Una escuela shipiba en Lima
Maestros llegados desde Pucallpa luchan para conservar su identidad en un colegio de Cantagallo, donde dictan clases en su lengua nativa y en español.
Texto: Raúl Mendoza .
Fotografía: Paola Paredes.
Fotografía: Paola Paredes.
En la puerta de todas las aulas del colegio 'Comunidad Shipiba' de Cantagallo está escrita la palabra 'Bekanwe', es decir 'bienvenidos', en la lengua de ese pueblo amazónico. En los salones se puede ver algunos niños con uniforme escolar y también a varios de ellos vistiendo sus trajes típicos. En el aula de tercer grado, la profesora Emma Franco lleva una blusa tradicional de su pueblo y una falda bordada con diseños geométricos que ellos llaman kené. La cultura shipiba ha estado muy presente en esta escuela desde su fundación en el 2008, pero recién hace un año fue declarada 'institución educativa intercultural bilingüe'.
Es decir, apenas el 2012 se oficializó la enseñanza de la lengua shipiba en este colegio y se variaron los contenidos de los cursos para darle una temática más vinculada a su cultura. En el aula de Emma hay pegada una frase en la pared con letras de papel: "Hatixonbira non atianke tso abira baneyamai" que significa "Todos podemos aprender, nadie se queda atrás". Es una muestra de sus esfuerzos por conservar su lengua y su identidad en Lima.
Emma cuenta que cuando llegó a comienzos de año encontró que los niños, incluso los que dominaban la lengua shipiba, no querían hablarla. "Pasa que sus padres quieren que aprendan castellano, que cambien y se adapten a la capital. Y no les hablan en su lengua", dice.
Emma es parte de un grupo de cinco profesores shipibos que llegaron al colegio en los últimos dos años. Ellos trabajan ahora para evitar que los conocimientos de su pueblo desaparezcan en la ciudad. Emma, cuyo nombre shipibo es Metzabica ("mujer bella") y vino este año desde Pucallpa, constató que los padres evitan transmitirles su cultura a sus hijos.
Por eso conversó con la mayoría de ellos para que les hablaran en la lengua shipiba y no dejaran de enseñarles su arte, sus diseños y el conocimiento que traen de la amazonía. Ha logrado que le hagan caso. "Si los niños no hablan su lengua, cuando crezcan no le enseñarán a sus hijos –dice– y la tradición no continuará".
Shipibo soy
El director del colegio se llama Gilberto Soto y también es shipibo. Él cuenta que aquí en la capital hay otra realidad. "Los niños shipibos nacidos en Lima no saben, por ejemplo, qué es una carachama (un pez de río), una patarashca (una comida) o cuáles son las plantas medicinales y para qué sirven. Hay muchas cosas que ignoran y eso es lo que queremos enseñarles", explica. Él es profesor bilingüe desde hace 14 años, ha trabajado por toda la selva y en zonas de frontera, y es el director de esta escuela desde hace dos años. "Los niños de la escuela deben saber qué pueblo somos y de dónde venimos", dice convencido.
El colegio Comunidad Shipiba está enclavado en el corazón del asentamiento shipibo de Cantagallo, tiene unos 200 alumnos y está construido de madera. Las instalaciones son precarias y uno de sus problemas es que solo tiene agua algunas horas por la noche. Por eso, en varios de los salones hay botellas con agua y jabones para que los niños se laven las manos y no se enfermen. Hace unos años los padres colaboraron para hacer la loza deportiva donde los niños salen a jugar en el recreo.
Esa pobreza de recursos no ha detenido las ganas de los profesores shipibos: ellos enseñan sobre su cultura a través de canciones, danzas y relatos. En el salón de inicial –para los niños de 5 años– la profesora Doris Muñoz, que vive hace un año en Lima y llegó desde la comunidad de Nuevo San Juan, Pucallpa, les enseña con cantos a sus alumnos. "Así aprenden más rápido. Aquí la mayoría entiende pero como son menores no hablan. Algunos saben algunas frases, pero no más", explica. Hace unos días la pudimos ver en clase mientras enseñaba los nombres de los colores: Panshin (amarillo), Fushin (rojo) y otros más. También repasaban los días de la semana y los saludos.
Doris explica que usualmente en Lima los shipibos tienen parejas que no son nativos y ellos son los que imponen sus costumbres y ponen en peligro su identidad. Desde que ella ha llegado, les ha pedido que cuando puedan manden a sus hijos a la escuela con sus trajes típicos. En la comunidad shipiba en Lima la mayoría de las mujeres saben hacer artesanías y bordados tradicionales, mientras que los hombres saben pintar en lienzo o hacer tallados en madera. "Pero aquí en Lima muchos de ellos trabajan como obreros en las fábricas", precisa Doris.
En el salón de cuarto grado el profesor Ricardo Fachín ha logrado que la mayoría de sus alumnos entienda, hable y escriba en lengua shipiba. Incluso este año tiene tres alumnos shipibos nuevos que han venido de comunidades de la amazonía y han logrado un intercambio de conocimientos con sus compañeros urbanos. "Además de los conocimientos milenarios sobre la naturaleza, los niños también deben aprender nuestras expresiones artísticas", dice. El profesor Fachín, que ha enseñado por 15 años en comunidades amazónicas lejanas, también enseña su lengua nativa en las clases de sus colegas no shipibos.
Otro de los profesores bilingües es Teófilo Sánchez, nacido en la comunidad de Baguanishu, Pucallpa, quien enseña a los niños de cuarto grado. "Cuando yo llegué el año pasado los niños no querían hablar, ni leer, nada, pero ahora hablan y cantan en nuestra lengua. Eso me hace sentir orgulloso porque siento que, junto a mis colegas shipibos, hemos logrado un cambio", comenta. Él siente que el director y los maestros bilingües que llegaron aquí desde el año pasado están en una cruzada para que la cultura shipiba no se pierda. Y están teniendo éxito.
Orgullo amazónico
El cambio logrado en los últimos tiempos se nota en que ahora ya los niños no se avergüenzan de hablar en la lengua de sus padres. Lo comprobamos con Isaí, Priscila, Sandro y Lisett, todos de 10 años, que conversaron con nosotros en español y shipibo, cantaron un par de canciones en lengua nativa –que hablaban de los loros y de los juanes– y nos dijeron cuáles eran sus nombres dentro de la comunidad (es distinto al nombre español y tiene un significado. Por ejemplo: Muninla es 'mujer hábil'). Ellos nacieron en Pucallpa y vinieron a Lima bebés. Las dos niñas llevan puestos sus trajes tradicionales y los dos niños tienen uniforme escolar, pero el de Isaí muestra un gran detalle: toda la espalda de su camisa blanca está bordada con los diseños laberínticos y hermosos del kené.
El director del colegio, Gilberto Soto, cuenta que hay un tema pendiente: este año egresa la primera promoción de primaria y todavía no hay un centro secundario en Lima que les dé formación intercultural. "Con toda la comunidad hemos pedido al ministerio de Educación que el 2014 exista un colegio a donde vayan nuestros alumnos", dice. La lucha por defender su identidad y su cultura continúa.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/21-04-2013/una-escuela-shipiba-en-lima
Enlace: http://www.iiap.org.pe/
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