Me encontraba por La Merced
y quería llegar a mi colegio en 20 minutos, toda una proeza. Requería de un taxi acorde a mis expectativas
económicas hasta que, rendido más por el tiempo que por la oferta, opté por
tomar un colectivo. Pregunté por el
valor del pasaje y asentí el precio. Mientras
manejaba observaba que estaba comunicándose por la red virtual verde
insistentemente. Luego, hizo una llamada
que mi tirria ascendía por las faltas de tránsito que cometía este sujeto. Al llegar a Belaunde le propuse que darle diez
soles si es que me llevaba directo a mi destino. Me respondió con ese acento ya característico
y conocido por muchos de mis conterráneos.
Sonreí (quería tener la información de primera mano) y le pregunté que si
era cierto que ganaban dos dólares al mes, asintió. Que si recibían algún beneficio del estado
venezolano, asintió aclarándome que si era para dos personas le alcanzaba para
dos semanas pero si la familia era cuatro, para una semana.
Ante otras interrogantes me
dijo que eran de Caracas, que vino con su pareja. En la capital tenía su negocio de planchado
y pintura (era un empresario). Que el
auto en la que conducía era alquilado y que su brevete era válido. Sí, era válido. Aquí viene lo bueno. Me contó una anécdota, que en cierta
oportunidad se pasó la luz roja en presencia de los policías que le siguieron y
que al detenerse le pidieron los respectivos documentos. La policía al percatarse del detalle fue
donde su superior regresando y entregándole el brevete extranjero, sin más ni
más. Muy orondo me dijo que no le
podían aplicar ninguna papeleta, ni quitarle puntos ni nada que sí se les
aplica a los conductores peruanos.
Si un chofer peruano iría a Venezuela, ¿Le tendría la misma consideración que nuestras autoridades peruanas?
Si un chofer peruano iría a Venezuela, ¿Le tendría la misma consideración que nuestras autoridades peruanas?
Tendré más cuidado al tomar
un taxi o un colectivo.
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