Cuando los diablos bailan en la tierra
La Asociación de Danzantes de Tijeras y Músicos del Perú recibió el Viernes Santo bailando el Ensayo Ceremonial, el momento en el que los discípulos enseñan a sus maestros cuánto han aprendido de esta danza indígena, Patrimonio de la Humanidad.
Texto: Óscar Miranda
Fotografía: José Vidal
Fotografía: José Vidal
Rupac Soncco vuelve triunfal de su exhibición y dirige a su rival, Killihuara, una mirada burlona. Este ingresa a la explanada, pero antes le lanza al burlón una patada al aire. Rupac se la devuelve. Killihuara hace la finta de que se le va encima y Rupac hace lo mismo, haciendo sonar sus tijeras. Las cosas están que arden en la Yawar Plaza Mamara, en Villa María del Triunfo, donde decenas de danzantes de tijeras y músicos ayacuchanos han venido para participar en el Ensayo Ceremonial de Viernes Santo, el momento en el que los jóvenes danzaq saltan a la cancha para mostrarles a sus maestros hasta dónde han llegado este año con su arte.
El duelo entre Killihuara y Rupac Soncco, dos de los mejores danzantes del momento, es golpe por golpe. Después del pasacalle, que fue cuando se presentaron al público, empezaron el contrapunteo o atipanakuy. Sus pasos de baile ya habían gustado a la gente pero lo que terminó de encenderla fueron sus acrobacias.
Ahora practican distintos tipos de volantines y saltos, con las dos manos, con una sola, con la cabeza en el piso, mortales. Killihuara se da vueltas de cabeza; Rupac Soncco repite la acrobacia. Sus alcoholizadas barras los celebran a gritos. El momento de mayor asombro es cuando Killihuara se quita el polo, vierte cerveza en el piso, da un salto hacia atrás y cae de espaldas, en un duro golpe que levanta salpicaduras del pequeño charco. Rupac Soncco no se queda atrás, hace lo mismo con la cerveza pero él no se saca el polo sino que se baja el pantalón. Pega el salto y un segundo después su trasero, ¡pac!, impacta violentamente contra el alcohol del suelo. Nos duele a todos.
Golpes y sangre
Es una noche de destrezas, sí, pero esta vez nadie tragará sapos ni se clavará cuchillos, como es usual en las fiestas a las que los danzantes son contratados. El Ensayo Ceremonial tiene el carácter de un rito. Don Gregorio Condori, el maestro 'Lapla', uno de los arpistas más respetados del sur andino, dice que es costumbre de esta noche que los discípulos demuestren sus habilidades. Los maestros los observan, los corrigen, les dan consejos. Cuando un danzante es llevado a una fiesta por un cargonte, suele extremar las pruebas físicas para ganar, porque se lo debe al hombre que lo ha contratado. Pero lo que vemos durante estas horas finales de Jueves Santo e iniciales de Viernes Santo es solo una exhibición.
¿Y por qué en Viernes Santo? El maestro 'Lapla' dice que es porque el conocimiento del arte entra con la fuerza y la sangre de los golpes y latigazos que recibió el Señor, un día como hoy hace 2 mil años. Según la musicóloga Chalena Vásquez, a quien encontramos disfrutando el duelo entre Killihuara y Rupac Soncco, la tradición dice que este día en que Cristo ha muerto salen los "apus", que en la visión de los conquistadores eran vistos como "diablos". La misma explicación recibimos de otros maestros danzantes.
Vásquez ha traído con ella a una pareja de venezolanos, directivos de una asociación de músicos de su país, que se pasean grabándolo todo cámaras en mano. Días atrás, la musicóloga los había llevado a conocer la peña Don Porfirio de Barranco. El venezolano le dijo "está bonito el barrio. Ahora llévame adonde baila el pueblo". Así que los trajo acá. La pareja estaba encantada.
Maestros sin dolor
Lo primero que le enseñó su padre a Roberto Saire Llana, Qaqañiti, fue la humildad y el respeto hacia los maestros. Lo segundo, que hay que tener concentración para seguir a la música y no dejarla escapar. También le dijo que las acrobacias se pueden aprender, pero que lo más importante es dominar las tijeras. Con el tiempo, por su cuenta, él aprendió las pruebas de valor y fakirismo. Hoy puede atravesar su lengua con alambres, meterse cuchillos a la nariz y hasta clavarse hoces (la herramienta agrícola) en los labios.
Y ahora, 25 años después de dar sus primeros pasos en la danza, Qaqañiti está aquí, dirigiendo al resto de bailarines en la ceremonia en la que dan gracias a Dios y a la Pacha Mama por su arte y le piden bendiciones. Con este acto, que debía llevarse a cabo a medianoche pero que hoy se realiza a la 1:30 de la mañana, reciben el Viernes Santo.
En este momento es cuando comienza realmente el Ensayo Ceremonial. Los danzantes jóvenes piden a los maestros arpistas y violinistas que los acompañen. O al revés, son los músicos con poca experiencia los que buscan a los danzantes más experimentados para que les permitan tocar para ellos. Una vez que se arma el triángulo danzante-arpista-violinista, los bailarines buscan a sus similares para medirse en atipanakuy.
Qaqañiti no bailará esta vez sino que observará a sus discípulos, uno de ellos Mortal de Sonono (Ayacucho), de 11 años. Mortal danza bajo la atenta mirada de su maestro. Cuando acaba, busca los ojos de Qaqañiti, quien le dice "bien, bien". Más allá, el experimentado Yana Chuspi dirige a su propio discípulo, Rumi Chaqui. "¡Marca el paso! ¡marca el paso!", le grita al muchacho. Un borrachín se mete en el ruedo a payasear y provocar al joven aprendiz. Rumi Chaqui lo pica con las tijeras y el ebrio se larga.
Pero no se tranquiliza y se va a otro círculo, que han formado Qori Qanto, Apu Chanta y Accaimarca. Se mete justo cuando este último está danzando. El muchacho de 17 años lo empuja, el borrachín le devuelve el empujón y entonces Accaimarca explota, lo tumba y lo agarra a patadas en el suelo, ante la mirada divertida de todo el mundo. Al final lo deja. El borrachín se levanta con dificultad. Y se va a buscar lío a otro lado.
En el círculo de Accaimarca sigue el jaleo. Ha entrado Apu Sara Sara. Ahora son cuatro los danzantes y hay poco espacio. Los músicos piden que la gente se abra, que se pare más atrás. No les hacen caso, hasta que un viejecillo se saca la correa y a fuerza de correazos al suelo va espantando a la gente, "¡abran campo, carajo! ¡abran campo!". Ya hay espacio.
Pronto se ve que el duelo se concentra en Qori Qanto y Apu Sara Sara, los dos danzaq con más experiencia del ruedo. Sara Sara tiene a su lado a un tipo robusto, achispado pero no borracho, quien cada vez que el bailarín baila exclama: "¡Maestro! ¡Es el maestro!". Naturalmente, termina enfrentado al hombre que le hace barra a Qori Qanto, un flaquito bastante mareado que apenas puede sostenerse. La rivalidad, sin embargo, no es hostil sino cómica. El gordito y el flaquito se ríen de las cosas que dicen uno y otro. Baila Qori Qanto y el gordo mira al flaquito y le dice "¿este es bueno? ¿Bueno?". Ahora danza Sara Sara y el gordito se arrodilla y lo reverencia. El flaco se mete, "¿qué va a ser maestro ese?", y hace que le lanza la casaca que tiene en la mano. El gordo hace que lo persigue pero después se carcajea. El espectáculo da risa. Los apus, desde donde estén, deben de estar divirtiéndose.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/31-03-2013/cuando-los-diablos-bailan-en-la-tierra
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