viernes, 28 de diciembre de 2012

MUJERES exitosas, y amas de casa.


Mujeres, madres y ejecutivas top del Perú

Mirtha Zamudio, gerente del Área de Medios en el BBVA Continental, en la sala de reuniones del piso 18 de la sede central.                                                         Mirtha Zamudio, gerente del Área de Medios en el BBVA Continental, en la sala de reuniones del piso 18 de la sede central .

Esfuerzo. Aidé Aguirre, contadora general del Holding Alimentario del Grupo Gloria y responsable de las cuentas de la empresa en varios países. Empezó como practicante.                                                             Esfuerzo. Aidé Aguirre, contadora general del Holding Alimentario del Grupo Gloria y responsable de las cuentas de la empresa en 
varios países. Empezó como practicante

Elizabeth Galdo, directora  de Regulación Corporativa del Grupo Telefónica, en el centro de gestión de Surquillo.                                                             Elizabeth Galdo, directora de Regulación Corporativa del Grupo Telefónica, en el centro de gestión de Surquillo.

 Nelly Taboada, directora de Planeamiento y Análisis Financiero del Grupo Backus, en la planta de la cervecera en Ate Vitarte.                                                                   Nelly Taboada, directora de Planeamiento y Análisis Financiero del Grupo Backus, en la planta de la cervecera enla planta de la cervecera en Ate Vitarte.

Estas son las historias de cuatro peruanas exitosas. Todas han sido protagonistas de destacadas carreras como ejecutivas. Hoy en día son lideresas en los principales grupos económicos del país.
Texto: María Isabel Gonzales.
Fotografía: Miguel Mejía/
 Era 1986 y una recién graduada Mirtha Zamudio subía en el ascensor hasta el cuarto piso de la torre naranja del Banco Continental. Había estudiado economía como su papá y estaba entusiasmada de empezar como practicante. Por estas fechas, cuando ya cumplió 26 años de carrera, sigue subiendo el ascensor del mismo edificio a diario. El detalle es que ya no se detiene en el cuarto piso. Va directamente hasta el 18. Allí está la oficina que como gerenta del Área de Medios ocupa desde enero del 2008. Según ella, ha sido el desafío más grande que le han puesto en el camino. De un momento a otro se convirtió en la jefa de 662 personas. "Tenemos una gran responsabilidad. Ejecutamos el 80% del gasto del banco. Un ejemplo es la renovación de la fachada de la sede central para la que hemos utilizado un presupuesto de 18 millones de dólares". Esta mujer debe estar pendiente de los requerimientos tecnológicos y de los servicios que necesita la red de oficinas. Además debe velar por la seguridad física del banco. Por eso es que cuando asumió el puesto no tenía hora de salida. Quería empaparse de todos los detalles que tuvieran que ver con sus funciones. En ello le podían dar las 11 de la noche. Por esa vehemencia que la caracteriza es una de las mejores ejecutivas que tiene el país. Varios cazatalentos han seguido su carrera y han intentado ficharla para otras compañías. Mirtha agradeció las ofertas pero terminó rechazándolas. Prefirió seguir su carrera en el banco.
EL ROL DE LA MUJER
Mirtha es una de las tres mujeres del pool de gerentes del BBVA Continental. Llegar hasta ahí no ha sido fácil. Le ha costado un par de décadas de dedicación y perseverancia. En estos años ha podido ver cómo las mujeres al igual que ella han ido posicionándose ocupando con mayor frecuencia cargos en los altos mandos de las compañías. Cree que al fin se reconoce su potencial y van alcanzando el lugar que merecen. "Las mujeres a diferencia de los hombres podemos hacer muchas cosas a la vez. Somos madres, hijas y esposas. Y todo eso nos demanda mucha intensidad". Está convencida, desde que era una niña, de que la mujer puede alcanzar lo que se proponga. Hace poco asistió a la premiación de las diez empresas peruanas más prestigiosas. Se sintió muy feliz al ver que había muchas mujeres en el evento. Asegura que siente orgullo cada vez que se entera de los logros de alguna. Y eso es porque no solo es camiseta en la compañía donde trabaja sino también del género que representa.
EL ESPEJO DE CASA
"Mi mamá tenía veinte años menos que mi papá cuando se conocieron. De esa unión nacimos mi hermano y yo", cuenta sobre su familia. Si bien estudió economía como su papá, confiesa que en realidad ha heredado muchas de las inquietudes intelectuales y profesionales de su lado materno. "Mi mamá estudió matemática pura, era profesora en la universidad. Llegó a ser decana. Trabajaba hasta tarde y con mi papá la íbamos a recoger. Siempre la vi trabajar y seguir estudiando. Pero aún con eso nos organizaba los horarios para estudiar, hacer deporte y tocar algún instrumento". Por eso es que ahora, cuando madre e hija se encuentran, se ven reflejadas la una en la vida de la otra.  
ASUNTOS DE FAMILIA
Se casó con un economista como ella. Que ahora es directivo en un banco de la competencia. Lo conoció en la universidad y empezaron su relación casi al terminar los estudios. Tienen dos hijos, una joven de 21 años y un adolescente de 17. Ambos siguen la misma carrera que sus padres. "He sido muy afortunada. Mi esposo y mis hijos me comprenden muchísimo pero también han llegado momentos en los que hemos tenido que sentarnos a conversar sobre cómo organizar el tiempo en familia".
Para ella es muy difícil desconectarse del trabajo. Adonde vaya lleva el Blackberry y el iPad. Tiene siempre una agenda llena de reuniones. Empieza a las 9 de la mañana y termina a las 8 y 30 de la noche. Cuando mira hacia atrás recuerda lo difícil que fue tras su primer embarazo. Dejaba a su hija en la cuna del banco y se iba para sumergirse en las cifras del área de riesgos. Pero era la época del terrorismo y los cortes de luz eran frecuentes. Cada vez que todo se quedaba a oscuras, como toda madre con instinto protector corría para ver a su pequeña. "Con el tiempo una va aprendiendo. A mis hijos les digo que, aun cuando no soy la mamá a tiempo completo, sí puedo ser la mamá que esté en los días fundamentales de sus vidas".
HACIENDO HISTORIA
En el 2006 Nelly Taboada se convirtió en la primera mujer en un puesto directivo en la historia del Grupo Backus. Empezó como contadora general y desde el 2008 es la directora de planeamiento y análisis financiero. Se encarga de monitorear que el presupuesto se cumpla. La carrera de Nelly está dividida en varias etapas y compañías. Trabaja desde los 19 años, cuando estudiaba contabilidad en la Universidad de Lima. Sus primeras prácticas fueron en un banco. Luego hizo consultorías y antes de entrar a la cervecera fue contratada como contadora de proyectos para Newmont Mining Corporation, dueña de Minera Yanacocha. Allí fue ascendiendo hasta subcontralora de finanzas. Por aquellos años se casó y quedó embarazada. Regresó a trabajar a los 18 días de dar a luz. Luego llegaría el gran encargo de la minera. Tenía que organizar el área de contabilidad en la propia mina cuando aún no empezaba a explotarse. Se mudó a Cajamarca y se llevó a su bebé de siete meses con ella. Su esposo la apoyó y Nelly siguió adelante. "Mi carrera fue un gran factor para decidir no tener más hijos. Me costó mucho compartir la crianza con la nana. Me partía en lágrimas cuando llegaba el fin de semana y lo escuchaba decirle mamá a Eva, que era quien lo cuidaba. Entonces pensé que si iba a seguir con ese ritmo de vida no podía someter a otro hijo a esas gotas de tiempo".Ahora su hijo Renato ya tiene 18 años y está muy orgulloso de su mamá. Sabe que hizo su maestría cuando él era pequeño y que se ha esforzado por no dejar de escalar.
EL APORTE FEMENINO
"Nunca he sentido un prejuicio por mi género para un ascenso o para ser contratada. Ni en el banco, ni en la mina, ni ahora. Incluso a mí me buscó una cazatalentos para el puesto de la cervecera. Ya tenía 14 años en una empresa y era hora de dar otro salto profesional", señala Nelly sobre las oportunidades laborales que se le han ido presentando. Cuando fue fichada por Backus le dijeron que buscaban a una pieza clave para la reingeniería y modernización del área contable. Como siempre excedió las expectativas.
Aunque a ella no le ha ido mal en el aspecto laboral ni ha sufrido discriminación alguna por ser mujer, sí considera justo que las mujeres reclamen igualdad y oportunidades. Cree que el género femenino tiene muchos aportes que entregar todavía. "Tenemos por alguna razón mejor desarrollado el lenguaje, lo que es clave en el trabajo en equipo. Creo que naturalmente somos más ordenadas, eso es clave para la planificación. Y la integridad no es exclusiva del género, insisto, pero es más difícil para nosotras sacarle la vuelta a algo o alguien. La honestidad es un valor necesario y cada vez más apreciado en la actividad empresarial formal", sostiene.
VELA POR LAS NORMAS
Elizabeth Galdo es directora de Regulación Corporativa del Grupo Telefónica en el Perú. Ha trabajado en la compañía durante los últimos 12 años, incluyendo una responsabilidad en Telefónica Internacional en España. Empezó como analista y fue ascendiendo hasta convertirse en una de las 312 ejecutivas del grupo. Su responsabilidad no es poca. Tiene 40 personas en su equipo con quienes se encarga del cumplimiento de la normatividad dentro de una empresa con más de 22 millones de clientes. También le corresponde representar a Telefónica cuando instituciones como Osiptel o el Congreso de la República lo requieren. Además se ocupa de que los productos que quieren lanzar al mercado sean viables desde el punto de vista regulatorio. Al mes revisa no menos de 250 propuestas. Y, como si fuera poco, se involucra en proyectos de responsabilidad social.
Para llegar hasta aquí asegura haberse inspirado en sus padres, ambos profesionales y con carreras de éxito. Ella decidió estudiar derecho y se especializó en tributos. Cuando terminó la carrera fue consultora durante algunos años, hasta que llegó la propuesta de ser asesora del viceministro de Comunicaciones. Aceptó y esa fue la base para lo que vendría después.
UN AÑO EN Harvard
Mientras trabajaba para la empresa de telefonía en España, Elizabeth obtuvo una beca para una maestría en la Universidad de Harvard. Le dieron licencia y se fue a cumplir un sueño. Una vez en Boston se dio cuenta de que estaba embarazada. "Mi hija nació luego de mi graduación. Mi embarazo fue muy bueno y por las casacas gruesas que usaba en el invierno casi no se notaba. Nació el último día de mi seguro universitario, lo que en ese entonces fue un alivio", cuenta. Recordando ese momento de su vida refuerza un argumento en el que siempre ha creído. "Para todo en la vida hay tiempo si uno se organiza", dice.
Esta ejecutiva asegura que  no es muy tajante al definir los aportes de las mujeres a las empresas. Cree que salir adelante en una corporación no es una cuestión de género. La constancia y la fe en uno mismo son dos ingredientes que cualquiera puede cultivar como ella lo ha hecho. Lo que sí cree es que no siempre se han dado las mismas oportunidades para hombres y mujeres. Por eso cuando asiste a eventos empresariales no deja de sonreír al ver más mujeres con carreras brillantes. "Ahora veo que en los CADE hay más mujeres y eso me da una alegría tremenda. Antes eran como lunares, las podías contar con los dedos".  
SIN MIEDO A LOS RETOS
Aidé Aguirre, contadora general del Holding Alimentario del Grupo Gloria, todavía recuerda su primer día en la corporación. "El contador que me contrató como practicante me dijo que no le gustaba trabajar con mujeres. Le dije que yo venía a aprender y adquirir experiencia", cuenta. Pero de eso ya pasaron 27 años. Aquel hombre cuadriculado terminó por irse y ella con el tiempo se convirtió en la cabeza del área. Su trabajo hoy en día consiste en organizar la contabilidad de cuatro empresas en el Perú y supervisar a cinco países más. No se puede quejar. Es una mujer que ha sabido aprovechar las oportunidades que se le han presentado. Para ella hay una virtud en especial que solo el género femenino domina: la intuición.
Aidé viene de La Libertad, de la provincia de Pataz. Postuló a la Universidad Federico Villarreal por recomendación de uno de sus ocho hermanos y en las aulas conoció a su esposo. Tienen dos hijos: un joven de 19 y una niña de 11. Con el mayor juega vóley y con la más chica trata de recuperar el tiempo que muchas veces no pudo darle al primero. Ahora más que nunca repara en ello y aplica una filosofía: no llevar el trabajo a casa, ni la casa al trabajo. Eso le permite concentrarse cuando tiene que hacerlo y disfrutar más de los suyos. Sobre todo cuando juega campeonatos en la Asociación Estadio La Unión y los escucha alentándola, orgullosos de ella.
http://www.larepublica.pe/04-11-2012/mujeres-madres-y-ejecutivas-top-del-peru



Mujeres en la jungla de cemento

Rosa Llerena (35) realiza labores de recojo de material en la obra del Centro de Atención al Vecino de Ventanilla.
Rosa Llerena (35) realiza labores de recojo de material en la obra del Centro de Atención al Vecino de Ventanilla.
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La construcción dejó de ser territorio de hombres. En estos días en que se celebra el Día de la Mujer, estas damas nos recuerdan que aquello del sexo débil es un mito. Hay que ser fuerte para trabajar en la obra, y ellas lo son.
Texto: Óscar Miranda
Fotografía: Melissa Merino
Ocurrió hace unos tres años. Patricia Santillán (33) trabajaba en la construcción delMuelle Sur del Callao como responsable del área de elementos prefabricados. Esa tarde andaba ocupada en lo suyo cuando seis tipos la rodearon. Eran del Comité de Obra, el grupo de dirigentes del sindicato que había colocado a varios supuestos obreros en la construcción. Patricia ya no sabía qué hacer con esos angelitos: llegaban tarde, trabajaban sin ganas y más de una vez los había descubierto escapándose a echar una siesta. Cada vez que hacían algo, llamaba a los del Comité de Obra a darles las quejas. Así que ese día ellos fueron a hablarle. Le dijeron que les estaba dando muchos problemas. Uno de ellos le dijo: “Cuídate, porque acá tú eres ingeniera pero afuera eres una más y te puede pasar algo”.
Patricia suele ser una persona tranquila pero esa amenaza la indignó. Llamó a sus capataces y les dijo: “Escuchen, escuchen cómo este señor me está amenazando”, y al sindicalista le increpó: “A ver, habla más fuerte, repite lo que has dicho”. Los tipos se fueron. Patricia fue a quejarse con su jefe directo y no paró hasta hablar con el gerente de recursos humanos y el director de la obra y pedirles que le garantizaran que no le iba a suceder nada. Le dijeron que así sería. Luego, los del Comité de Obra regresaron a pedirle disculpas, a decirle que los había entendido mal. Patricia se limitó a escucharlos. Si los sindicalistas pensaban que por ser mujer podían ‘trabajarla al susto’, se habían equivocado. Porque ser mujer no significaba ser cobarde. Y a ella carácter le sobraba.
Probablemente ese fue el momento más tenso que le tocó vivir en sus 10 años como ingeniera civil. No ha tenido muchos más. Sin embargo, a su madre todavía no se le quita el temor a la hora en que la ve irse a trabajar a una obra, donde sabe que estará rodeada de hombres y donde muy probablemente ella sea la única mujer. “Me dice: ‘Cuídate, hay tantos hombres, yo no los conozco ni tú los conoces’. Le da miedo que me puedan faltar el respeto”, asegura.
Patricia es una de las muchas mujeres que se están haciendo un espacio en el mundo de la construcción, un sector dominado por varones y siempre asociado al cliché de obreros de malos modales que acosan a las señoritas con piropos de mal gusto. Esta semana, a propósito de las celebraciones por el Día Internacional de la Mujer, la visitamos en las obras de construcción del Tramo 2 de la Línea 1 del Tren Eléctrico. Ella es la responsable de la edificación de todos los paraderos del tramo. Su oficina es un contenedor instalado a la altura del paradero de Bayóvar, en San Juan de Lurigancho, desde donde dirige a unas 300 personas, entre ingenieros, arquitectos y obreros. A su lado labora su asistente. Ellas son las únicas profesionales mujeres de la obra.
“Hay algo de machismo, sí. La gente que no ha trabajado conmigo, que no me conoce, de repente ha sentido la pegada”, comenta. Alguna vez, en otras construcciones, le ha dado indicaciones a algún capataz, de esos de la escuela antigua, y este le ha respondido que no, señorita, que así no quedará bien. “En esos casos yo he tenido que insistir: ‘No, señor, así tiene que ser, valoro sus propuestas pero se va a hacer como yo digo’”. Con el tiempo, y gracias a su trabajo, ha ido desterrando los recelos y prejuicios.
Cuando estudió ingeniería, en una universidad de Chiclayo, había cinco mujeres de un total de 60 estudiantes. Hoy cree que la proporción está más equilibrada: 40-60 y a veces 50-50. De pequeña, cuando visitaba las construcciones en las que su padre y sus tíos trabajaban, quizás era impensable que una mujer dirigiera a una cuadrilla de rudos obreros. Pero los tiempos han cambiado. “Antes, la idea de nuestros abuelos era que los hombres hacían cosas de hombres y las mujeres de mujeres. Pero ahora cada vez hay más ingenieras civiles. Ya no hay tanto prejuicio”.
VIGÍA EN LA AVENIDA 
“Me gustaría que mi hijo mayor estudie ingeniería”. Cuando no está ordenando el ingreso y la salida de los camiones en la puerta de la construcción del paradero de Bayóvar, Jessica Mino (35) se dedica a admirar el trabajo de los ingenieros que dirigen la obra. El corredor aéreo del Tren Eléctrico es, ciertamente, portentoso. Se eleva a 15 metros del piso, a lo largo de toda la avenida Próceres de la Independencia, y desde abajo impresiona a cualquiera. Jessica sueña con el día en que su hijo pueda ser el responsable de una obra como esta. Por ahora, el chico está más interesado en la computación y en la música. Pero quién sabe.
Jessica es parte del contingente de vecinos de Bayóvar y Huáscar que han entrado a ayudar en la construcción del Tren. Ella no tiene formación en ingeniería, pero tiene algo de experiencia. Hace tres años, un amigo la animó a que se presentara a la convocatoria de personal que realizaba una empresa que ejecutaba obras de agua y desagüe en el distrito. La aceptaron. Le dijeron que sería vigía, le pusieron una paleta con las frases PARE en un lado y SIGA en el otro, y le explicaron lo que tenía que hacer: estar atenta al ingreso y la salida de los camiones y guiarlos siguiendo las luces de los semáforos vecinos y el paso de los transeúntes. Ahora, en el paradero de Bayóvar hace lo mismo. Son tres vigías, todas mujeres. Todas eficaces. Que no le temen al trabajo.
A diferencia de Patricia, su jefa, Jessica dice que en ningún momento ha sentido el machismo, ni siquiera inconsciente, de sus compañeros de labor. "Acá todos somos amigos", dice. Sin embargo, admite que sus hijos a veces se preocupan. "Me dicen: 'Pero, mamá, hay puros hombres'. Yo les doy la confianza de que puedo desempeñarme en cualquier trabajo. Les digo que una mujer también puede estar en la construcción".
MUJERES Y MADRES 
Rosa Llerena (35) y Doris López (26) andan con cuidado por entre las vigas de madera que sostienen el segundo piso de lo que será el nuevo Centro de Atención al Vecino de Ventanilla. A diferencia de los varones que participan en la obra, ellas no tienen que realizar grandes esfuerzos físicos en su trabajo. Pero lo que hacen es importante: deben limpiar la construcción de alambres, clavos, fierros, maderas y todo tipo de desechos que caen por todos lados y que, eventualmente, pueden herir a alguien. Los cargan en una carretilla y los sacan fuera, donde se lo llevará el camión de la basura. Repiten esta operación una decena de veces. Una tarea sumamente agotadora.
Su condición de mujeres y madres hace las cosas más difíciles. Rosa debe levantarse todos los días a las 5 de la mañana para avanzar las tareas de la casa y dejar preparado el almuerzo para su esposo y sus cuatro hijos antes de partir a la obra. Por la tarde, al volver, retoma las labores domésticas y ayuda a los chicos con las tareas, antes de caer muerta de cansancio. La rutina de Doris es casi la misma. No hay descanso.
Pese a lo extenuante de la rutina, ninguna de ellas se queja. Dicen estar contentas de tener la oportunidad de trabajar, que sus compañeros las apoyan siempre y que nunca les han faltado el respeto. Ellos a veces les llaman la atención porque se empeñan en levantar maderas o tubos demasiado pesados. "Deja eso", le dicen con frecuencia a Doris pero ella, terca, no les hace caso. En otras ocasiones, la carretilla está muy cargada y la empujan a duras penas. Pero igual lo hacen. "Nosotras somos madres y tenemos que trabajar por nuestros hijos", dice Doris. "Dicen que somos el sexo débil pero ya ven. Somos fuertes".
FUENTE: http://www.larepublica.pe/10-03-2013/dia-de-la-mujer-mujeres-en-la-jungla-de-cemento

FUENTE: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqisc3O5qljVpoc0cQ4X5uyXGPXiwuenixcjk8quiSK_UH4ApjKzY2d5F4woiJ1nUDkYmVlDon8zCw4rtzpVecJ3hAujnMeKRgIqEy_kWJRNPUy1v4EBqgTuDdc0Osh0tSGtYDNXTDR6I/s1600/El-trabajo-de-ser-mujer.jpg


FUENTE: http://4.bp.blogspot.com/-lTEw7IPl6Sc/T0ethYaZpNI/AAAAAAAAExA/K3P9RUui26w/s1600/Ingresos%2By%2Bcondiciones%2Blaborales%2Bde%2Blas%2Bmujeres.jpg

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