domingo, 1 de septiembre de 2013

LIMA ecología e historia.


Las verdes lomas del invierno.


Las Lomas de Lúcumo son gestionadas por la comunidad de Quebrada Verde y reciben más de 11 mil visitas al año.

Veinte mil hectáreas de lomas reverdecen en la capital. Están en Villa María del Triunfo, San Juan de Lurigancho y Pachacamac. En esos extramuros de la ciudad la comuna limeña impulsa ahora circuitos de ecoturismo local. Vaya a visitarlos antes de que cambie la estación.
Texto: Raúl Mendoza.
Son las 12 del mediodía en el asentamiento humano Edén del Manantial, en Villa María del Triunfo, y la neblina le da un halo fantasmal a todo. Las casas de los pobladores ocupan la parte baja de las lomas que existen aquí, pero las partes altas están libres y albergan una gran variedad de plantas y animales. Ese ecosistema busca ser preservado: se acaba de inaugurar un circuito para recorrer estos paisajes naturales por senderos señalizados. La idea es que las lomas sean un atractivo del lugar y no las destruyan.
“Quien conoce el valor de lo que tiene, lo quiere y lo cuida”, dice doña María Huertas, dirigente y pobladora de la zona. Ella llegó hace 14 años y vio cómo muchos cerros cercanos se poblaron de gente. Ahora está consciente de que las lomas, que siempre reverdecen en invierno por la humedad, deben conservarse. “Hemos ocupado gran parte, pero hay que dejar los cerros en paz. No debe haber más invasión”, dice. Junto a sus vecinos cuidan y conservan su circuito ecoturístico.
A este lugar se le conoce como las lomas de Paraíso. Está sobre los asentamientos humanos Quebrada Alta de Paraíso y Edén de Manantial. A veinte minutos de iniciar el recorrido nos damos con una sorpresa: encontramos flores de Amancaes, amarillas y lozanas, a pesar de que el tiempo de su floración ocurre en julio. Estas lomas y las de Lúcumo son prácticamente las únicas de Lima donde aún sobrevive esta flor. En las lomas de Lachay, por ejemplo, desapareció en los años cincuenta.
También se puede encontrar aquí el árbol de mito o papaya silvestre, una especie que alcanza hasta seis metros de altura y está en peligro de desaparecer. O la tara, una especie oriunda del Perú que crece en las lomas y que tiene unos frutos de los cuales se obtienen tintes. También ortigas en abundancia, que contribuyen a la conservación del terreno porque sus hojas atrapan la humedad y además sirven como refugio a la fauna local. Otra especie es el guarango, aunque cada vez hay menos ejemplares.
“Aquí hay muchos animales, pero están escondidos entre la vegetación”, dice María Huertas. Cuenta que abundan las vizcachas, pero se esconden en las rocas al menor ruido. Y muchas lechuzas que por la tardes hasta revolotean cerca de las casas. “También hay unos pajaritos de pecho rojo –el turtupilín– y gavilanes y halcones”, explica. Ese es el valor de las lomas: durante cuatro o cinco meses son un bolsón de naturaleza verde y viva a pocos minutos de la ciudad.
El circuito que recorre las Lomas de Paraíso tiene tres kilómetros y atraviesa zonas de interés: el nacimiento de lo que fue un manantial, sitios con gran variedad de plantas y lugares donde se ve con frecuencia a los animales que habitan los cerros. En la parte alta hay “miradores” naturales desde donde se aprecia el contraste entre la ciudad gris y las lomas verdes. Por momentos la neblina lo cubre todo, pero se disipa en minutos. Aquí se han registrado unas 100 especies de plantas y 20 de aves.
La información histórica dice que en épocas prehispánicas toda el área que hoy ocupa Villa María del Triunfo era zona de lomas invernales. En la actualidad solo sobreviven 1.300 hectáreas de ellas por la ocupación urbana. Por eso la Municipalidad de Lima  impulsa el programa Lomas de Lima, que busca hacer intangibles, en principio, tres de estos sitios: las Lomas de Paraíso en Villa María del Triunfo, las de Mangomarca en San Juan de Lurigancho y las de Lúcumo en Pachacamac.
Rescate verde
Gunther Merzthal, subgerente de medio ambiente del concejo limeño, señala que “existen unas 70 mil hectáreas de lomas costeras desde Ancón hasta San Bartolo, que involucran 19 distritos”. Unas 20 mil hectáreas aparecen todos los inviernos desde junio hasta octubre y las otras 50 mil aparecen durante el fenómeno de El Niño. ¿Por qué importa su preservación? Porque las lomas proveen aire puro a la ciudad y tienen un gran valor recreacional y paisajístico.
La creación de estos circuitos como parte del programa Lomas de Lima busca darles uso ecoturístico, involucrar a la población en su conservación y disfrute, y con ello frenar la invasión. Ya hay un pedido de la municipalidad limeña al Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas  para declararlas intangibles.
Un ejemplo de buena gestión ha sido la zona de Lomas de Lúcumo administrada desde el 2003 por la comunidad de Quebrada Verde. Ahí cuentan con un centro de información sobre la flora y fauna local, servicios higiénicos, pobladores capacitados como guías, una página web que describe sus servicios y una tarifa de entrada que va de 3 a 5,5 soles. Todos los ingresos sirven para la conservación y señalización del circuito.
Llegamos hasta ahí en época invernal y pudimos comprobar que los cerros que hasta junio eran secos y pedregosos, en agosto ya estaban totalmente cubiertos de verde. En Lúcumo llama la atención la gran cantidad de gigantescas formaciones rocosas, y una gran variedad de aves que se pueden ver a simple vista. Muchos deportistas vienen a practicar escalada en roca, ciclismo de montaña o simplemente a caminar por tres o cuatro horas.
Lúcumo tiene 3 mil hectáreas, 80 especies de animales y 240 de plantas. Es el sistema de lomas más grande de Lima y contribuye al desarrollo de la población aledaña. Jacinto Mendoza, presidente de la Asociación Ecoturística Lomas de Lucumo, cuenta que aquí llegan colegios, grupos de familias, deportistas o turistas. Lúcumo es un buen ejemplo de cómo la conservación del patrimonio natural puede ser fuente de ingresos.
La Municipalidad de Lima también ha habilitado un circuito en las Lomas de Mangomarca, San Juan de Lurigancho, donde además del paisaje hay restos prehispánicos cerca. En la parte baja se puede pasar por la Fortaleza de Campoy y arriba hay senderos señalizados que van de dos a cuatro horas de caminata. Son lomas de menor extensión, pero hay puntos con hermosas vistas del valle del Rímac.
Los tres circuitos ya existían pero la Municipalidad de Lima los formalizó y mejoró –con limpieza y señalización– como medida inmediata para frenar la posibilidad de invasión. En Edén del Manantial, por ejemplo, la señora María Huertas nos dice: “Ahora que la municipalidad ha inaugurado el circuito, la gente de este y de otros asentamientos cercanos ya no me molesta diciéndome “¿para qué cuidas lo que no es tuyo?”.
En estas Lomas de Paraíso, Villa María del Triunfo, hay 15 pobladores capacitados para ser guías, pero todavía no tienen una caseta de atención y la entrada –por ahora– es simbólica. Como un aporte para mejorar el circuito que doña María y sus vecinos abrieron, pide al gobierno que complete el tramo de un kilómetro sin asfaltar que hay entre el último paradero de combis y las casas ubicadas cerca de las lomas. Esa subida se moja por la lluvia y se hace barro. “Sin pista, los visitantes van a sufrir para llegar”, dice. Ahí ponemos su pedido.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/25-08-2013/las-verdes-lomas-del-invierno

FUENTE: http://elcomercio.e3.pe/66/ima/0/0/4/2/5/425361.jpg

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