sábado, 28 de julio de 2018

TAXI A LA VENEZOLANA

Me encontraba por La Merced y quería llegar a mi colegio en 20 minutos, toda una proeza. Requería de un taxi acorde a mis expectativas económicas hasta que, rendido más por el tiempo que por la oferta, opté por tomar un colectivo.   Pregunté por el valor del pasaje y asentí el precio.  Mientras manejaba observaba que estaba comunicándose por la red virtual verde insistentemente.  Luego, hizo una llamada que mi tirria ascendía por las faltas de tránsito que cometía este sujeto.  Al llegar a Belaunde le propuse que darle diez soles si es que me llevaba directo a mi destino.   Me respondió con ese acento ya característico y conocido por muchos de mis conterráneos.   Sonreí (quería tener la información de primera mano) y le pregunté que si era cierto que ganaban dos dólares al mes, asintió.   Que si recibían algún beneficio del estado venezolano, asintió aclarándome que si era para dos personas le alcanzaba para dos semanas pero si la familia era cuatro, para una semana.

Ante otras interrogantes me dijo que eran de Caracas, que vino con su pareja.   En la capital tenía su negocio de planchado y pintura (era un empresario).   Que el auto en la que conducía era alquilado y que su brevete era válido.   Sí, era válido.   Aquí viene lo bueno.    Me contó una anécdota, que en cierta oportunidad se pasó la luz roja en presencia de los policías que le siguieron y que al detenerse le pidieron los respectivos documentos.   La policía al percatarse del detalle fue donde su superior regresando y entregándole el brevete extranjero, sin más ni más.   Muy orondo me dijo que no le podían aplicar ninguna papeleta, ni quitarle puntos ni nada que sí se les aplica a los conductores peruanos.

Si un chofer peruano iría a Venezuela, ¿Le tendría la misma consideración que nuestras autoridades peruanas?

Tendré más cuidado al tomar un taxi o un colectivo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario