras están rajadas.
La iglesia de San Lázaro fue la primera del Rímac y dio origen al distrito.
La iglesia cumplió 450 años esta semana y se anuncia –a través del flamante Patronato del Rímac– un proyecto de recuperación del edificio y de las reliquias que guarda.
Texto: Raúl Mendoza.
Fotografía: Juan Pablo Azabache.
Fotografía: Juan Pablo Azabache.
La iglesia de San Lázaro, en el Rímac, tuvo una ilustre vecina llamada Micaela Villegas "La Perricholi". Ella no solo fue asidua concurrente al lugar sino que, tiempo después de que el virrey Manuel Amat y Juniet partiera a España y muriera allá, se casó en ese templo con el promotor de teatro –y además su ex socio– José Vicente Echarri. Pero eso no es lo único que unió a 'Miquita' con la iglesia. También donó su propio carruaje para que lo usara el párroco de la época y un retrato de Amat que él le había regalado.
"El carruaje con seguridad ya no existe. El cuadro de Amat estuvo al lado derecho del altar, pero ya no lo tenemos y hay que averiguar dónde fue a parar. Lo que sí guardamos es el acta en el que consta que La Perricholi se casó aquí", dice Carlos Castillo, párroco de San Lázaro.
La iglesia es la primera que se construyó en el Rímac y una de las más antiguas de Lima: el último 30 de abril cumplió 450 años de erigida.
En todo ese tiempo mucha historia pasó bajo sus muros y hay decenas de reliquias que –a pesar de todo lo que se ha perdido– todavía guarda. En sus muros pueden verse cuadros de los siglos XVII y XVIII de la Virgen del Carmen, San Antonio, la expulsión de los mercaderes del templo y el Bautismo de Jesús. Esta última es la única obra que lleva el nombre de su autor –Manuel de Paz– y está fechada en 1749. Todos los cuadros pertenecen a la escuela del español Bartolomé Murillo.
El padre Castillo también cuenta que muchas de las imágenes talladas que ocupan los altares de la iglesia fueron donaciones de virreyes que en los primeros tiempos de San Lázaro se convirtieron en sus protectores. "En la base de varias imágenes se puede encontrar inscripciones que las señalan como donaciones de, por ejemplo, el Marqués de Montesclaros o del Conde de Superunda", dice. Al lado derecho del templo también se puede encontrar el Cristo de la Paciencia, una talla de la época colonial que tiene enorme valor histórico y artístico. El realismo del cuerpo crucificado es sorprendente.
Otros valiosos objetos de uso litúrgico también han formado parte de las posesiones de San Lázaro, pero mucho de eso ya no está en su poder. Hoy todavía quedan algunos hermosos candelabros de bronce de una colección de 70 que tuvieron desde las épocas coloniales. El padre Castillo hace una precisión: "Todos los objetos de esta iglesia tienen un grabado que los identifica como de San Lázaro, así que una investigación histórica podría dar luces acerca de dónde acabaron".
El pedido del sacerdote puede hacerse realidad más pronto de lo pensado. Con motivo del 450º aniversario también se realizó esta semana el lanzamiento del Patronato del Rímac, que entre sus primeras acciones contempla realizar un estudio arqueológico del templo, recuperar sus viejas estructuras y después restaurar todos los objetos de valor que ahí se guardan. Esta parte también contemplaría hacer un completo listado de lo que desapareció del templo a lo largo de su historia.
"La recuperación de la iglesia de San Lázaro es parte de un proyecto que se llama 'Del puente a la Alameda' que planea convertir en atractivo turístico la ruta que va desde el llamado Puente de Piedra (ubicado a la espalda de Palacio de Gobierno), avanza por jirón Trujillo, llega al templo de San Lázaro, sigue por el jirón Chiclayo y culmina en la Alameda de los Descalzos. Toda la ruta será peatonal", explica Ludwig Meier, presidente del patronato. Luego se recuperará otros lugares del centro histórico del Rímac.
Corazón del rímac
La fundación de la iglesia de San Lázaro se originó en una epidemia de lepra que se desató en Lima allá por 1560. Los esclavos e indios escapaban a las pampas del Rímac y allí se quedaban abandonados. El español Antón Vásquez compró unos terrenos en el actual emplazamiento del templo y erigió un leprosorio. "Eran solo dos o tres ambientes con una capilla al fondo", cuenta el padre Castillo. Ese fue el origen de San Lázaro y también del distrito: la gente se fue avecindando alrededor del lugar hasta hacerse un barrio grande.
Ese espíritu solidario en el nacimiento de San Lázaro lo convirtió en un templo respetado. Cuando el arzobispo Toribio de Mogrovejo llegó a Lima, pasó primero por esta iglesia, juró a su cargo en ella y recién después se dirigió a la Catedral de Lima. Después de eso muchos virreyes oían misa en este templo antes de asumir el cargo. "Pasó a ser la iglesia con los mejores paramentos para celebrar el culto y las mejores alhajas para engalanarla. Incluso las primeras corridas en Acho se hicieron para ayudarla", cuenta el padre Castillo.
Hoy cualquiera que llegue a la esquina de jirón Trujillo con Cajamarca, en el Rímac, puede ver la plazuela que está delante de la iglesia San Lázaro. Bajo el subsuelo hay restos de lo que fue el antiguo leprosorio y es casi seguro que también pueda haber restos óseos porque fue cementerio, como se estilaba con todas las iglesias hace siglos. El Patronato del Rímac está avanzando este año un estudio arqueológico que dará información sobre este aspecto.
El altar mayor de San Lázaro está presidido por la imagen de Nuestra Señora del Buen Suceso, llegada desde Ecuador y cuya antigüedad se remonta al siglo XVII. Este altar tiene características que lo diferencian de otras iglesias de Lima: en la parte inferior hay una serie de distintos escudos. Es la ornamentación que puso ahí cada uno de los benefactores del templo. En los otros altares de la iglesia hay imágenes como el San Lázaro Obispo y San Antonio de Padua que son del siglo XVII y necesitan ser restaurados.
Desde su llegada a San Lázaro el padre Carlos Castillo ha tratado de mantener en buen estado lo que encontró. Apelando a la comunidad de fieles ha pintado la iglesia, ha limpiado el huerto que estaba lleno de desmonte y ha mejorado los ambientes interiores. Ahora coordina con el Patronato del Rímac las mejoras necesarias para su templo.
En un recorrido que hicimos esta semana pudimos comprobar que el templo luce desmejorado por el paso del tiempo, pero todavía mantiene tesoros a la espera de mejores épocas. En su única torre hay siete campanas de bronce con varios siglos de antigüedad e inscripciones en latín, pero varias de ellas están rajadas y no se usan. Los cuadros que adornan sus paredes tienen sus colores opacados por el polvo de siglos. Algunas imágenes talladas en madera empiezan a ser víctimas de la polilla. Pero aún no es tarde. Todo puede ser reparado.
La estructura de la iglesia también necesita un tratamiento a la brevedad. El techo de madera en arco que cubre la planta principal de la iglesia ya luce su precariedad y debería ser reemplazado. Los sucesivos terremotos han dañado partes importantes de la cúpula y la parte posterior de la iglesia. En el huerto, ubicado a un lado del templo, sobreviven hoy dos higueras con varios siglos de edad que todavía dan frutos. "El año pasado invitamos higos de nuestro huerto a los feligreses". Hace siglos fue un huerto enorme, pero hoy tiene el tamaño de un jardín grande.
Hay otro detalle que identifica a San Lázaro con la población del Rímac: ahí se guarda la Cruz de Amancaes, que presidía la mayor fiesta que el distrito celebraba en la pampa del mismo nombre hasta que perdió arraigo a fines de los años 50. "No sé cómo la cruz llegó a la iglesia, pero es muy venerada", dice el padre Castillo. Una razón más para que la antigua prestancia de San Lázaro resucite.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/05-05-2013/resucita-san-lazaro
El rescate del puente y la alameda
El hoy peatonalizado jirón Trujillo vive un nuevo auge. Ahí empieza la ruta 'del puente a la alameda
La Alameda de los Descalzos hoy luce desmejorada, pero en un año su situación podría cambiar
La Alameda de los Descalzos y la de los Bobos, el Paseo de Aguas y la Plazuela Presa, en el Rímac, serán remozados. La obra es parte de un proyecto mayor: recuperar la ruta del puente (Trujillo) a la alameda, el recorrido que inmortalizó Chabuca Granda.
Texto: Raúl Mendoza / Fotografía: David Huamaní.
Un recorrido por la Alameda de los Descalzos, en el Rímac, nos demuestra que el lugar necesita a gritos ser recuperado. De las doce estatuas de mármol de Carrara que se levantan a lo largo del paseo, casi todas lucen pintas con spray y están vandalizadas. De las cien bancas del mismo material, unas pocas sobreviven más o menos intactas, la mayoría están rotas o dañadas, y del resto apenas quedan las bases sobre las que se asentaban. Del medio centenar de jarrones de hierro forjado quedan 49 y las seis pequeñas estatuas de la entrada han sobrevivido de milagro, aunque lucen maltratadas.
La buena noticia es que más o menos en un año este tradicional lugar lucirá remozado. En ese lapso se recuperará también –a un costo de 12 millones de soles– la vecina Alameda de los Bobos, el Paseo de Aguas y la Plazuela Presa, ubicada frente a la hermosa pero olvidada Quinta de Presa, a unas cuadras de allí. Lo que se busca es relanzar el centro histórico rimense.
Esas cuatro obras, anunciadas esta semana por las municipalidades de Lima y del Rímac, son parte de un proyecto mayor impulsado por el recién creado Patronato del Rímac: remozar toda la ruta del puente (Trujillo) a la alameda (de los Descalzos), un recorrido de poco más de un kilómetro que atraviesa el corazón del distrito y al que le cantó Chabuca Granda hace más de medio siglo en el vals “La flor de la canela”. El patronato tiene un norte: el 40% del patrimonio cultural de Lima se encuentra en el Rímac y debe ser rescatado.
Obras son amores
“Déjame que te cuente, limeño, déjame que te diga la gloria, del ensueño que evoca la memoria, del viejo puente, del río y la alameda…”, compuso Chabuca Granda en 1950 y puso para siempre al Rímac en el imaginario popular. La canción dedicada a Victoria Angulo Castillo, mujer morena y amiga de la compositora, hablaba del garbo con que la señora hacía el recorrido pero también del paisaje rimense compuesto por sus lugares más icónicos. Ahora esa ruta va camino a convertirse en el principal circuito turístico del distrito bajopontino. “Como hubiera querido Chabuca”, dicen en el Patronato.
Ese sueño empezó, de alguna manera, el 2008 con la peatonalización del jirón Trujillo, partiendo del viejo puente de piedra ubicado detrás de Palacio de Gobierno. “Ahí empieza el circuito”, dice Ludwig Meier, presidente del Patronato del Rímac, y luego enumera los atractivos. “En la primera cuadra de Trujillo doblando a la izquierda está el Mercado del Baratillo, uno de los más antiguos de Lima, y en la segunda cuadra se puede visitar la iglesia más pequeña de Lima: Nuestra Señora del Rosario”, explica. El templo tiene 5 metros de ancho, 10 de altura, 12 de profundidad, y data del siglo XVII.
La peatonalización también dotó de maceteros enormes al jirón Trujillo y planteó un color amarillo uniforme a todas las fachadas. Hay otros inmuebles interesantes en este jirón. Por ejemplo, la casona que perteneció a Federico Villarreal y que con el tiempo fue ocupada por la desaparecida Peña Hatuchay; o el ex cine-teatro La Perricholi, que hoy alberga a un supermercado. La calle acaba en la iglesia San Lázaro, una joya que acaba de cumplir 450 años.
La ruta continúa a mano derecha de este templo por el jirón Chiclayo, que desemboca luego de cuatro cuadras en la Alameda de los Descalzos. “La idea es peatonalizar también este jirón”, cuenta Meier, aunque no da fechas sobre esa futura obra. En esta calle destaca la fachada color ocre de la iglesia Nuestra Señora de Copacabana y al final, llegando a la Alameda de los Descalzos, el enorme edificio rosado de la fábrica Backus, en la esquina donde algunos afirman que quedaba la casa de Micaela Villegas “La Perricholi”, la vecina bajopontina más famosa de la historia.
En rigor, si en octubre empiezan las obras en las alamedas, solo faltaría que en algún momento se anuncie la peatonalización del jirón Chiclayo para que la ruta que tanto encomió Chabuca Granda se haga realidad. Por lo pronto, en esta calle y en las alamedas habrá que trabajar duro. Las veredas y pistas lucen rotas, las fachadas de las casas están degradadas y la seguridad en las calles aledañas sigue siendo un asunto pendiente.
Nuevas alamedas
"La alameda se vería más bonita si la gente la hubiera cuidado. Pero aquí hay muchos 'fumones' y jóvenes que no aprecian las cosas y la han malogrado", dice la vecina Soledad Rojas –quien viene camino del mercado– cuando nos ve haciendo fotos en el Paseo de los Descalzos. Un cartel de la Municipalidad del Rímac anuncia "Recuperación de la alameda". Las obras empiezan en octubre y culminarán en julio del 2014. Ya se pueden ver algunas de las estatuas y bancas protegidas con plástico azul, a la espera de su próxima recuperación.
¿Qué se va a hacer en el lugar? Proyectémonos: cuando uno camine dentro de un año por el lugar, podrá ver que las doce estatuas lucirán flamantes, incluso aquellas que sufrieron la mutilación de un brazo o una pierna; las bancas estarán repuestas en sus lugares y las rejas y jarrones de hierro forjado lucirán un nuevo brillo. "Se realizarán trabajos de conservación, restauración y mantenimiento de monumentos, esculturas, piezas arquitectónicas y fachadas. Se instalará riego tecnificado en jardines y jardineras, se recuperará la calzada y se realizarán trabajos de iluminación y tratamiento paisajístico", dice Carlos Castillo, presidente de Emilima, el organismo que supervisará la obra.
A lo largo del eje formado por la Alameda de los Descalzos, la de los Bobos y el Paseo de Aguas se implementará 2 o 3 casetas de serenazgo, 6 muebles de concreto para juegos de mesa, 75 bancas de madera y fierro fundido, 114 tachos de basura y 48 bancas de mármol para reponer las faltantes en Descalzos. En esta alameda también se construirá un anfiteatro de 10 metros de diámetro que estará ubicado frente al Club Revólver. "En general los cambios no van a ser drásticos. Lo que se busca es remozar la zona para crear condiciones de esparcimiento, recreación y turismo", dice la arquitecta Roxana Pérez de la Cuba, gerente de proyectos de Emilima.
Además, para darle carácter de alameda a todo el entorno, también se van a sembrar 202 ceibos –un árbol alto y frondoso que suele tener flores rojas–, además de arbustos y plantas ornamentales. "Coordinaremos con los vecinos para que los cambios tengan duración en el tiempo y no se destruya lo avanzado", comenta la arquitecta Pérez. La alameda también tiene edificios de importancia histórica y arquitectónica: llegando del centro de Lima, a mano derecha está la iglesia de Santa Liberata, a la izquierda la de San Patrocinio y al fondo el Convento y Museo de los Descalzos. También se puede ver la Casa del Balcón y otras casonas antiguas.
Para Ludwig Meier, del Patronato del Rímac, la ruta 'del puente a la alameda' logrará que los visitantes del centro histórico de Lima prolonguen su visita al distrito bajopontino. "Considerando que en ese tramo hay iglesias y museos, ahí los turistas se pueden demorar dos o tres horas más. Esto es importante. El turismo potenciará negocios, restaurantes y otro tipo de atención a los turistas", explica. Si lo anunciado aquí se cumple y los vecinos apoyan, algo bueno se viene para el Rímac.
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