Víctor Andrés García Belaunde. Presidente de la comisión parlamentaria que investiga los posibles nexos de Óscar López Meneses con el Estado. Congresista de Acción Popular. Abogado por la universidad de Valladolid, España.
Texto. Emilio Camacho
Foto: Ana Castañeda
Foto: Ana Castañeda
En la puerta de la casa de Víctor Andrés García Belaunde está Papá Noel, rechoncho, de plástico, y en tamaño natural. Y en las paredes de su residencia hay bastones rojos y botas negras de cartón. El decorado navideño ha invadido de pronto la casa del congresista. Es el anuncio de que en pocos días se reunirá con sus nueve nietos en las fiestas de fin de año. Algunos llegarán de fuera, otros ya lo acompañan en Lima. Es la época del año en la que el combativo congresista –hoy responsable de investigar lo que se ha llamado "La Organización López Meneses"– se convierte en un abuelo engreidor. Es un momento de paz, de sosiego, el reposo de 'Vitocho'.
Tiene 64 años.
Sí.
Y sumando todos sus periodos en el Parlamento ya tiene 18 años como congresista, ¿correcto?
En teoría son unos 20 años. Lo que pasa es que hay un periodo frustrado, que iba del 90 al 95, porque hubo el golpe del 92. Pero sí, cuando yo culmine este periodo parlamentario ya debo haber llegado a los 20 años.
¿Y ese será el fin de su ciclo como parlamentario?
(Piensa unos segundos) No lo sé, probablemente. No es que esté muy deseoso de continuar.
¿Por qué?
Es que es pesado. Además, volviendo atrás, a los 18 o 20 años (de parlamentario) hay que sumar otros cinco años, del 80 al 85, en los que fui secretario de la Presidencia, que era un cargo de mucha responsabilidad. Son 25 años, ya es un paquete pesado, suficiente para cansar a cualquiera. No sé qué pueda pasar en el 2016, pero puedo decirle que hoy no estoy muy entusiasmado con seguir.
¿Y no siente que su labor parlamentaria retrasa otros proyectos personales? Por ejemplo, ¿cuándo se convertirá en el historiador que siempre ha querido ser?
(Se ríe) Me he atrasado en muchísimos proyectos personales. Y, además, la labor parlamentaria me ha apartado de mi propia familia, algo que he tratado de compensar después. Y sí, soy un historiador frustrado, es cierto, escribo a veces sobre historia, intervengo en el Congreso con datos históricos, eso me reconforta. Pero evidentemente no he podido dedicarme a producir libros netamente históricos como hubiese querido.
Y ahora mismo –mientras investiga las conexiones de Óscar López Meneses– tiene retrasada la publicación de un libro.
Yo tengo ya en imprenta un libro que se llama El expediente Prado, que cubre 70 u 80 años de historia de un personaje muy controversial para el Perú, que con su conducta afectó al resultado de la Guerra del Pacífico.
¿Y qué piensa usted de Mariano Ignacio Prado? ¿Es el traidor que todos creen o una víctima de conspiraciones preparadas por sus rivales, como Piérola, por ejemplo?
Bueno (sonríe), yo no quiero adelantar las conclusiones del libro. Mire, a mí siempre me ha interesado mucho el siglo XIX y la Guerra del Pacífico. He escrito algunas cosas, artículos sueltos. Y en determinado momento presenté un proyecto de ley para que los presidentes de la República no pidan permiso para salir al extranjero. Es una costumbre ampliada y modificada a partir del viaje de Prado, fuera del país, durante la Guerra del Pacífico, en 1879. A raíz de esto se armó un pequeño debate con algunos descendientes de Prado, y eso me llevó a investigar sobre el tema en Chile –hice diez viajes a Santiago–, en Argentina, en Colombia, en Ecuador, Panamá, Estados Unidos, Inglaterra y Francia.
Congresista, si se elimina la autorización del Congreso nos podrían pasar cosas como las de Fujimori, que salió del país y no volvió más.
Cuidado, con Fujimori sucedió lo contrario. A él se le dio una autorización, por todo un año, para que no tuviera que pedir permiso para viajar. Esa fue una distorsión. De lo que yo hablo son de viajes sin permiso, muy puntuales, por 5 o 7 días, dentro de la región, de los que se debe dar cuenta después. Es al preparar este proyecto que yo me intereso por Prado y descubro cosas increíbles en mis investigaciones.
Cosas que no me va a adelantar.
No. Pero le puedo decir, en resumen, que lo de Prado fue una deserción del mando supremo, y que él era un hombre muy vinculado a Chile, tenía muchos negocios en ese país, y los continuó haciendo después de la guerra.
Algo más sobre su faceta de investigador amateur. En el prólogo de su libro Los ministros de Alan García (1985-1990), el historiador José Tamayo dice que su problema es su sesgo político. En lugar de ver como objeto de estudio a los apristas, los ve como adversarios.
Sí, yo creo lo que dice el señor Tamayo, no lo contradigo. Pero yo procuro actuar con absoluta imparcialidad para analizar la actuación histórica de otras personas.
Pero los apristas nunca dejarán de ser sus adversarios.
Yo no sé si nunca (sonríe), pero son adversarios, sí, de hace mucho tiempo. Ahora estoy recopilando información sobre los ministros de Fujimori, de los diez años de ese gobierno. Lo que yo trato es de juntar materia prima para el (Jorge) Basadre del futuro. Yo no pretendo ser ningún Basadre, no lo seré nunca.
Algún malvado podría decir: “y tampoco podría serlo”.
No, no, sí se puede. Al decir eso, ese malvado actuaría, él sí, con sesgo y discriminación. Yo no. Yo trato de trabajar para un Basadre del siglo XXI.
¿Y cómo están ahora sus relaciones con el Apra? En el segundo gobierno de Alan García hubo conatos de bronca entre usted y los compañeros.
Sí. Pero ahora son solo cuatro. Una cosa es ser adversario del Apra cuando está en el gobierno y otra cuando pasa a la oposición.
¿Cuál es la diferencia?
Que cuando ellos están en el gobierno, ejercen un poder absoluto, con prepotencia, ignorancia y con poca tolerancia, hay que combatirlos duramente y con respuestas, a veces, desenfrenadas. Ahora están muy reducidos, son una minoría. En los ochenta años de historia del Apra, yo creo que nunca ha estado reducido tanto como ahora, a solo cuatro representantes.
Está tan reducido el Apra que hasta Acción Popular tiene más congresistas.
Exactamente. Y no solo Acción Popular, también el PPC y otras fuerzas. Se ha reducido, pero tienen dos buenos parlamentarios que cumplen una función interesante.
¿Ya no se le acercan a insultarlo fuera del micrófono o a decirle que usted no sabe sumar?
No (se ríe), eso me lo decían cuando eran mayoría. Eran una especie de bancada jauría. Ahora, con los dos apristas más conocidos, la relación es más alturada. Somos adversarios, pero hay mayor respeto.
¿Para qué sirve esta comisión que investiga los nexos de Óscar López Meneses con el Estado? ¿Es un espacio creado para que todas las bancadas se acusen simultáneamente de montesinistas?
Bueno, el tema ha desubicado a algunos partidos y bancadas. Es un tema complicado, transversal. No es un tema que solamente se da en este gobierno. En este gobierno explotó la bomba, pero es un petardo que viene de atrás. Entonces, yo creo que las bancadas, todas en general, quieren marcar distancia del montesinismo.
¿Y necesitan 180 días para saber quién ordenó dar custodia a la casa de López Meneses?
No, yo creo que eso va a salir mucho tiempo antes. Lo que pasa es que también estamos hablando de crimen organizado, que es un tema más complejo.
¿Hasta dónde pueden indagar? ¿Revisarán los contactos que hizo López Meneses ni bien salió de prisión, en 2007?
No, vamos a investigar las organizaciones que surgieron con el apoyo, la ceguera o la complicidad de personas ligadas al montesinismo.
Pero eso suena gaseoso. Podría no haber nada.
Podría no haber nada, es verdad, pero podría haber más de lo que ha salido.
Congresista, ¿usted tiene talento con las matemáticas, con las divisiones?
Mire, qué curioso, yo nunca fui bueno en matemáticas en el colegio. Sin embargo, en el mundo empresarial, en el que me he movido también, siempre me han salido bien los negocios.
Así que es malo en matemáticas y bueno en los negocios.
Sí, las matemáticas no son mi fuerte, pero en las finanzas y en los negocios, en esos sectores me va bastante bien. Es una cosa rara. Pero hoy día las matemáticas se solucionan con una buena calculadora (se ríe)
Congresista, yo le preguntaba por las matemáticas y su pericia con las divisiones, porque todos hemos escuchado este audio en el que se le oye junto a un grupo de sus colegas haciendo cálculos y estableciendo cuotas para saber qué candidatos entraban al Tribunal Constitucional, lo que se conoció como la repartija.
A ver, en primer lugar ese es un audio trucado y manipulado groseramente. Ya hay una investigación en la fiscalía y hasta ahora la policía no dice nada. Ahora, en lo que a mí respecta, la única matemática que hago es decir: “Señores, sin el fujimorismo tenemos 94 votos”. Luego digo que el fujimorismo es el que retrasa cualquier acuerdo (para la elección de miembros del TC). Lo que yo trataba de explicar allí es que la imposición del fujimorismo de dos candidatos, que no iban a ser aceptados por la mayoría, impedía un acuerdo. Y como ya estábamos entrampados más de dos años en ese asunto, mi posición era dejar fuera al fujimorismo. Además, nosotros nunca impusimos un candidato, ninguno. Es más, pedimos que la votación de candidatos se hiciera uno por uno, como dice el reglamento. Como no ocurrió eso nos retiramos y no votamos.
De acuerdo, pero del audio también se desprende otra cosa. Que los congresistas cuando están a solas hablan de la elección de altos funcionarios públicos como si se tratara de piezas de ajedrez, sin fijarse en sus calidades.
Eso es verdad. Exactamente. El tema no es el reparto sino a quién colocas en tu cuota.
Sí pues, y todos hemos escuchado cuando ustedes dicen: Tal grupo tiene dos miembros del TC, este otro dos más, y este se queda con uno.
Sí, pero eso no lo digo yo. Eso lo dice (Luis) Galarreta (del PPC).
¿Y quién filtró este audio?
Eso lo está investigando la fiscalía. Quiero que quede claro, en esa reunión yo no impuse ningún candidato ni repartí nada.
No, solo se quedó muy cómodo.
Yo en esa reunión traté de salir de un entrampamiento que tenía años.
Hablemos de su partido, ¿cómo le va a Acción Popular?
Yo creo que le va bien, a pesar de que es un partido que se ha convertido en un movimiento sin cabeza visible, ni líder. Sus grandes líderes han desaparecido: (Fernando) Belaunde, Valentín (Paniagua), y Violeta Correa.
¿Y su generación no debería asumir el liderazgo?
Sí, las nuevas generaciones están asumiendo responsabilidades. Y le voy a decir una cosa. En las complementarias de la municipalidad de Lima, sin un municipio, sin regidores y sin propaganda, que sí tuvieron otros partidos, Acción Popular sacó casi 11% de la votación.
Sigue sacando cuentas usted. Al final la aceptación de su partido sigue igual de reducida.
Ese 11% es un buen resultado en Lima, para Acción Popular, sin haber hecho nada. Solo mire al Apra, que ni siquiera se presentó para no mostrar orfandad política.
Sigue sacando cuentas usted. Al final la aceptación de su partido sigue igual de reducida.
Ese 11% es un buen resultado en Lima, para Acción Popular, sin haber hecho nada. Solo mire al Apra, que ni siquiera se presentó para no mostrar orfandad política.
¿Acción Popular ha cambiado su viejo principio de “El Perú como doctrina” por el de “El outsider como doctrina”?
(Se ríe) No, no pues. Esa es una observación tendenciosa.
Lo que pasa es que se han entusiasmado mucho con las declaraciones de Gastón Acurio, que ha dicho que podría ir, si se decide, por la lampa de su partido.
No, Acción Popular no está buscando un outsider, tenemos cuadros que están surgiendo poco a poco. Y hay un sector joven que está asumiendo las riendas del partido.
Si efectivamente hay un sector joven en Acción Popular, usted no cree mucho en ellos. Ni bien Gastón Acurio deslizó la posibilidad de postular, usted salió a decir que su “casa natural” es Acción Popular.
Pero es la verdad. Primero, yo no he lanzado a Gastón. Lo que yo he dado es una respuesta ante su declaración. Y es lógico lo que dije, su padre es miembro directivo del partido, fundador del partido. Mire, el presidente Belaunde tenía un especial cariño por la familia Acurio, él era uno de los principales comensales de Astrid y Gastón, cuando se abrió el restaurante. Iba no solo porque comía bien, sino porque le gustaba conversar con Gastón hijo. De manera que hay una vieja relación entre Acción Popular y él. Es natural que Gastón busque al partido que ha cobijado a su familia. Mire, no creo, por ejemplo, que él se vaya con el Apra.
De acuerdo, pero eso no quiere decir que Acción Popular no busque un outsider. En el 2011 conversaron con Jaime Bayly, por ejemplo, usted mismo lo reveló.
Bueno, Bayly nos buscó, y hablamos con él. PPK también nos buscó.
Así que ustedes son el grupo más atractivo.
Es que somos un partido de prestigio y de una reserva moral que hace que se nos acerquen. Qué culpa tenemos de que nos consideren la novia de toda boda.
Pues si son la novia de toda boda, pueden casarse con cualquiera.
No, no, no. Sabemos escoger y seleccionar. No cualquiera puede pretender nuestra mano (Se ríe).
¿Cómo se definiría a usted mismo? ¿Como el defensor del legado de Fernando Belaunde?
Mi vida ha sido muy influenciada por tres hombres. El primero es mi padre, Domingo García Rada, de él aprendí grandes virtudes, la honestidad a toda prueba, el esfuerzo. También aprendí mucho de mi abuelo Víctor Andrés Belaunde, pasé muchas noches con él, cuando él vivía en Chosica, los últimos años de su vida. Y finalmente está el presidente Belaunde. Siempre que actúo, pienso qué haría Belaunde en mi lugar.
Dudo que don Fernando hubiera estado a punto de agarrarse a golpes con los apristas, como usted.
Perdón, en el 57 Belaunde se batió a duelo con un diputado que lo insultó. El duelo fue a tres asaltos de esgrima. Belaunde salió con cortes en los brazos.
Así que de allí ha sacado la vehemencia.
(Se ríe) No lo sé. Yo he dado respuesta a su pregunta, pero hasta ahora no me he batido a duelo con nadie.
Reconoce ser un historiador frustrado. Sin embargo, tiene un libro en mente, EL EXPEDIENTE PRADO, donde explica su interés por Mariano Ignacio Prado.
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