Guantánamo, el inicio del fin.
La Casa Blanca anunció que está terminando un plan para cerrar la base militar norteamericana en Cuba. Recordamos cómo llegó este pedazo de tierra a manos de los Estados Unidos y la infame historia de violaciones a los DD.HH. que convirtieron su prisión militar en un infierno.
PRESIDIO. Reos de la prisión militar con sus característicos trajes naranja. No es casualidad que el Estado Islámico vista con este color a sus víctima antes de ejecutarla.
Mohamedou Ould Slahi (44) cuenta que tres hombres con un pastor alemán entraron a la sala de interrogatorios. Lo golpearon en la cara, le pusieron unas gafas de buceo, tapones en los oídos y una bolsa en la cabeza. Luego, le colocaron cadenas en las muñecas y los tobillos. Mientras él sangraba, lo metieron en una lancha y lo llevaron mar adentro. Lo obligaron a beber agua de mar. Él vomitaba y ellos le metían más agua de mar en la boca.
El agua del mar del Caribe.
Ould Slahi llegó a la base militar de Guantánamo, en el extremo sureste de Cuba, a 920 kilómetros de La Habana, en 2003, dos años después de haber sido detenido en su país, Mauritania, acusado de formar parte de la red internacional de terroristas que atacó los Estados Unidos en 2001.
Desde su detención hasta el día de hoy, 12 años después, no ha sido acusado ni enjuiciado ni condenado. No se le ha podido demostrar ninguna vinculación al atentado del 11-S. Sin embargo, permanece detenido en la que es considerada una de las prisiones más terribles dentro del programa secreto de detención e interrogatorios que Washington puso en marcha en la administración de Bush hijo.
En Guantánamo, a Ould Slahi lo dejaron sin comer y beber durante días para luego forzarlo a hacerlo sin parar hasta que vomitaba. Durante 70 días seguidos no le permitieron dormir y cuando lo dejaban derrumbarse sobre una silla, pateaban la silla para que cayera al piso y despertara. Lo forzaron a permanecer de pie una noche entera escuchando temas de heavy metal a todo volumen. Lo obligaban a limpiar el retrete con su uniforme y a volver a ponérselo sucio.
El mundo conoció parte de lo que vivió en enero de este año, cuando un juez norteamericano ordenó la publicación de Diario de Guantánamo, su libro de memorias, editado gracias a los abogados estadounidenses que lo asesoran ad honorem.
Su historia es una de las pocas que se han conocido de los 779 presos que han pasado por las celdas de esta prisión desde 2002. Con los años, sobre todo desde la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, el número de prisioneros se ha ido reduciendo. Hoy quedan 122, de los cuales solo 10 afrontan cargos o han sido condenados. El resto permanece en el limbo judicial. No se sabe desde cuándo están encerrados ni cuándo saldrán. Solo se sabe que están allí. Verdaderos terroristas o solo chivos expiatorios de la "guerra del terror". Frente a las costas más bellas del Caribe.
Sobreviviendo.
Historia de una vejación
En 1898, Estados Unidos ocupó militarmente Cuba luego de vencer en la guerra con España. Dos años después, puso como condición para devolver el país a los cubanos que se incluyera la Enmienda Platt en la Constitución del naciente régimen, que le otorgaba al vecino del norte la potestad de intervenir militarmente en la isla cuando lo creyera conveniente y de instalar bases militares según sus intereses. En 1903, el primer presidente cubano firmó un "arrendamiento" de la bahía de Guantánamo a Washington "por el tiempo que la necesitara" y lo incluyó en el tratado cubano-estadounidense.
Desde 1959, el gobierno de Fidel Castro ha exigido en todos los foros internacionales la devolución de Guantánamo a Cuba. Estados Unidos se ha negado, siempre, apelando a la supuesta inviolabilidad del tratado bilateral. Mientras tanto, continúa controlando un territorio de 116 kilómetros cuadrados, separado del resto de la isla por una frontera de 28 kilómetros sembrada de cactus y minas antipersonales.
Guantánamo fue elegida como prisión de los acusados de terrorismo como una maniobra legal: permitía a las autoridades norteamericanas alegar que estos detenidos, al estar fuera de los Estados Unidos, no tenían los derechos constitucionales que les corresponderían si estuvieran dentro de ese país. Gracias a esta argucia, la CIA pudo poner en práctica sus métodos de tortura. Al menos hasta que terminó el mandato de Bush Jr., Guantánamo fue un infierno.
Esta semana, el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, anunció que se están ultimando los detalles de un plan para cerrar definitivamente la prisión militar. Esto en el contexto del reinicio de las relaciones bilaterales entre Washington y La Habana. Aunque Obama no planea devolver Guantánamo en un futuro inmediato, como reclamabn los cubanos, el cierre de la prisión es un avance. El Presidente lo prometió en su primera campaña y quiere cumplir su promesa antes de irse, en enero de 2017. (O.M)
FUENTE: http://larepublica.pe/impresa/mundo/17925-guantanamo-el-inicio-del-fin
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