Malala, una niña contra los talibanes
Su cruzada por defender el derecho a la educación femenina ha hecho que con apenas 15 años la estudiante y bloguera pakistaní haya sido condenada a muerte por los talibanes y nominada al Premio Nobel de la Paz.
Texto: Alejandra Cruz Cuevas.
Fotografía: Agencias
A sus 11 años, Malala Yousafzai gastaba toda su propina en libros. Su mochila de Harry Potter era en realidad un cofre de tesoros. Ahí guardaba la biografía con tapa roja de Benazir Bhutto –la primera mujer que ocupó el cargo de primer ministro de un país musulmán y que fue asesinada en el 2007– y su copia de El Alquimista de Paulo Coelho.
Amaba su escuela. Ese edificio de concreto deteriorado era su lugar favorito. Cada día que asistía a clases, Malala estaba más cerca de alcanzar el sueño que perseguía desde que tenía 2 años: ser médico.
Sin embargo, para mediados del 2008 la gran terraza abierta del colegio era un palco preferencial con vista no solo a las montañas nevadas que rodean el valle de Swat, en el norte de Pakistán. Sino también a la cruzada de los militantes talibanes liderados por Maulana Fazlullah para tomar el control de la zona.
La facción político-militar fundamentalista islámica de Afganistán llegó para enfrentarse con el ejército y luchar contra la secularización. Por la radio, Fazlullah dictaba prohibiciones: a ver televisión, escuchar música, a que las mujeres fueran de compras.
Pero hubo una orden del Talibán que Malala no podía soportar: suprimir la educación de las niñas.
Entonces, en septiembre de ese año, Ziauddin –su padre– la llevó para participar en un evento de la asociación de prensa de la capital provincial, Peshawar. Allí, delante de los medios nacionales, Malala dio un discurso titulado "¿Cómo se atreven los talibanes a quitarme mi derecho fundamental a la educación?", que terminó recibiendo una lluvia de aplausos.
Muchos temían que enfrentar a los talibanes tan abiertamente podría poner a Malala en riesgo. Después de todo, en las plazas de su ciudad, Mingora, ahora colgaban los cuerpos de policías decapitados.
Algunos opinan que Malala simplemente no era lo suficientemente madura para tomar la que fue una decisión de vida o muerte. "Creo que Zia estaba imponiéndole sus ideas acerca de la educación de las niñas", dice el Dr. Mohammad Ayub, un psiquiatra de Swat.
"Era como un terrorista suicida. Le habían lavado el cerebro para ponerse a sí misma en peligro. La prostitución infantil, los niños soldados, los niños trabajadores y los héroes infantiles son todos niños explotados, en mi opinión", agrega Ayub.
Sin embargo, la gente que conoce personalmente a Malala insiste en que ella sabía lo que hacía. "Nadie en este mundo puede dictarle qué hacer a Malala", opina Samar Minallah Khan, un documentalista que conoció a la familia Yousafzai en el 2010.
Aún así, la revista Time, que la nominó como candidata al personaje del año en el 2012, considera que una pionera como ella no habría sido posible sin su padre. Poco después de su nacimiento, Zia incluyó el nombre de su hija en el registro familiar, un hecho sin precedentes en una sociedad dominada por los hombres y que solo reconoce a los hijos varones.
Tres años antes había fundado la Escuela Khushal, a la que asistía Malala, convencido de que una nueva generación de mujeres líderes transformaría Pakistán.
GUL MAKAI
Por ello, a finales del 2008 Abdul Hai Kakar, corresponsal de la BBC para su versión en urdu –la lengua hablada en Pakistán e India–, buscó a Zia para hacerle una propuesta. Querían cubrir la influencia de los talibanes en Swat de una nueva forma: con una colegiala que escribiera un blog anónimo acerca de su vida bajo el régimen de Fazlullah.
Una chica se ofreció, pero sus padres se opusieron por miedo a las represalias. Entonces Malala dio un paso adelante y eligió un seudónimo: Gul Makai, la heroína de un cuento popular. Con ese nombre dictaba semanalmente a Kakar su diario por teléfono. El 3 de enero del 2009 se publicó su primera nota:
"Mientras iba al colegio escuché a un hombre decir 'Te voy a matar'. Apuré el paso y cuando miré hacia atrás el hombre venía detrás de mí. Pero, para mi gran alivio, él estaba hablando por teléfono, así que debía estar amenazando a alguna otra persona".
Las entradas de Malala a su blog en el sitio web de la BBC en urdu, de enero a marzo del 2009, fueron un éxito entre lectores paquistaníes y en los Emiratos Árabes Unidos, India, EEUU, Canadá y el Reino Unido. Además sus notas eran reproducidas regularmente en los medios locales paquistaníes.
El equipo de la BBC protegió su identidad, preocupado por su seguridad. Pero Malala y su padre tenían pocos escrúpulos al hablar en otros escenarios. Entre pancartas y cánticos durante una marcha contra los talibanes, Malala conoció a Hamid Mir, un famoso presentador de la televisión paquistaní. Ella lo convenció de invitarla a su programa.
"Lo único que quiero es una educación. Y no le tengo miedo a nadie", declaraba unos días después Malala ante una audiencia de unas 25 millones de personas. Atrás había quedado el sueño de ser doctora: su misión era la política pues su gente la necesitaba.
Para diciembre del 2009 los talibanes habían sido expulsados de Swat. Entonces su identidad como bloguera de la BBC fue confirmada públicamente por su padre.
En octubre del 2011, el Premio Nobel de la Paz Desmond Tutu nominó a Malala al Premio de la Paz Internacional de la Infancia y con ello la colegiala activista terminó de convertirse en una celebridad en Pakistán.
UNA NUEVA VIDA
De inmediato, Maulana Fazlullah lanzó amenazas en su contra en periódicos y en cartas que deslizaban debajo de su puerta. Cuando esto funcionó, en una reunión celebrada a mediados del 2012 los líderes talibanes acordaron por unanimidad matar a Malala.
El 9 de octubre, Shazia Ramzan, de 13 años de edad, estaba sentada junto a Malala cerca de la parte trasera del camión que hacía las veces de bus escolar. Entre risas las niñas discutían su tarea. Shazia fue la primera en ver al pistolero encapuchado.
"¿Cuál de ustedes es Malala?" gritó el hombre. Las chicas no respondieron. Shazia cree que varias debieron mirarla pues enseguida el hombre le disparó a Malala. La bala atravesó el tejido justo detrás de su ojo izquierdo, rozó el exterior del cráneo, rompió el borde de su mandíbula, pasó por el cuello y se alojó cerca de su hombro.
Su atacante, Attah Ullah Khan, un estudiante de química de 23 años, huyó a Afganistán.
El mundo gritó indignado. Con protestas y vigilias Pakistán y toda la comunidad internacional rechazaron el atentado.
Durante los tres meses de tratamiento y recuperación que Malala pasó en el hospital Queen Elizabeth en Birmingham, Inglaterra, regalos y tarjetas de todo el mundo llegaron hasta su habitación para expresar solidaridad y apoyo.
Malala en respuesta, en las pocas apariciones públicas que hizo, se encargó de dejar claro que su lucha no ha terminado. Para las fotos tomadas luego de su primera cirugía, ella insistió en que se le fotografiara con un libro en la mano y el pañuelo envuelto cuidadosamente para ocultar los daños a su cráneo.
Esta semana, luego de su última cirugía para colocarle una placa de titanio y de ser nominada al Premio Nobel de la Paz, Malala retomó sus labores.
"Esta es una segunda vida. Y quiero ser útil. Quiero que cada chica, cada niño, sea educado. Y por eso hemos organizado el Fondo de Malala”, anunció. El Fondo es una campaña que busca recaudar donaciones para promover la educación femenina en Pakistán y ha sido creada por la ONG Vital Voices.
El viernes Malala salió caminando del hospital hacia su hogar temporal en Birmingham. Está viviendo ahí solo porque su padre tiene un trabajo como asesor especial de Gordon Brown, el enviado especial de la ONU para la Educación Global. En su momento los talibanes no solo se atribuyeron la autoría del atentado, sino que aseguraron que si Malala sobrevivía la atacarían nuevamente. Por ello no se sabe aún si Malala regresará a Mingora.
Allí, Moniba, su mejor amiga, mira el puesto vacío a su lado. "Este es el escritorio de Malala. Va a quedarse vacío hasta que vuelva", dijo a la revista Time. Pero, aunque ella no regrese, ya hay otras 400 niñas que volvieron a las aulas sabiendo que los atacantes de su compañera aún están libres. Estas chicas han vencido el miedo y lucharán por su derecho a estudiar.
fuente: http://www.larepublica.pe/10-02-2013/malala-una-nina-contra-los-talibanes
Emotivo homenaje a “niña más valiente del mundo”
Homenaje a la niña que se enfrentó a los talibanes.
EFE.
La ONU rindió homenaje a la niña "más valiente del mundo", la joven paquistaní Malala Yousafzai, quien celebró su decimosexto cumpleaños con un inspirador discurso en el que pidió otra vez "educación para todos" y en el que defendió que la única vía para cambiar el mundo son "los libros y las plumas".
"El 9 de octubre del 2012 los talibanes me dispararon. Pensaron que con sus balas me callarían para siempre, pero fracasaron", afirmó la joven ante la Asamblea General de la
ONU en su primer discurso en público desde que sobrevivió milagrosamente a un ataque en su país por defender la educación femenina.
Acompañada por el secretario general de la ONU,
Ban Ki-moon, y el ex primer ministro británico Gordon Brown, la activista aseguró que en su "segunda vida" sigue siendo la misma Malala de siempre, con las mismas ambiciones, esperanzas y sueños de antes, de ahí que hoy siga luchando para lograr "educación para todos".
"Tomemos los libros y las plumas porque son nuestras armas más poderosas. Un libro y una pluma pueden cambiar el mundo", subrayó Malala.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/node/1031917
Malala: “Pensaron que con sus balas me callarían, pero fracasaron”
Valiente. La joven paquistaní Malala Yousafzai no ha callado. Entrega un mensaje de esperanza y pregona la paz.
Malala Yousafzai, la adolescente paquistaní atacada por los talibanes en su país, pidió en la ONU que la comunidad internacional redoble los esfuerzos para lograr una "educación para todos".
"El 9 de octubre de 2012 los talibanes me dispararon. Pensaron que con sus balas me callarían para siempre, pero fracasaron", dijo con firmeza la joven, en un inspirador discurso durante el acto organizado por la ONU para celebrar su decimosexto cumpleaños.
La joven aseguró que sigue siendo la misma Malala, con las mismas ambiciones, esperanzas y sueños, y por ello volvió a pedir "educación para todos".
"Tomemos los libros y las plumas porque son nuestras armas más poderosas. Un libro y una pluma pueden cambiar el mundo", subrayó Malala, quien aseguró que "los extremistas siguen teniendo miedo a los libros".
"Queridos amigos, el día que me dispararon los talibán en la frente, a mí y a mis amigas, pensaron que la bala nos silenciaría, pero fallaron. Y aquella bala elevó cientos de voces. A partir de ese día, la debilidad y el miedo murieron. El coraje había nacido", aseguró la joven y ha insistido en que es la misma Malala, "con las mismas ambiciones, esperanzas y sueños".
Malala afirmó que no está en contra de nadie, ni siquiera de los talibanes en su país, y aseguró que incluso si tuviera una pistola y estuviera frente a la persona que la atacó "no dispararía".
Enseñanzas
"Es algo que aprendí de Mahoma, el patrimonio que recibí de Martin Luther King y de Nelson Mandela, la filosofía de la no violencia que aprendí de Gandhi y la madre Teresa... el perdón que aprendí de mi padre y de mi madre", aseguró.
La adolescente paquistaní, que agradeció poder llevar hoy puesto un chador de Benazir Bhutto, reiteró que vino a Naciones Unidas para elevar su voz y pedir "educación para todos los niños".
"El 'Día de Malala' no es mi día, hoy es el día de todos y cada una de las mujeres, niñas y niños que se han atrevido a defender sus derechos", concluyó la valiente joven, quien agradeció "la cantidad de amor" que ha recibido en estos meses de recuperación.
Malala ha garantizado que continuará el viaje emprendido hacia la paz y la educación: "Nadie nos podrá parar. Traeremos el cambio. Creemos en el poder y en la fuerza de las palabras, que pueden cambiar el mundo. Si queremos lograr todo esto, tenemos que atacar con el arma del conocimiento", comentó.
Presencia
Malala fue acompañada por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y el ex primer ministro británico Gordon Brown.
Según la Unesco, 57 millones de niños no van a la escuela, y la mitad de ellos viven en países que padecen guerra.
La cifra de niños en edad de asistir a la escuela primaria que no reciben educación se redujo de 60 millones en 2008 a 57 millones en 2011.
FUENTE:
http://www.larepublica.pe/14-07-2013/malala-pensaron-que-con-sus-balas-me-callarian-pero-fracasaron
Malala Yousafzai: “Es duro matar. Puede que por ello su mano temblara”
Heroína. La estudiante pakistaní, que se convirtió en un ejemplo mundial tras sobrevivir a un intento de asesinato de los talibanes, acaba de recibir el Premio Sájarov. En una entrevista con The Guardian, habla sobre el hombre que intentó matarla, su vida en el Reino Unido y por qué no renunciará a su causa.
El País. España.
Malala Yousafzai afirma que se ha perdido a sí misma: “En Swat, valle situado en la frontera entre Pakistán y Afganistán, estudié en la misma escuela durante 10 años, y allí yo solo era Malala. Aquí soy famosa, aquí la gente piensa sobre mí como la chica que fue disparada por los talibanes. La Malala real está en algún otro lugar y no puedo encontrarla”.
Estamos sentados en un salón de la séptima planta de la nueva biblioteca de Birmingham, desde la que podemos ver la niebla que envuelve la ciudad, un brusco contraste con el “paraíso” de Swat, con sus altas montañas y ríos cristalinos que Malala recuerda con melancolía. Debería ser desesperadamente triste, pero la adolescente de 16 años más famosa del mundo hace difícil sentir pena por ella. En parte se debe a su equilibro, que de alguna manera sugiere una envidiable confianza en sí misma. Pero más que con ello tiene que ver con lo mucho que su conversación se ve interrumpida por la risa.
Y esa risa es a pleno pulmón cuando Malala bromea con su padre, quien está presente en parte de nuestra entrevista. Esto ocurre al hablar sobre su madre. “Ella quiere a mi padre”, dice Malala. Luego, bajando la voz, añade: “El suyo es un matrimonio por amor”. El padre, que prepara un té para Malala y para mí, levanta la mirada y pregunta: ¿Estás segura? ¡Aprende de tus padres!, me dice Malala, que estalla en carcajadas.
Aprender de sus padres es algo sobre lo que Malala sabe mucho. Su madre nunca recibió una educación y la conciencia de las limitaciones que esto suponía para su vida la han convertido en un gran apoyo para Malala y su padre en su campaña contra los intentos de los talibanes por prohibir la educación de las niñas y mujeres. Uno de los más conmovedores detalles de Yo soy Malala, las memorias que Malala ha escrito con la periodista Christina Lamb, es que su madre iba a empezar a aprender a leer y a escribir el día del atentado, el 9 de octubre de 2012.
Quizás por las críticas que ha recibido su padre por ser el responsable de impulsar escuelas mixtas en Swat y defender el derecho de las mujeres a una educación, Malala menciona en más de una ocasión en su libro que nadie creía que los talibanes escogerían a una estudiante como objetivo de sus ataques, incluso si esa estudiante había estado hablando y escribiendo contra la prohibición de la educación femenina desde que tenía 12 años. Si algún miembro de la familia parecía estar en peligro ese era Ziauddin Yousafzai, el padre de Malala. Ziauddin fue disuadido por su hija cuando sugirió que ambos “invernaran” tras recibir unas amenazas muy preocupantes.
El detalle más interesante sobre Ziauddin desvelado en el libro de su hija es su temprano flirteo con el islamismo. Solo tenía 12 años cuando Sufi Mohamed, que más tarde se convertiría en una de las principales figuras entre los extremistas de Swat, llegó a su pueblo para reclutar chicos que se unieran a la yihad contra la Unión Soviética, que durante los años ochenta ocupó Afganistán. Aunque Ziauddin era demasiado joven para luchar, en pocos años se estaba preparando para convertirse en un jihadista que rezaba por el martirio. Años más tarde reconoció que aquellos años fueron un lavado de cerebro del que fue rescatado por su mente reflexiva y la influencia de su futuro cuñado, un nacionalista laico.
La información sobre la experiencia de su padre configura un interesante telón de fondo a los comentarios de Malala cuando le pregunto si alguna vez pensó en el hombre que intentó matarla a su regreso de la escuela hace un año, y por qué sus manos estaban temblando cuando le disparó, un detalle que ella ha recuperado de las chicas del autobús escolar, porque ella no recuerda nada del tiroteo. No hay rastro de rencor en su voz cuando dice que "él era joven, de unos 20 años, podría ser un chico. Y es duro tener una pistola y matar gente. Puede que por ello su mano estuviera temblando. Puede que no supiera si podía hacerlo. Pero a la gente le lavan el cerebro. Por eso llevan a cabo ataques suicidas y matan a gente. No puedo imaginarlo. El chico que me disparó, no puedo imaginarme herirlo, ni siquiera con una aguja. Creo en la paz, creo en la misericordia".
Quizás meditar acerca del valor de la paz y la misericordia sea una forma sana de hacer frente a las balas y a los insultos. Pero, de todas formas, tiene que ser duro ser injuriado, y no solo por los talibanes. En su libro, Malala recuerda que durante su discurso ante las Naciones Unidas recibió elogios provenientes de todo el mundo, pero en Pakistán fue acusada de buscar la fama y el lujo de una vida en el extranjero. Cuando saqué el tema a colación fue el único momento en el que Malala recurrió al Urdu para expresar sus sentimientos: “Dukc to insaan ko hota haijab daikhta haikay uss ka bhai uss kay khilaf hai”.
Naturalmente es doloroso cuando ves a tus hermanos volverse en tu contra. Su voz es apagada, pero rápidamente cambia al inglés y el tono filosófico emerge de nuevo. “Los paquistaníes no pueden confiar”, afirma. “En la historia han visto que, particularmente, los políticos son corruptos. Y son confundidos en el nombre del Islam. Se les dice que Malala no es musulmana, que está trabajando para América, dicen que quizás esté con la CIA o el ISI (los servicios de inteligencia de Pakistán)".
Intento llevar la conversación hacia su nueva vida en el Reino Unido y cómo es su día a día en Birmingham. Claramente hay un choque cultural. Malala cree que el entorno es diferente a todo lo que ella conocía, la manera en la que las chicas interactúan, el modo en el que intercambian rumores y juegan, todo es extraño. Todo el mundo da por descontada la educación; la escuela no es la lámpara de Aladino… la puerta de acceso a un mundo mágico, como lo es para las chicas de Swat. Por el momento, su mayor preocupación parece ser cuántos sobresalientes sacará en los exámenes del próximo curso, pero “lo más duro es que mi vida ahora es muy ajetreada y tengo muchas responsabilidades y deberes con los que he de cumplir”.
Malala será galardonada en México con el Premio Igualdad
La joven paquistaní ya recibió el premio Sájarov por el Parlamento Europeo.
El Gobierno mexicano, a través del Consejo Nacional para
Prevenir la Discriminación (Conapred), anunció hoy que otorgará a la joven paquistaní
Malala Yousafzai el Premio Internacional por la Igualdad y la No Discriminación 2013.
"La joven activista, de 16 años de edad, fue objeto de un ataque armado por talibanes paquistaníes como represalia por sus acciones de defensa al derecho de las niñas y los niños a la educación, tema que hoy promueve a nivel internacional", indicó en un comunicado el ministerio de Gobernación (Interior), del que depende el Conapred, recogido por la agencia efe.
Mediante denuncias en un blog en la BBC, Malala enfrentó al régimen talibán y desafió su prohibición para que las menores no acudieran a las escuelas en la región donde ella residía en Pakistán, por lo que fue condenada a muerte por ese movimiento.
Gracias al apoyo internacional, la menor fue intervenida quirúrgicamente y fue trasladada al Reino Unido donde continúa su educación. La joven ha recibido galardones internacionales, como el premio Sájarov por el Parlamento Europeo.
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