domingo, 17 de mayo de 2020

UNA CITA POSTERGADA CON MI SUEGRITA

Señora Dorina, hace más de 20 años la he visitado en este día muy especial para Ud., para sus hij@s y de todos aquellos que la estiman de todo corazón.  Cada 17 de mayo, separaba un espacio de tiempo de mi agenda para celebrar, al lado se sus hij@s y demás familiares, su cumpleaños; este año me será imposible visitarla, darle un efusivo abrazo y brindarle un cariñoso ósculo; mil disculpas por mi ausencia, las circunstancias me obliga a no cumplir lo acostumbrado de hace más de cuatro quinquenios.   Un rictus de dolor embarga mis quebrantos el día de hoy.

Sé que sus hij@s, algunos de ellos mis compadres y padrinos, estarán recordando los momentos vividos en cada año en la que Ud. era la homenajeada, en la que Ud. podría ver a todos sus hij@s, ya compartiendo, ya conversando, ya riendo o hacerla bailar entre sus más avezados familiares.   Pero creo que su alegría, como madre que es, no es ni la prenda ni el generoso banquete que degustará el día de hoy, sino el compartir con sus hij@s, el no preguntar por ninguno de ell@s ya que están o estarán presentes, a su lado.  

La tecnología ha hecho posible menguar esa lejana distancia y sé que en algún momento del día se organizarán para saludarla ya desde Comas, San Juan de Lurigancho o desde Chile, Argentina, España e Italia.

Finalmente, después de este estoico confinamiento la visitaremos como de costumbre.  No será un día olvidado sino un día postergado.   Ya nos organizaremos para repetir este magnánimo día.

Lo que sí debo por demás felicitar es a su abnegada laboriosidad de educar con ahínco y anhelo, entre todas, a su última  hija a la medida de lo que yo quería como mujer, esposa y madre.   La felicito, la hizo de muy buena madera.   No me puedo quejar.


Un efusivo y sincero abrazo virtual, suegrita.

Aquí algunos recuerdos.













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