jueves, 16 de mayo de 2013

CORRIDA DE TOROS: ¿cultura o tortura?


La República habló con representantes de grupos taurinos y antitaurinos para conocer los argumentos de ambas partes en el apasionado debate en torno a la tauromaquia.

Fernando Roca Rey tomó su traje de luces y se aseguró de comenzar a ponérselo con el pie derecho. Justo antes de entrar al ruedo en la Plaza de Acho, para la primera corrida de la Feria del Señor de los Milagros el domingo pasado, rezó tanto como para no tener que ir a misa. Se encomendó al patrono de la feria y a la Virgen de Guadalupe, a la Macarena y a la del baratillo.
Roca Rey esperó plantado y quieto en su lugar la embestida inicial de su primer toro. "Por este animal siento mucho respeto y admiración. Es el más bonito de la creación y verlo embestir en el ruedo es perfecto", explica el torero. 
Mientras Roca Rey bailaba con el toro en la arena usando espada y banderillas, Jorge Luis Casaverde –del movimiento Perú Ambiente Sostenible– y otros 100 activistas de diferentes agrupaciones antitaurinas se manifestaban frente a la plaza. 
"¡Entran niños, salen asesinos!" y "¡Tortura no es arte ni cultura!" gritaron repetidamente los activistas mientras agitaban pancartas con mensajes similares pidiendo la prohibición de las corridas de toros en el país. 
Su solicitud es la de la mayoría. En mayo de este año llegó al Congreso de la República el proyecto de ley Nº1454/2012 de Iniciativa Legislativa Popular que prohíbe el maltrato y sacrificio de animales en espectáculos públicos o privados. 
"El pueblo es quien pide un Perú más civilizado, sin corridas de toros. Lo ha plasmado en las firmas recogidas", asegura María Eguiluz, quien hace parte de la asociación Animales Libres de Crueldad y Opresión (ALCO), la cual promueve el proyecto a través de la campaña 'Fuerza Toros!'.
Pero el proyecto de ley también viene respaldado por los resultados de una encuesta nacional comisionada por la organización antitaurina holandesa CAS International y realizada por la compañía de encuestas Datum a finales del 2008 a 5.394 peruanos. De acuerdo con la encuesta, 86% de los entrevistados no están interesados en las corridas de toros, 68% están en contra de ellas y 66% quieren una ley nacional que las prohíba.
Sin embargo, para el parlamentario Rubén Coa Aguilar, del Partido Nacionalista, se deben revisar estas cifras. "Temo que no consideran la opinión de grandes sectores de las provincias rurales donde hay un profundo arraigo de la feria taurina", advierte el congresista, quien estuvo sentado en Acho gritando '¡Ooooole!’ hace ocho días.
Roca Rey tiene sus propios números y se siente feliz al ver a Perú posicionarse como una potencia mundial de la tauromaquia. 
"En el país hay épocas del año en las que hacen falta toreros ya que se pueden dar simultáneamente diez corridas de toros en un rango de 200 kilómetros a la redonda; imagine la afición que hay", explica Roca Rey, el mejor matador peruano de la actualidad.
Tanto él como el congresista se refieren a los pueblos del interior del país que festejan sus fiestas patronales con corridas de toros y que producen una cifra de 600 festejos taurinos al año en el Perú.
Además, para los taurinos ese argumento los protege (así sean minoría) pues trae de la mano a los artículo 2, 8, 17 y 19 de la Constitución que consagran y protegen los derechos culturales, y al fallo emitido por el Tribunal Constitucional en el 2010 que reconoce a las corridas de toros como una manifestación que forma parte de la diversidad cultural que debe ser protegida por mandato constitucional. Para los antitaurinos ese fallo es irrelevante. 
Con el torso desnudo y banderillas ‘incrustadas’ en la espalda, 25 jóvenes del colectivo Perú Antitaurino representaron la muerte del toro para manifestarse contra las corridas, el día anterior al inicio de la Feria, en la Plaza San Martín, en Cercado de Lima. “¡Ninguna tradición por encima de la razón!”, se leía en las pancartas de los manifestantes.
Mauricio Rozas, vocero de Perú Antitaurino, explica que se debe hacer una distinción entre cultura buena y mala como parte de un proceso de evolución social. "Una sociedad civilizada debe revisar sus prácticas pues no puede aceptarlo todo. No puede aceptar que se críe a un ser vivo para ser torturado y que encima la gente se divierta con su suplicio", dice Rozas.
Si la tradición fuese un argumento, deberíamos haber defendido en su momento como tradición los sacrificios humanos de los pueblos mayas o aztecas. Debemos ir superando tradiciones bárbaras, agrega el vocero de Perú Antitaurino.
¿COSA DE NIÑOS?
Los menores de edad han quedado atrapados en el fuego cruzado de este debate luego de que en setiembre la Comisión de la Mujer y Familia del Congreso aprobara el proyecto de ley que propone prohibir el ingreso de niños a los espectáculos taurinos.
Esta semana, mientras la ley se sienta a esperar hasta ser debatida en el Pleno, el congresista Julio Rosas participó en la premiación a los escolares ganadores del concurso de dibujo “Por una infancia sin violencia”, organizado por Perú Antitaurino.
En el evento, Rosas advirtió que "la exposición de los niños a eventos taurinos afecta su salud psíquica y moral, volviéndolos violentos o insensibles ante la violencia".
También aseguró que si se les dice no al pandillaje, barras bravas y demás formas de violencia entre seres humanos debería decírsele igual no a la violencia contra los animales.
Entre los niños que escuchaban al congresista hablar estaba Katherine, una niña de 12 años estudiante del colegio Argentina. 
Agitaba su bandera con emoción pues apoya el proyecto. "Nunca he estado tan asustada y ni he visto tanta sangre como cuando tenía 5 años y mis papás me llevaron a la plaza de toros. Estoy feliz de que después de esa vez nunca hemos vuelto", aseguró Katherine.
De hecho, un estudio elaborado en la Universidad Complutense el año pasado encontró que los festejos taurinos causan "signos de ansiedad e impacto emocional" en los menores de 12 años que los contemplan.
Pero los niños no solo han quedado en medio del debate sino que están divididos. Ángel Martínez Silva, de 17 años, y los 30 chicos que asistieron el viernes a la clase dictada por el matador español Iván Fandiño no solo gustan de las corridas sino que además sueñan con ser matadores.
Para Ángel, lo que plantean el proyecto de ley y el congresista Rosas es equívoco. "Nosotros somos chicos distintos a los demás: somos cultos, tenemos un porte especial y unos modales que debemos aplicar dentro y fuera del ruedo", dijo Ángel luego de realizar unos pases con una becerra aplicando las técnicas que el matador español acababa de enseñarles. 
Además, los taurinos tienen su propio estudio que respalda su propuesta. Un sondeo realizado en 1999 por encargo del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid encontró que "no hay una base suficiente para sustentar científicamente la prohibición a que  menores de 14 años ingresen a las corridas de toros".
El fin de las corridas
Hoy Alfonso Simpson, más conocido como Alfonso de Lima, luego de semanas de preparación en España y de pisar tres veces con el pie derecho antes de salir de la cama esta mañana, está listo para ocupar su lugar en la segunda corrida de la Feria en Acho.
Simpson se considera un artista y no teme reconocer que el espectáculo taurino es cruel y sangriento. Pero considera que el error de los animalistas es pensar que el fin de la fiesta brava es matar al toro y cortarle el rabo y las orejas.
"El aficionado no va a ver sangre o muerte. Va a ver cómo el torero ejecuta el pase, coge el capote, camina en la plaza con ese porte que solo tienen los toreros para enfrentarse a una bestia magnífica, que de sacar toda su bravura puede llegar a ser indultada" intenta explicar el torero, quien asegura que la cuestión es complicada de explicar con palabras .
Pero para Álvaro Múnera, torero colombiano retirado y converso en un líder en pro de la lucha por los derechos de los animales en su país, los argumentos que esgrimen los taurinos para defender las corridas de toros, más que argumentos, son disculpas.
"La tortura a la que es sometida el animal por la diversión o expresión de las personas no es éticamente justificable", advierte Múnera. "Muy pronto la tauromaquia será vista como una página negra de la historia de la humanidad", precisa.
Sin embargo, mientras eso sucede algunos de los animalistas están dispuestos a aceptar una evolución hacia un punto medio entre prohibición y continuación de las corridas: que no se mate al toro en el ruedo.
Pero los toreros y taurinos rechazan de plano esta posibilidad. Para ellos el toreo está completo como es, se rige por  cánones que no solamente aplican a torero, aficionado y toro dentro de la plaza, sino fuera. "Cambiar el toreo es como si a los girasoles de Van Gogh les quitaras dos girasoles, como si a la Mona Lisa le cambiaras la sonrisa", compara el torero . 
En cuanto al dolor al que son sometidos los toros bravos o de lidia en el ruedo, los taurinos tienen como ficha estratégica a Juan Carlos Llera, quien descubrió por qué los toros no huyen tras ser lastimados. 
Llera es un veterinario español que en el 2006, después de 13 años y 1.500 toros bravos estudiados, concluyó que estos animales tienen mecanismos especiales para contrarrestar el dolor en cuatro segundos y luego por instinto vuelven a embestir.
"En la plaza, primero se estresa porque no conoce nada. Cuando pasa el tiempo, toma el terreno como suyo y ataca todo lo que se mueve", explica el veterinario, quien no es fanático taurino.
Pero para los antitaurinos este argumento no es más que un paño de agua tibia. "Que el toro no sufre es una falacia absoluta. Se rebrinca cuando le clavan las banderillas y los rejones de castigo o la pica... y, bueno, se le olvida rápido; pero ¿a usted le gustaría que lo golpearan cada diez minutos solo porque ya le ha dejado de doler?", reflexiona la activista Mariana Bolaño.
Para muchos toreros, entre ellos Fernando Roca Rey, este tipo de actitudes son típicas de los que llaman falsos ambientalistas. "No tienen la menor idea de que el toro bravo es un animal de una raza diferente al ganado que se come y que de conseguir lo que ellos quieren tendrían en sus manos la responsabilidad de la extinción de los toros de lidia", dice Simpson.
Los toros bravos no son rentables para ningún otro tipo de ganadería: no dan más de 8 litros de leche al día en los mejores casos, no sirven para cuero y se demoran 4 años para pesar lo que un toro de carne de 11 meses pesa. Por ello los ganaderos aseguran que de no haber corridas dejarían de criarlos. 
Para responder, Bolaño hace eco de lo dicho por Rozas: "Criar a los animales para ser torturados es algo que éticamente jamás podremos aceptar". 
Hoy varios de los animalistas tal vez vuelvan a manifestarse frente a la plaza durante la corrida. Pero, sin que eso le importe, Alfonso Simpson espera dar un gran espectáculo y honrar a sus dos toros con lo que para los taurinos es una muerte digna en la plaza entre ovaciones y aplausos, en vez de un cuarto oscuro y solo. O incluso, quizás, indultarlos.
Fuera de la plaza no queda más que tomar lo expuesto por las partes y esperar el resultado del baile entre taurinos y antitaurinos en la arena del Congreso.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/18-11-2012/cultura-o-tortura

No hay comentarios:

Publicar un comentario