miércoles, 13 de marzo de 2013

PAPA FRANCISCO


Los discursos más polémicos de Francisco I como Arzobispo de Buenos Aires

Jorge Mario Bergoglio hizo alusión a la pobreza, la droga y la prostitución infantil en estos videos
En el Día internacional de la lucha contra la explotación sexual y trata de personas, Francisco I, en ese entonces solo Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, emitió un discurso en Constitución. "La esclavitud no está abolida, en esta ciudad está a la orden del día bajo diversas formas", denunció. "Esta ciudad fracasó y sigue fracasando en sacarlo de esa esclavitud estructural", agregó en referencia a los menores de edad que trabajan en la calle. Según el presentador del programa que emitió este video, también afirmó que "se cuida mejor a un perro que a un hermano".

Bergoglio Los derechos humanos también se violan con la extrema pobreza

En otra ocasión, el primer Papa argentino y latinoamericano se manifestó contra la pobreza, la cual dijo "pone en riesgo la vida y posibilidad de florecimiento". También dijo que "la deuda social en el país es inmoral, injusta e ilegítima". Finalmente, se refirió a los derechos humanos: "se violan no solo por el terrorismo, asesinatos, violaciones, sino también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y de estructuras económicas injustas que originan las grandes desigualdades".
El primer jesuita no se olvidó de criticar la corrupción en su país. Pidió a la Virgen que "cuide a aquellos que son los más olvidados, aquí siempre hay lugar para ellos". Agregó que "lA Virgen siempre cuidó a los más pobres, los que para los suficientes no cuentan, pero aquí sí que son tenidos en cuenta. No tenemos derecho a bajar los brazos llevados por la desesperanza".

Vaticano. Viernes, 22 de marzo de 2013

Papa Francisco cambió trono de oro por sillón blanco



Se presume que es un gesto de humildad por el religioso.
En una reciente visita de diplomáticos al Vaticano, sede de la Iglesia Católica, se pudo apreciar que el Papa Francisco estaba sentado en un sillón blanco, mientras recibía a los visitantes. El tema es que ese sillón no es el que típicamente emplea el pontífice.
Como puede apreciarse en la foto de la parte superior de esta notaBenedicto XVI, ex papa, empleaba un lujoso trono de oro. Dicho asiento es radicalmente distinto al elegido por Francisco, quien no ha cumplido ni un mes como Sumo Pontífice.
Diversos medios han destacado que este hecho, el reemplazo del asiento, es un gesto de humildad del papa originario de Argentina.
“Papa Francisco decidió marcar una huella en austeridad y simpleza. (…) Tal es el caso del uso de un sillón blanco en lugar del tradicional trono”, indica Terra. No obstante, se desconoce si hay otro motivo que justifique el nuevo asiento.
¿Qué opinan de este cambio en el Vaticano? Comparta sus opiniones en la sección de comentarios.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/22-03-2013/papa-francisco-cambio-trono-de-oro-por-sillon-blanco

El papa Francisco incomoda al clero tradicionalista


Vaticano. El sumo pontífice se ha ganado muchos corazones, pero ha conturbado a los católicos tradicionalistas que adoraban a su antecesor Benedicto XVI.
Nicole Winfield. AP.
La decisión de Francisco de desatender una regla de la Iglesia y lavar los pies a dos jovencitas, una musulmana serbia y una católica italiana, durante el ritual del Jueves Santo, ha sido para esos tradicionalistas la gota que derramó el vaso: una evidencia de que el nuevo papa tiene poco o nulo interés en una de las prioridades de Benedicto: revivir las tradiciones anteriores al Concilio Vaticano II en la Iglesia.
Uno de los "blogs" tradicionalistas con más lectores, "Rorate Caeli", reaccionó a la ceremonia del lavatorio declarando que había muerto el proyecto de ocho años de Benedicto para enderezar lo que el entonces pontífice consideró interpretaciones erróneas de las reformas modernizadoras del Concilio.
Un comentarista afín a esas ideas tradicionalistas en Argentina, el país natal de Francisco, es Marcelo González, quien reaccionó a la elección de Francisco con un artículo titulado "¡El Horror!". González afirmó que Jorge Mario Bergoglio, el actual papa, no realizó prácticamente esfuerzo alguno como arzobispo de Buenos Aires por revivir la antigua misa en latín, una causa abrazada por Benedicto XVI y por los tradicionalistas.
Prácticamente todo lo que ha hecho Francisco desde que fue elegido papa –cada gesto y decisión– ha disgustado a los tradicionalistas.
La noche del 13 de marzo, cuando se le eligió en el cónclave, Francisco salió al balcón central de la Basílica de San Pedro sin la "mozzetta", la capa de terciopelo rojo y piel de armiño usada por los anteriores papas durante actos oficiales. En vez de ello, vistió una sencilla túnica blanca. Ese gesto se convirtió en un símbolo del rechazo de Francisco a los atavíos del papado. Para algunos representó además un desdén al pontificado de Benedicto XVI, dado que el papa alemán buscó revivir muchas vestimentas litúrgicas de sus antecesores.
Inmediatamente después, cuando los cardenales le juraron obediencia, Francisco no los escuchó desde una silla o pedestal, como hicieron otros pontífices. Permaneció de pie, al mismo nivel que los cardenales.
Ello seguramente lastimó a los tradicionalistas, quienes recuerdan con nostalgia los días en que los papas usaban la silla gestatoria, una suerte de trono portátil, sobre el que eran llevados en andas. Posteriormente, Francisco ha exhortado a "intensificar" el diálogo con el Islam, un gesto que irrita a los tradicionalistas.
El nuevo pontífice causó también azoro al rechazar la cruz pectoral que le ofreció, justo después de su elección, monseñor Guido Marini, el gurú vaticano en materia litúrgica. Marini ha permanecido al lado de Francisco mientras el nuevo papa le imprime su propio sello a las misas, con vestimenta más sencilla y homilías improvisadas. Pero muchos esperan que el nuevo obispo de Roma nombre pronto a un nuevo maestro de ceremonias litúrgicas, más afín a sus prioridades de llevar a la gente común el mensaje de amor y servicio de la Iglesia, sin los ornamentos de su antecesor.
CLAVES
En el acto de Jueves Santo, dentro de la prisión de jóvenes en Roma, el papa se arrodilló para lavar y besar los pies de 12 reclusos, incluidas dos mujeres.
Las reglas litúrgicas indican que solo pueden participar hombres en el ritual, dado que todos los discípulos de Jesús eran varones. Francisco, empero, es la cabeza de la Iglesia, de modo que, en teoría, puede hacer lo que le plazca.


El hombre que estorbaba.A propósito del papa  Benedicto XVI. 

No sé por qué ha sorprendido tanto la abdicación de Benedicto XVI; aunque excepcional, no era imprevisible. Bastaba verlo, frágil y como extraviado en medio de esas multitudes en las que su función lo obligaba a sumergirse, haciendo esfuerzos sobrehumanos para parecer el protagonista de esos espectáculos obviamente írritos a su temperamento y vocación. A diferencia de su predecesor, Juan Pablo II, que se movía como pez en el agua entre esas masas de creyentes y curiosos que congrega el Papa en todas sus apariciones, Benedicto XVI parecía totalmente ajeno a esos fastos gregarios que constituyen tareas imprescindibles del Pontífice en la actualidad. Así se comprende mejor su resistencia a aceptar la silla de San Pedro que le fue impuesta por el cónclave hace ocho años y a la que, como se sabe ahora, nunca aspiró. Solo abandonan el poder absoluto, con la facilidad con que él acaba de hacerlo, aquellas rarezas que, en vez de codiciarlo, lo desprecian.

No era un hombre carismático ni de tribuna, como Karol Wojtyla, el Papa polaco. Era un hombre de biblioteca y de cátedra, de reflexión y de estudio, seguramente uno de los Pontífices más inteligentes y cultos que ha tenido en toda su historia la Iglesia católica. En una época en que las ideas y las razones importan mucho menos que las imágenes y los gestos, Joseph Ratzinger era ya un anacronismo, pues pertenecía a lo más conspicuo de una especie en extinción: el intelectual. Reflexionaba con hondura y originalidad, apoyado en una enorme información teológica, filosófica, histórica y literaria, adquirida en la decena de lenguas clásicas y modernas que dominaba, entre ellas el latín, el griego y el hebreo. Aunque concebidos siempre dentro de la ortodoxia cristiana pero con un criterio muy amplio, sus libros y encíclicas desbordaban a menudo lo estrictamente dogmático y contenían novedosas y audaces reflexiones sobre los problemas morales, culturales y existenciales de nuestro tiempo que lectores no creyentes podían leer con provecho y a menudo –a mí me ha ocurrido– turbación. Sus tres volúmenes dedicados a Jesús de Nazaret, su pequeña autobiografía y sus tres encíclicas –sobre todo la segunda, Spe Salvi, de 2007, dedicada a analizar la naturaleza bifronte de la ciencia que puede enriquecer de manera extraordinaria la vida humana pero también destruirla y degradarla– tienen un vigor dialéctico y una elegancia expositiva que destacan nítidamente entre los textos convencionales y redundantes, escritos para convencidos, que suele producir el Vaticano desde hace mucho tiempo.
A Benedicto XVI le ha tocado uno de los periodos más difíciles que ha enfrentado el cristianismo en sus más de dos mil años de historia. La secularización de la sociedad avanza a gran velocidad, sobre todo en Occidente, ciudadela de la Iglesia hasta hace relativamente pocos decenios. Este proceso se ha agravado con los grandes escándalos de pedofilia en que están comprometidos centenares de sacerdotes católicos y a los que parte de la jerarquía protegió o trató de ocultar y que siguen revelándose por doquier, así como con las acusaciones de blanqueo de capitales y de corrupción que afectan al banco del Vaticano. El robo de documentos perpetrado por Paolo Gabriele, el propio mayordomo y hombre de confianza del Papa, sacó a la luz las luchas despiadadas, las intrigas y turbios enredos de facciones y dignatarios en el seno de la curia de Roma enemistados por razón del poder.
Nadie puede negar que Benedicto XVI trató de responder a estos descomunales desafíos con valentía y decisión, aunque sin éxito. En todos sus intentos fracasó, porque la cultura y la inteligencia no son suficientes para orientarse en el dédalo de la política terrenal y enfrentar el maquiavelismo de los intereses creados y los poderes fácticos en el seno de la Iglesia, otra de las enseñanzas que han sacado a la luz esos ocho años de pontificado de Benedicto XVI, al que, con justicia, L’Osservatore Romano describió como “un pastor rodeado por lobos”.
Pero hay que reconocer que gracias a él por fin recibió un castigo oficial en el seno de la Iglesia el reverendo Marcial Maciel Degollado, el mejicano de prontuario satánico, y fue declarada en reorganización la congregación fundada por él, la Legión de Cristo, que hasta entonces había merecido apoyos vergonzosos en la más alta jerarquía vaticana. Benedicto XVI fue el primer Papa en pedir perdón por los abusos sexuales en colegios y seminarios católicos, en reunirse con asociaciones de víctimas y en convocar la primera conferencia eclesiástica dedicada a recibir el testimonio de los propios vejados y de establecer normas y reglamentos que evitaran la repetición en el futuro de semejantes iniquidades. Pero también es cierto que nada de esto ha sido suficiente para borrar el desprestigio que ello ha traído a la institución, pues constantemente siguen apareciendo inquietantes señales de que, pese a aquellas directivas dadas por él, en muchas partes todavía los esfuerzos de las autoridades de la Iglesia se orientan más a proteger o disimular las fechorías de pedofilia que se cometen que a denunciarlas y castigarlas.     
Tampoco parecen haber tenido mucho éxito los esfuerzos de Benedicto XVI por poner fin a las acusaciones de blanqueo de capitales y tráficos delictuosos del banco del Vaticano. La expulsión del presidente de la institución, Ettore Gotti Tedeschi, cercano al Opus Dei y protegido del cardenal Tarcisio Bertone,  por “irregularidades de su gestión”, promovida por el Papa, así como su reemplazo por el barón Ernst von Freyberg, ocurren demasiado tarde para atajar los procesos judiciales y las investigaciones policiales en marcha relacionadas, al parecer, con operaciones mercantiles ilícitas y tráficos que ascenderían a astronómicas cantidades de dinero, asunto que solo puede seguir erosionando la imagen pública de la Iglesia y confirmando que en su seno lo terrenal prevalece a veces sobre lo espiritual y en el sentido más innoble de la palabra.
Joseph Ratzinger había pertenecido al sector más bien progresista de la Iglesia durante el Concilio Vaticano II, en el que fue asesor del cardenal Frings y donde defendió la necesidad de un “debate abierto” sobre todos los temas, pero luego se fue alineando cada vez más con el ala conservadora, y como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (la antigua Inquisición) fue un adversario resuelto de la Teología de la Liberación y de toda forma de concesión en temas como la ordenación de mujeres, el aborto, el matrimonio homosexual e, incluso, el uso de preservativos que, en algún momento de su pasado, había llegado a considerar admisible. Esto, desde luego, hacía de él un anacronismo dentro del anacronismo en que se ha ido convirtiendo la Iglesia. Pero sus razones no eran tontas ni superficiales y quienes las rechazamos tenemos que tratar de entenderlas por extemporáneas que nos parezcan. Estaba convencido de que si la Iglesia católica comenzaba abriéndose a las reformas de la modernidad su desintegración sería irreversible y, en vez de abrazar su época, entraría en un proceso de anarquía y dislocación internas capaz de transformarla en un archipiélago de sectas enfrentadas unas con otras, algo semejante a esas iglesias evangélicas, algunas circenses, con las que el catolicismo compite cada vez más –y no con mucho éxito– en los sectores más deprimidos y marginales del Tercer Mundo. La única forma de impedir, a su juicio, que el riquísimo patrimonio intelectual, teológico y artístico fecundado por el cristianismo se desbaratara en un aquelarre revisionista y una feria de disputas ideológicas era preservando el denominador común de la tradición y del dogma, aun si ello significaba que la familia católica se fuera reduciendo y marginando cada vez más en un mundo devastado por el materialismo, la codicia y el relativismo moral.
Juzgar hasta qué punto Benedicto XVI fue acertado o no en este tema es algo que, claro está, corresponde solo a los católicos. Pero los no creyentes haríamos mal en festejar como una victoria del progreso y la libertad el fracaso de Joseph Ratzinger en el trono de San Pedro. Él no solo representaba la tradición conservadora de la Iglesia, sino, también, su mejor herencia: la de la alta y revolucionaria cultura clásica y renacentista que, no lo olvidemos, la Iglesia preservó y difundió a través de sus conventos, bibliotecas y seminarios, aquella cultura que impregnó al mundo entero con ideas, formas y costumbres que acabaron con la esclavitud y, tomando distancia con Roma, hicieron posibles las nociones de igualdad, solidaridad, derechos humanos, libertad, democracia, e impulsaron decisivamente el desarrollo del pensamiento, del arte, de las letras, y contribuyeron a acabar con la barbarie e impulsar la civilización. La decadencia y mediocrización intelectual de la Iglesia que ha puesto en evidencia la soledad de Benedicto XVI y la sensación de impotencia que parece haberlo rodeado en estos últimos años es sin duda factor primordial de su renuncia, y un inquietante atisbo de lo reñida que está nuestra época con todo lo que representa vida espiritual, preocupación por los valores éticos y vocación por la cultura y las ideas.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/columnistas/piedra-de-toque/el-hombre-que-estorbaba-24-02-2013

El Papa Francisco tiene razones para estar contento, ayer cumplió su primer mes al frente de la Iglesia Católica gozando de la confianza del 84% de los católicos italianos. Más impactante resulta saber que el 62% de los fieles de otras religiones y los no creyentes se sienten atraídos por él. Resulta también relevante que la mitad de los italianos se sienta más cerca de la Iglesia desde que llegó Francisco y aún más que el 18% de los no creyentes reconozca que se está acercando a las parroquias gracias a él.
No cabe duda que el debut del nuevo Pontífice ha sido espectacular, Jorge Bergoglio es, según la gente, “cercano a los fieles”, “humilde”, “sincero”, “moderno”, “determinado” y el tema de los pobres es central en sus planes. Ayer por ejemplo  les envió una carta a quienes carecen de vivienda en Roma y son atendidos por la Caritas diocesana. “Los llevo en mi corazón y estoy a su disposición”, les dijo.
Sin duda el estilo humilde, acentuado en la misericordia de este buen pastor, ha producido un vuelco en las expectativas del mundo católico. La gran mayoría está convencido de su voluntad de renovación y la sigue con entusiasmo. Mientras tanto, los que estamos al otro lado del mundo sufrimos la definición de misericordia del Cardenal Cipriani, bastante lejana a la de Bergoglio a nuestro entender.
Y es que el Cardenal peruano ha usado el púlpito en reiteradas ocasiones para poner su compasión al lado de un dictador juzgado y condenado, bajo cuyo régimen corrupto se asesinó, y no al lado de sus humildes víctimas. Habría que hacerle conocer a Bergoglio la interpretación auténtica de misericordia de Cipriani para ver si la comparte.

FUENTE: http://www.larepublica.pe/14-04-2013/pastor

El Papa y el DalÁi Lama



Hace un par de meses fui a ver al Dalái Lama, máxima autoridad del budismo, en el festival literario de Jaipur, India. El señor resultó ser lo último que yo esperaba en un líder religioso: simpático. Un tipo afable, sencillo y con sentido del humor. Respetaba a quienes no compartían sus creencias, y no pretendía imponer sus ideas a nadie. Al contrario, defendía la armonía y la búsqueda de la felicidad. Y por cierto, daba la impresión de ser un tipo bastante feliz. A mí me entraron ganas de ser budista. O por lo menos, de escuchar a ese hombre durante un largo, largo rato.
Durante los primeros días del papado de Francisco, me ha embargado la misma sensación. El nuevo pontífice saludó a los periodistas de todo el mundo mostrando “respeto por sus conciencias”, y recibió a líderes ortodoxos y de otras religiones. También atendió a la presidenta Kirchner, a la que antes se había enfrentado. Y en fin, multiplicó los signos de ser un humano, no un Dios, y desear que los humanos se entiendan mejor. Qué alivio.
Los más progresistas critican que Francisco se oponga al matrimonio gay o la despenalización del aborto. Personalmente, estoy a favor de ambas cosas, pero la verdad, no espero que también lo esté el Papa. El líder católico representa a millones de personas que creen necesario defender la familia tradicional, y no me parece un escándalo que ellos piensen distinto que yo.
Lo que sí me parece un escándalo es que miembros de la Iglesia abusen de niños, que sus superiores oculten los abusos y protejan a sus autores, que se blanquee dinero en el banco del Vaticano, que la Curia sea un nido de espías, y que con todo eso, la Iglesia Católica pretenda tener alguna autoridad para hablar de moral.
También es impresentable que los obispos se rasguen las vestiduras por temas sexuales y no expresen la misma indignación ante la mano de obra esclava en Brasil, los desahucios en España, los inmigrantes centroamericanos que atraviesan México en condiciones deplorables o los cristianos coptos que sufren persecución en países del Magreb y Medio Oriente. Con todos esos problemas ahí afuera, lo que haga la gente con su pene no me parece muy grave.
Afortunadamente, fuera del Vaticano también hay otra Iglesia, más callada pero también más admirable. Como latinoamericano, he visto a muchos sacerdotes entregar su vida a los más pobres, a los que sufren miseria, violencia y abusos, sin esperar recompensa. Algunos han muerto en el intento. Películas como Romero o Elefante Blanco han rendido homenaje a esos sacerdotes anónimos enfrentados a situaciones muy duras sin más armas que su fe.
Los últimos papas habían hecho desaparecer a esos sacerdotes. Juan Pablo II consideraba que cualquiera que trabajase en un barrio marginal era un comunista en potencia. Y Benedicto XVI los escondió bajo toneladas de crímenes sexuales y delitos financieros. En cambio, el papa Francisco, con sus invocaciones a una Iglesia para “los pobres, los enfermos, los extranjeros, los que sufren cárcel”, me recuerda mucho a la manera de hablar de esos curas. Y por cierto, a la de Jesucristo. Si no recuerdo mal las clases de religión, Cristo siempre estaba hablando de los pobres, no de los heterosexuales.
Ojalá no sea solo carisma y marketing, y Francisco realmente quiera poner al Vaticano al servicio de la gente que lo pasa mal. Eso sería beneficioso para la Iglesia Católica, que ganaría autoridad moral. Pero sobre todo sería muy bueno para nuestro conflictivo mundo, que para convivir en paz, necesita menos ayatolás y más dalái lamas.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/columnistas/rayos-y-centellas/el-papa-y-el-dalai-lama-06-04-2013

El papa Francisco defiende a los ateos y llama a erradicar la intolerancia


En homilía, sumo pontífice dice que no solo los creyentes se salvan.
Roma. El Papa defiende a los ateos con su estilo de predicación “simple, profundo y eficaz que hace brecha en tantos fieles y también en quien no cree”, según afirma un vaticanista admirado con Francisco. Ayer Jorge Bergoglio, en su homilía cotidiana de la misa en la Casa de Santa Marta en el Vaticano recordó: “No solo los creyentes se salvan”.
El pontífice argentino enfatiza continuamente que “hacer el bien es un principio que une a toda la humanidad”. Y en ese marco se ubica su alusión a los ateos y su llamado a erradicar la intolerancia.
Este enfoque está revolucionando a la misma Iglesia, cuya tradición cultural histórica era de intolerancia hacia los que no creen. Hace unos días el Papa contó una anécdota familiar. “Recuerdo cuando era chico (en Buenos Aires) lo que se sentía decir en las familias católicas. En la mía, por ejemplo: ‘No, a casa de ellos no podemos ir porque no están casados por la Iglesia, eh’. Era como una exclusión. No, no podías ir. O porque eran socialistas o ateos no podíamos ir. Ahora, gracias a Dios no se dice aquello, ¿no? No se dice”.
Francisco adoctrina en nombre de la lucha contra la intolerancia. “El Señor nos ha redimido a todos con la sangre de Cristo. ¡A todos, no solo a los católicos! ¡A todos!”.
“Pero, padre ¿y los ateos?”, se preguntó. “A estos también ¡A todos! Esta sangre de Cristo nos hace hijos de Dios de primera clase, nos ha redimido a todos y todos tenemos que hacer el bien”.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/26-05-2013/el-papa-francisco-defiende-a-los-ateos-y-llama-a-erradicar-la-intolerancia
CALLE.
El Papa Francisco en Brasil (Julio 2013)  lideró una jornada y dijo: "Quiero que salgan a la calle a armar lío, quiero lío en las diócesis, quiero que se salga fuera, quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que la iglesia abandones la mundanidad, la comodidad y el clericalismo, que dejemos de estar encerrados en nosotros mismos" Después, se giró significativamente hacia los prelados que lo acompañaban y les dijo. "Que me perdonen los obispos y los curas si los jóvenes les armas lío, pero ese es mi consejo" 
Tomado de DOMINGO de LA REPÚBLICA, 28JULIO.2013.p.02

20 grandes momentos del Papa Francisco
El viernes 13 de diciembre se cumplen nueve meses desde la elección de Jorge Bergoglio como máximo líder de la Iglesia Católica, realizada durante el segundo día de cónclave. Además, la revista estadounidense Time lo eligió como personalidad del año. Por eso, te ofrecemos un repaso de los 20 momentos más importantes desde que asumió.
El primero, sin duda, es uno de los más esperados por millones de católicos: la ceremonia de asunción. Tuvo lugar el 19 de marzo, seis días después de haber sido elegido papa, y congregó a miles de fieles en la Plaza San Pedro, a 132 delegaciones oficiales y a muchos otros que siguieron la misa desde diferentes lugares alrededor del mundo.

Desde que asumió, realizó numerosos cambios que sorprendieron por su espíritu humilde y lo acercaron rápidamente a la gente.
Uno de ellos tuvo como protagonista al sillón: reemplazó la lujosa butaca dorada y roja por una de madera, con tapizado de cuero blanco.

Si bien tradicionalmente quienes son elegidos como pontífices se trasladan al ostentoso Palacio Apostólico a vivir, Francisco decidió residir en Santa Marta, la casa donde se alojan obispos, curas y laicos durante el cónclave, mucho más sencilla y modesta.

'No quise ir al Palacio Apostólico a vivir, voy sólo a trabajar y a las audiencias' porque en Santa Marta 'estoy a la vista de la gente y hago la vida normal: misa pública a la mañana, como en el comedor con todos, etc. Esto me hace bien y evita que quede aislado', explicó el Papa en una carta dirigida al Padre Enrique Martínez, párroco de la Anunciación del Señor, en el barrio Cochangasta, de la diócesis de La Rioja en Argentina.
Otro signo de humildad que mostró Francisco fue decidir viajar en vehículos convencionales y poco costosos, en lugar de hacerlo en coches de alta gama. Además, siempre se trasladó con las ventanas bajas, saludando a los fieles que se le acercaban.

En septiembre se subió a un antiguo Renault 4L blanco (foto), antes de ir a la vigilia por la paz en la Plaza San Pedro, y confirmó este estilo.
El encuentro entre Francisco y Benedicto XVI fue histórico: por primera vez en al menos 600 años se reunieron un Papa en funciones y un ex Papa. Sucedió el sábado 23 de marzo, día en el que el actual Pontífice se trasladó en helicóptero a la residencia papal en Castel Gandolfo para almorzar con quien renunció a ese cargo el 28 de febrero por 'falta de fuerzas'.


Otro gesto de acercamiento a la gente tuvo que ver con su presencia en las redes sociales. El 17 de marzo, a sólo cuatro días de haber sido anunciado Papa, Francisco abrió nueve cuentas de Twitter, en nueve lenguas distintas, y el primer día publicó: 'Queridos amigos, les doy las gracias de corazón y les ruego que sigan rezando por mí. Papa Francisco'. Sumó hasta 10.000 seguidores en una hora.
Actualmente, sin siquiera llegar al año, tiene diez millones de seguidores.
Por esta razón, el Blogfest 2013, festival que reúne a expertos en redes sociales de Europa, lo eligió como la Personalidad del Año, debido a la “cercanía, frecuencia y determinación” de las palabras que escribe en @Pontifex.
Para Facebook, el Papa también fue el protagonista de 2013.
Un acontecimiento que también llamó la atención fue su reunión con la presidenta de su país, Cristina Fernández de Kirchner, con quien hasta ese momento no gozaba de buenas relaciones. Se trató de la primera mandataria en encontrarse con el Sumo Pontífice.
Luego de esa visita, otros jefes de Estado se reunieron con él. Entre ellos: Nicolás Maduro (Venezuela), Horacio Cartes (Paraguay), Denis Sassou-Nguesso (República del Congo), Giorgio Napolitano (Italia), Dilma Rousesff (Brasil) y  Sebastián Piñera (Chile).
El domingo 31 de marzo ofició su primera Pascua como Papa. En la celebración, expresó ante miles de personas en San Pedro: 'Pidamos a Jesús resucitado que transforma la muerte en vida, que cambie el odio en amor, la venganza en perdón, la guerra en paz. Sí, Cristo es nuestra paz, e imploremos por medio de él la paz para el mundo entero'. Luego dio la tradicional bendición 'urbi et orbi'.

En julio llegó el evento más importante desde su asunción: la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Río de Janeiro, Brasil. Tuvo lugar desde el 23 al 28 de ese mes y acudieron más de tres millones de jóvenes de 178 países. En su homilía, Francisco sorprendió por el tono de sus declaraciones: 'Hagan lío y vayan contracorriente.Ir contracorriente significa hacer ruido, lío. Me dicen: 'No, pero, mira, toma un poco de alcohol, toma un poco de droga...' ¡No! Vayan contra la corriente de esta civilización que está haciendo tanto daño'.
Durante los seis días, el Papa se mantuvo en el primer lugar de la agenda de todos los medios de comunicación.

Una vez finalizada la JMJ, llegó el tiempo de las preguntas: Francisco dio una rueda de prensa a bordo del avión del viaje de vuelta a Roma. Y no estuvo exenta de polémicas.
'Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo?', respondió a un periodista que indagó sobre su opinión acerca de la integración de los homosexuales a la Iglesia. 'El Catecismo de la Iglesia Católica explica y dice que no se deben marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby', explicó y sorprendió a muchos.


Otra de sus fuertes declaraciones tuvo que ver con el dinero. En una misa realizada el domingo 22 de septiembre, Francisco arremetió: 'Vivimos las consecuencias de una decisión mundial, de un sistema económico que lleva a esta tragedia. Un sistema económico que tiene al centro un ídolo que se llama dinero'. Y agregó: 'Perdonándome por estas palabras duras, pero donde no hay trabajo, falta la dignidad. Es difícil tener dignidad sin trabajar. El trabajo es dignidad, llevar el pan a casa, y amar'.


El carisma de Francisco es tal que hasta los niños se ven atraídos por él. Ese es el caso de este niño colombiano que irrumpió en el escenario levantado en la Plaza de San Pedro a propósito de la misa por la fiesta de la familia, evadió los controles de los oficiales y llegó a saludar al Francisco y hasta a sentarse en el sillón papal. El Pontífice, conforme a su simpática actitud, lo abrazó, lo besó y dejó que el pequeño se aferrase a su vestimenta.
Esta foto recorrió el mundo entero. Se trata del abrazo entre Francisco y Vinicio Rivas, un hombre que padece neurofibromatosis, una enfermedad neuronal que produce tumores en la piel. 'Era como estar en el paraíso', describió el italiano. 'El Papa ni se detuvo a pensar si me abrazaba o no. Mi enfermedad no es contagiosa, pero él no lo sabía. Bajó del altar a saludar a los enfermos. Yo le besé la mano mientras que él con la otra me acariciaba la cabeza y las heridas', detalló luego.
Otro momento que será recordado, al menos por los argentinos (y quizá por los hinchas culés), fue el día en el que Francisco recibió a la Selección de su país, visita que presidió el mejor jugador del mundo, Lionel Messi. El Papa le recordó a los futbolistas que 'son referentes de la paz social que tanto necesitamos' y les pidió que no se olviden que además de 'campeones muy populares' también son 'hombres'. El encuentro se dio en la previa del partido amistoso internacional ante Italia, que se jugó en agosto.
Otro signo de renovación en la Iglesia lo realizó hace sólo un mes. El Papa lanzó un inédito sondeo mundial para conocer lo que piensan los católicos respecto a las enseñanzas de la iglesia frente a las nuevas realidades sociales, el matrimonio y la vida familiar. Se trató de una encuesta mundial sin precedentes que ya ha sido calificada de 'revolucionaria'.
Pasan los meses y los gestos de humildad y confianza para con los fieles continúan. A fines de octubre, el Papa detuvo su Papamóvil para compartir un mate con un feligrés.

A nueve meses de comenzado su papado, su popularidad es tal que hasta le construyeron una estatua de cera que será exhibida al público en general en el Museo de Cera de Roma, a pedido de los visitantes a este lugar.
Otra cita importante tuvo lugar el pasado lunes 2 de diciembre, cuando Francisco recibió al primer ministro israelí,Benjamin Netanyahu. La audiencia privada entre el líder judío y el Pontífice se extendió durante unos 25 minutos en la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano.
Ante las cada vez más frecuentes denuncias contra sacerdotes por pedofilia, Francisco mostró que no hace oídos sordos e instituyó una comisión específica para prevenir los casos de pederastia en la Iglesia, una reforma propuesta por los cardenales encargados de estudiar la reforma de la Curia.

Para cerrar un gran 2013, Time nombró a Francisco como personalidad del año. De esta manera, se convirtió en el primer Pontífice en ser reconocido con esa distinción.
La revista estadounidense, consideró a Bergoglio 'el Papa de la gente' y argumentó: 'El corazón es un músculo fuerte y Francisco propone un riguroso régimen de ejercicio. Y en un período muy breve, una audiencia amplia, global y ecuménica ha mostrado ansias de seguirlo. Por haber trasladado el pontificado afuera del palacio y a las calles, por comprometer a la mayor religión del mundo a enfrentar sus necesidades más profundas y equilibrar el juicio con la misericordia, el papa Francisco es el personaje del año 2013 de Time'.

FUENTE: http://noticias.pe.msn.com/internacional/20-grandes-momentos-del-papa-francisco-5#image=1

EL LÍDER QUE NOS FALTABA
Diez meses después de su elección, los gestos, palabras y reformas iniciadas por el papa Francisco –en el Vaticano y la Iglesia Católica– le han cerrado la boca a una variopinta legión de detractores en todo el mundo.
Marcelo Tinelli, junto con otros representantes del club San Lorenzo de Almagro, llegó al Vaticano el 17 de diciembre, el mismo día en que Jorge Mario Bergoglio cumplía 77 años y pudo hacer que el equipo argentino anotara un gol más: le entregó al Papa una réplica de la Copa que acababa de ganar y una camiseta que, literalmente, rezaba “Francisco campeón”.
Los futboleros (incluyendo a los jugadores Sebastián Torrico y Mauro Cetto) pudieron conversar con el Pontífice por 40 minutos, se tomaron fotos, rieron y acaso recordaron a las viejas glorias de “los cuervos”. Que se sepa, Juan Pablo II jamás se tomó fotos con la gente del Wisla de Cracovia, o Benedicto XVI con los muchachos del Bayern de Munich.
AVANZA FRANCISCO…
Bergoglio sí es capaz de eso. Como de abrazar, el pasado 7 de noviembre en la Plaza San Pedro, a Vinicio Riva, un italiano de Vicenza, de 53 años, que tiene incontables deformaciones en el cuerpo debido a la neurofibromatosis que padece. “Él no sabía si mi enfermedad era contagiosa o no”, le contó Riva al matutino británico Daily Mail.
Desde que el 13 de marzo asumió como el Papa No.266 de la Iglesia Católica Romana, la actividad pública del ex arzobispo de Buenos Aires ha estado sembrada de esos continuos gestos, que según quienes lo conocían desde su vida porteña, son auténticos. Otra de sus ‘gracias’, acaso terrenales, ha sido ponerse una bola roja en la nariz en medio del Vaticano.
Lo hizo el pasado 6 de noviembre, al toparse con un matrimonio de clowns que salía de casarse de la Basílica de San Pedro. Todo ese talante, a la vez, va en simultáneo con una serie de reformas que ha comenzado a poner en marcha en la Santa Sede, las cuales, ciertamente, no le parecen muy graciosas a algunas autoridades o movimientos eclesiales.
Acaso la principal es el reciclaje del IOR (Instituto de Obras Religiosas), el llamado ‘Banco del Vaticano’, una entidad que, como señala con crudeza el periodista Eric Frattini en su  libro ‘Los cuervos del Vaticano’, estaba implicado en el ‘blanqueo’ de capitales. Benedicto XVI no pudo con ellos, pero Bergoglio sí está tratando, al menos, de ponerlos en vereda.
En junio pasado, nombró una comisión que ha comenzado a examinar el IOR; en noviembre creó una oficina contra el lavado de dinero, una forma de apuntar, quizás con nombre y apellido, a los escándalos del pasado y el presente. En el mismo mes, encargó a la auditora global Ernest & Young que monitoree las actividades del Governatorato.
Esta institución, encargada del gobierno de la Ciudad del Vaticano, aparece en los ‘vatileaks’ (las filtraciones hechas por Paolo Gabriele, el mayordomo de Benedicto XVI), como otra de las zonas oscuras. Bergoglio, con un talante de ‘cuervo’ distinto (así se llama a los hinchas de San Lorenzo), está tratando de voltear el marcador de la mala fama.
¿UN PAPA MARXISTA?
En la lógica de sus declaraciones sin ambages, el papa Francisco declaró hace poco que “no era marxista”, que incluso esta ideología estaba equivocada, pero que no lo ofendía que lo llamaran así porque conocía muchos marxistas que eran “buenos como personas”. Fue en una entrevista (otro dato, un Papa que da más entrevistas) con el diario italiano La Stampa.
La pregunta vino porque no han faltado ataques contra sus ímpetus reformistas. Tras ser publicada su Exhortación Apostólica ‘Evangelii Gaudium’ (‘La alegría del Evangelio’) sufrió cierta carga ideológica por parte de sectores ultramontanos, católicos o no. Todo porque, en ese documento, se atreve a subir la voz en torno a algunos recurrentes dramas.
En el apartado No.53 del documento, bajo el título ‘No a una economía de la exclusión’ dice, entre otras cosas, lo siguiente:
“Así como el mandamiento de "no matar" pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir "no a una economía de la exclusión y la inequidad". Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa”.
Dos en uno. Primero, una clara alusión, por si hiciera falta, a la imposibilidad de aplicar la pena de muerte, tentación que todavía parece viajar por algunas mentalidades, incluso cardenalicias. Segundo, un golpe –gentil, pero evidente– a la línea de flotación de versiones sobre la economía que, en cristiano, privilegian las cifras sobre la vida real de las personas.
Los primeros disparos mediáticos contra el Papa provinieron de Estados Unidos, aunque no precisamente de Wall Street. Rush Hudson Limbaugh, un ultraconservador comentarista de radio, gran opositor de Bill Clinton en su momento, sentenció, con aire de politólogo, que las palabras de Bergoglio en la entrevista revelaban un “marxismo puro”.
EL PAPA VERDADERO
Jonathan Moseley, un integrante del Tea Party, fue más allá y, digamos, sentó cátedra teológica. “Jesús –dijo, según la agencia AFP– era un capitalista que preconizaba la responsabilidad personal y no un socialista”. Bingo, la línea correcta. Pero no es la primera vez que el nuevo Papa es blanco de interpretaciones o juicios populares apresurados.
Desde el comienzo de su Pontificado, Bergoglio fue puesto en la mira de la desconfianza. En principio, por cierta izquierda retrógrada, que lo tildó de “cómplice de la dictadura”, de prácticamente haber entregado en un plato la cabeza de algunas curas a los generales. Con el tiempo, se probó que la afirmación no tenía sustento, por boca de uno de los implicados.
El 20 de marzo, apenas 7 días después de que el Papa asumiera –y mientras en algunos medios, y en las redes sociales, cundían la indignación o el desaliento–, Franz Jalics, uno de los jesuitas presuntamente denunciados por el entonces superior de la Compañía de Jesús en Argentina, habló. “El padre Bergoglio no nos denunció”, dijo y disolvió la polémica.
Con el paso de los meses, el ‘Obispo de Roma’ –así se llama él mismo para aludir al olvidado origen modesto del Papado– se fue perfilando como un hombre sobrio, que solo viste de blanco, que no usa los zapatos rojos de los Pontífices. Que es humilde, pero a la vez se muestra como un político hábil, capaz de encontrar la cuadratura del círculo católico.
No va a abolir el celibato, pero su nuevo Secretario de Estado, Pietro Parolín, ha afirmado  que “no es un dogma”; no va a ordenar a las mujeres, aunque insiste en que deben estar “donde se toman las decisiones”. No está por el matrimonio igualitario, pero ha declarado que no se debe seguir insistiendo solo en ese tema o “en el uso de anticonceptivos”.
APENAS COMIENZA 
Ahora hasta hay un cardenal Marx (Reinhard) en el Vaticano, que está en el ‘G-8’, el grupo que asesora directamente al papa Francisco, y que además ha escrito un libro sobre la crisis del capitalismo. En noviembre, por si no bastara, el periodista Jonathan Freedland, del diario británico The Guardian, escribió que el Papa era “el nuevo héroe de la izquierda”
No es para tanto. Porque Bergoglio recién empieza, porque el Vaticano se niega –por el momento– a dar información a la ONU sobre los abusos de menores perpetrados por sacerdotes, porque, en rigor, no se ha despegado de la Doctrina Social de la Iglesia. Lo que sí ha hecho es sacudir a los católicos y al mundo, a punta de austeridad y cintura política. (R.E.)

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