Hacía time que no me
comunico contigo. Debo imaginar que
estás full work o full family lo cual me colma de alegría. Acá, nosotros bien o cada día más, un poco
mejor, en family, como debe ser.
Amén. Mi padre o tu padrino,
very good. Vive su vida a
plenitud. No le digo nada, es su
vida. Eso sí, para viajando. El año pasado viajó a su tierra por dos o
tres meses. Estuvo en Arequipa, por dos
quincenas. Este año piensa viajar a su
tierra otra vez. En comida ya se está
cuidando un poco, no come mucha grasa, arroz, carne, que le agrada en demasía,
esporádicamente. Ah, eso no quita que
nos reunamos, navidad la pasamos en casa.
Año nuevo…
No sé si sabes que los
padrinos fueron a Europa y visitaron a Anastasia (la hermana de nuestros
padrinos, la mamá de Eduardo) en Italia.
Cuenta nuestra madrina Valentina que fue muy bonito el re encuentro. Nuestro padrino Feliciano decía que estaba
preparado para ese magno día, imaginaba ese momento y que se había mentalizado
la reunión, si se abrazarían, si llorar o
no llorar y en no sé qué cosas que pudieran ocurrir entre los tres hermanos,
quienes no se habían visto por más de veinte años, ¡¡¡veinte largos años!!! Dos décadas, cuatro quinquenios. Yo con cuatro o cinco años ya extraño a mi
hermana, que por cierto nos comunicamos tres o cuatro veces al mes.
Lo cierto es que el hijo de
nuestro padrino, Ciro, como abnegado hijo preocupado de su septuagenario padre,
le había sugerido, cuando no invocado, exhortado a su progenitor que tome tal o
cual pastilla, previo a todas las emociones encontradas de los tres hermanos
Huamaní Quijandría. Es más, en una
reunión previa de los peregrinos, antes de iniciar el esperado viaje, los
Huamaní-Priezzo le habían atiborrado de pastillas a más no poder al autor de
sus días para que nuestra madrina, solícita en esos menesteres, se encuentre
más que prevenida. Nuestro padrino
comentó sobre ese anhelado día, que estaba preparado para el encuentro; sin
embargo, al recordar las palabras de su hijo se descompensó ligeramente. La alegría desdibujó su estado
alicaído. Pero más pudo el ánimo de
todos hacia el patriarca, más pudo la cercanía, el calor sanguíneo de los
suyos, verla en situ a su hermana de ultramar, los rostros de algarabía de la
familia que no fue más que una de las tantas anécdotas que contar.
Eduardo lloró al
verlos. Yo les dije que me hubiera
gustado estar presente y ser testigo ajeno de ese hermanado abrazo, besándose y
mil reacciones que pudieron haber tenido…son hermanos al fin y al cabo.
Les confesé que cuando
conversaba con mi hermana estábamos rajando, en el buen sentido de la
palabra, de cómo era posible que mis
padrinos en un lugar tan lejano, extraño en costumbres y lenguas, pese a
nuestra similar cultura occidental, se desenvolvieran con toda quietud,
sosegados, como si fueran unos connacionales más. Mi padrino, alborozado, manifestaba que su
periplo tuvo ciertas anécdotas, como que tenían que recordar las forzadas
clases de inglés que habían estudiado hace tiempito. Imagínate que han estado con su diccionario
de inglés-castellano y viceversa.
Nuestra madrina Valentina
sólo se quedó en Italia, con su hermana y sobrino. Eso explica de sus fotos en las redes más es
de aquel lugar peninsular muy reconfortante y sanador ya que, según confiesa,
en Lima estaba un poco mal de la rodilla, le causaba molestia en caminar…en
Italia ni el menor quejido pese a la larga caminata que realizaba con el hijo
de su hermana.
Paseó por Venecia, a lo
Madonna, en góndolas, visitó la Capilla Sixtina y, ni qué dudar, debido a su
ferviente fe católica, apostólica y romana, el Vaticano a escuchar misa del
mismo Papa. Yo, no sé si más le miraba
la expresión de su gesto de alegría o de lo que me contaba ante lugares que sólo tengo conocimientos
librescos.
Pero, también les dije que
el día que me enteré me alegró sobremanera.
Mi hermana también compartió mis mismos pensamientos y sentimientos
sobre esa familia, que nos alegraron nuestra infancia, al igual que Uds.,
nuestra beligerante juventud.
Nuestros padrinos Feliciano
y Bertila sí llegaron a conocer un poco más de Europa; viajaron a Suiza, que no
utilizan el euro, Alemania, que tenían un matrimonio de sus ahijados, Francia
para llegar a Madrid en la que se encontraron con mi hermana. El abrazo fue mayúsculo, después de tanto
time y verse en otro lugar es otra cosa.
Conversaron un poco, luego llegó mi cuñado Germain y otra vez la
cháchara familiar. Se despidieron con
un recóndito y efusivo abrazo. Con
nuestra madrina no llegaron a encontrarse por cuestión de horarios pero sí
lograron comunicarse por teléfono. La
reconciliación telefónica disipó algunas supuestas o pseudas
desavenencias. A veces, el time cura
algunas heridas, las cicatriza porque la sangre fluye, la sangre fusiona,
confluye.
Me encontré con la tía
Musiachi, tiíta le saludé, con un
respectivo ósculo. Hola ‘cabezón’,
respondió con esa característica sonrisa mordaz. Me abstuve de retrucar, quizá la ausencia de
vernos constantemente enfrió la confianza.
Tantas bromas extremadamente exageradas en mí hicieron que mellara un
comportamiento ponderado, ecuánime a la coyuntura, a las circunstancias.
También me encontré con tío
Javier hace un año en Metro de Independencia.
Él descendía de un auto y mi primogénita y yo nos encontrábamos en el
paradero del Metropolitano rumbo a Comas.
Bromeando le dije a mi hija, presentándola a nuestro tío: Hija él es tu
tío, él es el hermano de tu abuelita Yoya, el cuñado de tu abuelito Clemente,
el sobrino de tu papá. Fue un saludo
protocolar, exceptuando la forzada broma, claro está.
Eso es todo lo que te quería
contar.
Saludos a toda la
familia. A Mamá Elsa todo mi respeto y
consideración, a tus warmishos hermanos, a tus cuñadas, tíos, primos, sobrinos
y demás que preguntan por mí o mi familia.
Del mismo modo saludos a tu
esposo y a tus adorables hijos.
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