sábado, 30 de mayo de 2020
jueves, 28 de mayo de 2020
FELIZ CUMPLEAÑOS, YOYA
Imagino esta foto de hace más
de 50 años, donde aún, la de la portada, no conocería a su futuro esposo. No se
imaginaría que tendría tres hijos y dos hermosísimas nietas; una nuera de
temple y un foráneo chapetón como yerno.
No se imaginaría lo
peligroso de esta nueva enfermedad; pero no estaría alertada ya que la higiene
era su primer nombre. Nos hubiera organizado para acatar todo un protocolo para
ingresar a su cuarto y sentarnos frente a ella con la distancia debida. ¿Besarla? ¡¡¡De nadie!!! ¿En su cama?
¡¡¡Nadie!!!...salvo su hija.
Pero sí estaría preocupada,
como toda madre, por cada uno de sus hijos.
O, conversarías decididamente con vuestro esposo sobre los cuidados
debidos a tomar acorde a la coyuntura sanitaria. Déjeme decirle, señora, que me encargo de
decirle los cuidados que debe tomar vuestro esposo. Déjeme decirle que a veces la recordamos
cómo era ud. con él y cómo era ud. con todos nosotros, sus hijos.
Ya no puedo escribir en
tercera persona cuando quiero, deseo escribir en primera persona y decirte
madre, esa foto la he conservado y la conservaré por el resto de mi
existencia. Esa foto se encuentra en
aquel álbum donde se visualiza toda una historia fotográfica de uds. y de cada
uno de nosotros.
No sé por qué razón recuerdo
el primer día que comimos pizza; fue en el ’91, estábamos acompañados con papá. Parece que tus nietas heredaron ese placer
por devorar dicho platillo. Y hoy, como
todos los 26 de mayo, lo celebraremos por tu onomástico.
¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, YOYA!!!
lunes, 18 de mayo de 2020
domingo, 17 de mayo de 2020
UNA CITA POSTERGADA CON MI SUEGRITA
Señora Dorina, hace más de
20 años la he visitado en este día muy especial para Ud., para sus hij@s y de
todos aquellos que la estiman de todo corazón.
Cada 17 de mayo, separaba un espacio de tiempo de mi agenda para
celebrar, al lado se sus hij@s y demás familiares, su cumpleaños; este año me
será imposible visitarla, darle un efusivo abrazo y brindarle un cariñoso
ósculo; mil disculpas por mi ausencia, las circunstancias me obliga a no
cumplir lo acostumbrado de hace más de cuatro quinquenios. Un rictus de dolor embarga mis quebrantos el
día de hoy.
Sé que sus hij@s, algunos de
ellos mis compadres y padrinos, estarán recordando los momentos vividos en cada
año en la que Ud. era la homenajeada, en la que Ud. podría ver a todos sus
hij@s, ya compartiendo, ya conversando, ya riendo o hacerla bailar entre sus
más avezados familiares. Pero creo que
su alegría, como madre que es, no es ni la prenda ni el generoso banquete que
degustará el día de hoy, sino el compartir con sus hij@s, el no preguntar por
ninguno de ell@s ya que están o estarán presentes, a su lado.
La tecnología ha hecho
posible menguar esa lejana distancia y sé que en algún momento del día se
organizarán para saludarla ya desde Comas, San Juan de Lurigancho o desde
Chile, Argentina, España e Italia.
Finalmente, después de este
estoico confinamiento la visitaremos como de costumbre. No será un día olvidado sino un día
postergado. Ya nos organizaremos para
repetir este magnánimo día.
Lo que sí debo por demás
felicitar es a su abnegada laboriosidad de educar con ahínco y anhelo, entre
todas, a su última hija a la medida de
lo que yo quería como mujer, esposa y madre.
La felicito, la hizo de muy buena madera. No me puedo quejar.
jueves, 14 de mayo de 2020
ODA A MI PADRE.
Muy pocas veces he hablado
de una persona que influyó en mí de forma indirecta. Él hablaba y hablaba de la fábrica. De su
relación confrontacional con sus jefes, de que nunca se amilanaba, como le
decía un amical compañero, el negro García.
Cada vez que nos visitaba, le abrazaba diciéndole “mi hermano, el único cholo que no
se deja pisar el poncho” Tengo en la
memoria todos sus jefes, el chino, malhecho, el administrador, la asistenta
social. A todos ellos se les enfrentó con coraje, de tú a tú porque había algo
que le respaldaba: su trabajo; nadie podía poner en tela de juicio su trabajo o
que le sacara la vuelta a sus funciones, a lo que había aprendido en sus años de
obrero en la fábrica. Ese tesón fue el
más importante legado que dejó a sus tres hijos. Nadie nos puede criticar nuestro
trabajo, nuestra entrega; donde nos encontremos damos todo de nuestra
parte. Obviamente esos genes tienen su
origen.
Lamentablemente sus jefes no
valoraron su experiencia marginándole a la hora de ofrecer horas extras a los
trabajadores. Nunca se iba cabizbajo,
con murria, se iba con el pecho henchido de orgullo ya que sabía que no le
ofrecían esas horas extras porque no suplicaba, no se arrodillaba, porque no eras un felpudini. Sólo, en contadas ocasiones, cuando se
necesitaba realmente de sus servicios se alegraba porque sabía a qué sección iba
a trabajar, era su vacilón, lo que le agradaba, lo que le gustaba. El señor Porles, Q.E.P.D., era el que más solicitaba
de sus servicios.
Del sindicato, de
los beneficios que tenían, como obreros, ante tal o cual presidente; pero de
quién siempre me hablaba con mucha consideración es de Juan Velasco Alvarado. Las
utilidades fueron gracias a él.
Hace poco me comentaba que ante la negativa de la
asistenta social a un pedido suyo, le dijo, “sabiendo que me iban a negar vine”,
ella le respondió mascullando, “sí, pues, cuando trabajaba en la fábrica Ud. era
un paradito”. Ni bien escuchó, replicó
mordazmente. “gracias por decirme
paradito, porque si me hubiera dicho que era un chupamedias, un sobón, un
felpudini sí que me hubiera molestado”
Recuerdo a sus amigos, el locuaz, risueño y shilico señor
Zegarra, el ponderado señor Camacho y al bohemio señor Marín. Ah, y tu hijo laboral, el parlanchín señor
Melgar.
Nunca le dije personalmente, pero sí que me agradan sus
cuentos vivenciales, su vida bucólica cuando mozo y adolescente en la tierra de
los tranca puerta. Su estadía con un
tío muy directo y sus hijas. Una frase de su tío, “Ah, Clemente, donde se come
no se c…”
Tantas anécdotas de vuestra parte permitieron tener un
perfil en mí de justicia social, de trabajar con ahínco, de no dejar pisarse el
poncho, de ser empático.
Y lo escribo el día de hoy, a estas horas, porque el
mundo le vio nacer. Don Leoncio y doña
María firmaron a su primogénito. De
ellos, también guardo gratos recuerdos.
Siento no abrazarle efusivamente el día de hoy, como en
las navidades, como en los años nuevos, como en mi cumpleaños, como en nuestro
día del padre o cada vez que regresaba de sus viajes familiares.
A todo esto, permítanme saludarle a mi auqish y decirle feliz
cumpleaños, papá.
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