Un ser muy, pero muy especial me
envió un meme en la que decía: “MI PAPÁ BIEN ENCARIÑADO CON LA MASCOTA QUE NO QUERÍA
ACEPTAR EN LA CASA” y le escribí plus
minusve así:
Le quiero a tu hija putativa como
si fuera mía. La quiero porque es un
ser vivo. La quiero porque tú la
quieres. La quiero porque dentro de su
bravura nos quiere, too. La quiero
porque ya es parte de la familia, ¡¡¡es de la familia!!!. La quiero, pese a ese fétido olor
(¡¡¡¡báñame mamá, se deja escuchar!!!
¡¡¡que no se bañe, que no se bañe!!!, corean temerosas las pulgas
vaticinando lo esperable) a pishpi. La
quiero pese a esos mordiscos 'inusitados' que cada vez mengua nuestros enseres
culinarios y electrónicos; ahora nos tenemos que ir hacia el televisor a
cambiar de canal: grrrrr La quiero pese
a sus memorables shapshiquiadas. La
quiero pese a los submarinos que pululan en la futura sala y por doquier. La quiero pese a varios ishpay que
circunstancialmente deja en la cama de ambos cuartos. La quiero porque me brinda mayor seguridad
debido a su feroz raza, pero que nosotros la hacemos olvidar con nuestro
exagerado cariño y engreimiento; a ella le consta. La quiero porque ha permitido que
compartamos varias salidas a trotar en estas mañanas invernales: yo, contento
por salir con mi primogénita y con mi benjamina y tú...too. La quiero también porque ha permitido
unirnos no sólo en las buenas sino también...aparecimos, pasadas las 22 horas,
en la veterinaria. ¿Recuerdas que
tuvimos que llamar a esa hora a tu prima para que nos facilite la consulta? Gracias
a Dios que fue un susto.
Por eso, la quiero. Por eso, me encariño con la mascota que no
quería aceptar en la casa.
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