Cien años después, la Amazonía recuerda uno de sus episodios más trágicos
Los indígenas de la región amazónica han recordado en silencio durante cien años la humillación, el dolor y la muerte ocasionados a inicios del siglo XX por la explotación del caucho.
Pero este 12 de octubre uitotos, boras, okainas y muinanes conmemoraron públicamente la tragedia, convencidos de que un mejor futuro no puede prescindir de las enseñanzas del pasado.
"El objetivo es revisar lo que pasó hace cien años y convertir toda esa mala historia en cosas buenas para el beneficio de la nueva generación", le dijo a BBC Mundo Jesús Teteye, taita (médico tradicional) del pueblo bora, una de las tribus que estuvieron a punto de ser diezmadas por los empresarios del caucho.
"Tenemos una historia tan grande, tan fuerte, tan dolorosa… Pero los ancianos ya están cerrando parte de esa historia para, como decimos por aquí, "abrir el nuevo canasto'", explicó por su parte Raúl Teteye, rector del colegio indígena que ahora opera en la infame "Casa Arana", en La Chorrera, en el departamento colombiano de Amazonas.
La "Casa Arana" es el centro de la conmemoración, que reune a indígenas llegados de Perú y Brasil, así como representantes de la comunidad internacional y del gobierno colombiano.
La edificación era, hace cien años, el principal centro de acopio de caucho de la zona.
Y su propietaria, la peruano-británica Peruvian Amazon Company, hizo su fortuna explotando brutalmente a los pueblos indígenas amazónicos, mediante la amenaza, la tortura, la esclavitud y el asesinato.
Genocidio
Los abusos de la cauchería fueron documentados en su momento por el cónsul británico en Manaos, Roger Casement, el protagonista de la novela de Mario Vargas Llosa "El sueño del celta".
Según su "Libro azul del Putumayo", publicado en 1912, para esa fecha más de 40.000 indígenas habían fallecido durante la primera fiebre del caucho.
Y como resultado de las denuncias de Casement, la Peruvian Amazon Company se desintegraría un año más tarde.
La "Casa Arana", sin embargo, continuaría operando hasta 1932. Y los indígenas de la zona estiman en 100.000 el total de las vidas perdidas por causa de los abusos de los empresarios del caucho.
"Fue un genocidio. Es algo que casi no se conoce en el mundo afuera de Colombia, pero tiene una importancia tremenda y mucha relevancia en asuntos de derechos humanos, medio ambiente, derechos indígenas, inversión", le dijo a BBC Mundo el embajador del Reino Unido en Colombia, John Dew, uno de los invitados al acto.
"Y es importante mostrar con mi presencia que los tiempos han cambiado y que tenemos el mismo compromiso con los derechos humanos hoy día que teníamos en la época de Casement", agregó el diplomático británico.
Para Raúl Teteye, por su parte, la actividad también es una oportunidad para que los gobiernos de Colombia, Perú, Brasil "y sobre todo la Gran Bretaña, que fue la que financió parte del dinero con el que se hizo la empresa acá, puedan hacer hacia el futuro enseñanza a sus jóvenes de como se degrada una persona humana, de como un ser humano puede ser tan horrible para el ser humano como lo fue en esa época de la Casa Arana".
"Estamos trabajando para tener esa esperanza hacia el futuro", le dijo además a BBC Mundo.
"Pero sin desconocer nuestra historia tan dolorosa. Sabiendo que, en cualquier momento, en otras partes o en este mismo lugar, puede volver a suceder" agregó.
Disculpas
La ocasión también estuvo marcada por las disculpas que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ofreció en nombre del estado colombiano.
"A las comunidades de los pueblos Uitoto, Bora, Okaina, Muinane, Andoque, Nonuya, Miraña, Yukuna y Matapí, a todos pido perdón por sus muertos, por sus huérfanos, por sus víctimas", dijo el mandatario en un mensaje enviado desde Bogotá.
"Estas comunidades nos han convocado a nombrarlos hoy, a reconocerlos, a honrarlos, a reconstruir con ellos la memoria de esos hechos. Sus hijos y sus nietos hoy nos convocan a pedir, en nombre del Estado colombiano, perdón por su tragedia", dijo el presidente, quien tenía originalmente previsto asistir a la conmemoración, pero se vio obligado a quedarse en la capital colombiana por recomendación médica.
Para Jesús Teteye hay que convertir "la mala historia" en cosas buenas para la nueva generación.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/10/121012_colombia_genocidio_casa_arana_caucho_amazonia_aw.shtml
El Caucho y los pueblos indígenas
El día de hoy terminé de leer la novela “El sueño del Celta” de Mario Vargas Llosas, novela que me fue regalada en la navidad del 2010, la cual por diferente motivos siempre la dejaba a medias, o mejor dicho no pasaba del primer capitulo. Sin saber lo que me esperaba, iniciando el 2013, me propuse leerla completamente, y pensé encontrarme con algo más parecido a Travesuras de la Niña Mala, es decir una historia de desdicha amorosa en un entorno globalizado. Sin embargo, la historia está enfocada en la vida de Sir Roger Casement, un cónsul británico de origen irlandés que a inicios del siglo XX denunció los abusos cometidos en el Congo y la selva peruana y que luego militó activamente a favor de la causa del nacionalismo irlandés . Sorpresa la mía encontrarme con una historia cruda, ambientada en medio de las torturas a las que eran sometidos los pueblos indígenas del Congo y la Amazonía peruana en los territorios ocupados principalmente por las empresas comercializadoras del caucho. Y más grande e ingrata fue mi sorpresa, al corroborar gracias a la magia del google, que esas atrocidades como la mutilación de las manos, la toma en calidad de rehenes a los familiares de los trabajadores como medida de extorsión o la caza de humanos de forma deportiva distaban mucho de la ficción, y que pese a la crudeza fueron totalmente reales. En el caso africano, precisamente en los que es actualmente la República Democrática del Congo, durante la instalación de Estado Libre del Congo de 1885 a 1908, que fue un régimen colonialista bajo el mando del Rey Leopoldo II de Bélgica, quién consideró a este vasto territorio como su propiedad privada, se calcula que las victimas de los asesinatos en masas y las mutilaciones mortales habrían sido entre cinco y diez millones de muertos.
La fiebre del caucho en el mundo se inicia con el descubrimiento de la vulcanización y del neumático a mediados del año de 1850, usado en sus inicios en las llantas de las recién masificadas bicicletas y posteriormente en los vehículos. La necesidad del caucho originó la creación de grandes empresas de aspecto colonizadoras que se aventuraban a instalarse en las selvas amazónicas de los países de América del Sur, principalmente en el Brasil, Perú y Colombia, y de igual manera en países del África Tropical como en Guinea, Liberia y El Congo. En ambos casos tanto en el ámbito americano y el africano, las empresas con la venia de los gobiernos o potencias colonizadoras, utilizaron a las poblaciones originarias o como se les denominaba en esa época “los salvajes”, como la principal mano de obra en la extracción y recolección del caucho generalmente sin pago alguno. Estas cruzadas de colonización industrial de las selvas del África y América, fueron legitimazadas por el mundo “civilizado” argumentando que en nombre del comercio, la civilización y el cristianismo los “salvajes” lograban un desarrollo social, el cual tenían que pagar con trabajo.
En estos asentamientos de extracción de caucho se cometieron un sinfín de maltratos, violaciones, mutilaciones, y asesinatos. Existe una frase en lingana, principal idioma del noreste de la República Democrática del Congo, que recita matofi pilamoko akufi que se traduce como El Caucho es como la Muerte, la cual refleja el terror que se sembró en los años de la explotación del caucho en donde los millones de muertos no sólo fueron producto de las violaciones y atropellos que cometían los colonizadores contra las tribus originarias, también muchos morían por las enfermedades que estos trajeron consigo, como la sarampión, el refriado y la neumonía.
Al margen de sorprenderme con esta parte de la historia tan oscura que realmente desconocía, es lamentable que muchas cosas en la actualidad no hayan cambiado y que el atropello a las tribus en pro de la “civilización” se mantenga de la misma forma. Las denuncias a nivel internacional que ha hecho la organización SURVIVAL de diferentes casos de atropello contra los derechos de las tribus del Brasil, Etiopía, India o Perú son escalofriantes. El no respeto a las tribus no contactadas, que por decisión propia, han elegido mantenerse alejadas de toda la “civilización” y seguir viviendo de una forma natural dentro de su cosmovisión de la naturaleza y su propio ordenamiento social, es muchas veces incomprendido hasta por los mismos gobiernos, como en el caso de los Awà del Brasil que son una de las tribus mas amenazadas al día de hoy a nivel mundial, victimas de las deforestaciones de los madereros, en donde el gobierno del Brasil poco a hecho para defenderlos, o como en el caso de los Granandarneses, vecinos de los Sentileneses, que eran una tribu no contactada en el archipiélago indio de Adamán, que pasaron de ser 5000 miembros a sólo 41 después del “contacto”.
El hombre de la ciudad debe aprender a respetar a los hombres de la selva, a entender que cada uno tiene su espacio y comprender que ellos se encuentran en una clara desventaja frente al crecimiento desmesurado de la urbanización y todo lo que implica ello. Debemos comprender que las tribus poseen otra noción de desarrollo que se vincula al espacio geográfico que habitan y va mucho más allá de las necesidades humanas para transcender en el desarrollo espiritual que tienen con su ecosistema, que tienen su propio lenguaje, costumbres, y formas de comprender el mundo y que estos son vulnerables a ser extinguidos ante el contacto con el mundo “civilizado”. La historia ya nos ha demostrado que los salvajes no fueron ni son las tribus si no por lo contrario, los salvajes han sido aquellos que por su afán de poder y dinero, dejaron y dejan huella de la mayor brutalidad y bestialidad a la que puede llegar el hombre.
Jonathan Rossi
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