“La corrupción ha
permeado a la ciudadanía”
Exprocurador anticorrupción para
los casos Fujimori-Montesinos. Autor del libro Caiga quien caiga, que ha sido
llevado al cine.
Maritza Espinoza
Domingo, 19 de Agosto del 2018
José Ugaz asegura que escribió su
libro Caiga quien caiga como una manera de mantener la memoria de lo ocurrido
en el año dos mil, cuando, tras el destape de la corrupción de los noventa, fue
nombrado procurador anticorrupción por el mismísimo Alberto Fujimori. No
imaginaba entonces que ese libro se convertiría en una película y que tendría el
inesperado espaldarazo publicitario de parte Vladimiro Montesinos y Laura
Bozzo, quienes quieren impedir su estreno a toda costa. De eso, de lo que
significó la corrupción del dos mil y de las coincidencias y diferencias con la
corrupción de hoy, hablamos en esta entrevista.
Vladimiro Montesinos y Laura Bozzo se aponen a que se estrene la
película Caiga quien caiga, basada en su libro… ¿Esperaba esa publicidad
inesperada?
La verdad, en algún momento
incluso pensé decir que Eduardo Guillot (director del filme) los había
contratado para que se sumen a la campaña de marketing, porque los argumentos
que plantean son francamente ridículos. Se les ha respondido a ambos. Una frase
coloquial (¡Que pase el desgraciado!) no puede ser incorporada como propiedad intelectual
de nadie, que es lo que pretende la señora Bozzo. Por otro lado, que Montesinos
hable de intimidad y buena imagen, cuando está condenado penalmente y ha sido
una persona de interés público en este país por más de 10 años, legalmente
carece de fundamento…
¿El tema de la intimidad no tiene ningún asidero?
Un personaje público no puede
alegar que sus actos, que son además de público conocimiento, forman parte de
su intimidad. Su intimidad sería la relación con su esposa y sus hijos, siempre
y cuando no tenga una connotación pública. En este caso, incluso en su seno
familiar, ha habido hechos de connotación pública: su hija movilizando
certificados de dinero, la esposa que alertó sobre la existencia de las maletas
con los videos. Entonces, ese tipo de relación no puede estar protegida por una
alegada intimidad, y nada de lo que presenta la película está en ese ámbito.
Retrocediendo al 2000, hubo quienes lo criticaron por aceptar el
encargo de Fujimori para perseguir a Montesinos, porque se consideraba que él
estaba buscando lavarse la cara...
A mí, primero, no me buscó
Fujimori. A mí me buscó el ministro Alberto Bustamante, una persona en quien
confiaba. De hecho, me dio muestras de que no me había equivocado. Cuando
Fujimori le pide mi renuncia a los pocos días que me había nombrado, Bustamante
le dice que, si él quiere mi renuncia, él también iba a renunciar. Por cierto,
había siempre el dilema de decir “bueno, ¿hasta qué punto Fujimori está
comprometido y lo que está haciendo es nombrar al equipo para lavarle la cara?”
El dilema me lo planteé antes de aceptar y tomé el riesgo. Al final, la cosa
salió como esperábamos: Fujimori terminó siendo denunciado por nosotros y dando
cuentas a la justicia.
Hay una frase suya en una entrevista en El País: “Creo que, si el
presidente Fujimori tuviera algo que ocultar, no habría pensado en una
procuraduría independiente”. ¿Usted creyó en algún momento en la autenticidad
de Fujimori?
A mí me sorprendió que Fujimori
haya aceptado la propuesta de Bustamente, porque yo venía haciendo
declaraciones contra el régimen abiertamente. Es más, era considerado un
abogado de la oposición, y Montesinos de alguna manera había estado
hostigándome porque me consideraba un abogado de la oposición.
Un abogado caviar le dirían en estos tiempos…
Hoy día sería, claro, un caviar
enemigo del régimen. Por lo tanto, no dejaba de sorprenderme que el presidente
aceptara que yo fuera procurador. Esa frase de alguna manera expresa esa
ambivalencia.
¿Y en qué momento se da cuenta de que Fujimori y Montesinos estaban en
el mismo nivel de corrupción?
Fue muy rápido. La procuraduría
se rige por un decreto supremo, y ese decreto supremo fija el marco de nuestro
encargo. Nuestro marco original era investigar solo a Montesinos. Son dos
hechos que desencadenan la inclusión de Fujimori en el marco de nuestro
trabajo. En primer lugar, cuando fuimos tomando consciencia de que todo el
Estado estaba absolutamente capturado y que, en realidad, no se trataba de unos
cuantos corruptos facinerosos, sino de una red organizada.
¿Y el famoso allanamiento de la casa de Trinidad Becerra no fue una
alerta?
Cuando eso ocurre, ya estábamos
nosotros más o menos claros de que Fujimori estaba jugando para el bando
enemigo. Él secuestra la orden de allanamiento y pone un falso fiscal y hace
esta diligencia absolutamente ilegal. Lo otro que se suma es el testimonio del
hermano de Pablo Escobar, quien declara en esos días que él era testigo de que
Fujimori había llamado, por intermedio de Montesinos, a agradecer a Pablo
Escobar por haberle financiado su campaña con un millón de dólares.
Luis Vargas Valdivia, su socio y también exprocurador anticorrupción,
me dijo en una entrevista que Fujimori había sido más astuto que Montesinos.
¿Usted comparte esta idea?
Sí. Yo creo que Fujimori, de
alguna manera, evita comprometerse en hechos que él encarga a Montesinos que
opere. En ese sentido, tenía mucha menos exposición frente a la opinión
pública. Por ejemplo, Fujimori no tenía relación directa con el grupo Colina ni
se involucraba en la relación con los narcotraficantes, cosa que sí hacía
Montesinos.
Los fujimoristas aducen que no hay pruebas de que Fujimori haya robado.
¿Qué tanto se pudo determinar?
Hay que diferenciar que no se
hayan encontrado cuentas de que no haya pruebas. El hecho de que no se hayan
encontrado cuentas, que efectivamente no se encontraron, es porque hoy día, en
un esquema de finanzas globales, la posibilidad que tiene alguien con poder de
sacar fondos y enterrarlos en un paraíso financiero es muy grande, más aún
cuando Fujimori tenía acceso al sistema asiático. Era amigo de uno de los reyes
de Malasia, tenía muy buenos contactos en Japón…
Que debe ser mucho más difícil de rastrear, ¿verdad?
Rastrear fondos ilegales en Asia
es sumamente complicado, empezando por el idioma, pero también porque son
jurisdicciones mucho más cerradas. Eso explica por qué las cuentas no se
ubicaron. Pero pruebas las hay. Está el testimonio directo de Matilde Pinchi
Pinchi, que dice que todas las semanas salía un maletín con 100 mil dólares que
se iba a la Presidencia de la República. Y, luego, hay un patrimonio que él no
puede explicar.
¿Esa red de corrupción que usted investigó el 2000 es más o menos grave
que la que estamos viendo ahora con Lava Jato o los audios de la CNM?
Yo escucho con mucha frecuencia
que dicen “ahora estamos peor que antes o estamos igual que antes”.
Definitivamente pienso que no. Son dos tipos de corrupción diferentes, siendo
ambos esquemas de gran corrupción en la terminología que hoy usamos en
Transparencia Internacional. La gran corrupción del año 2000 fue una corrupción
organizada en la que había una red estructurada que capturó el Estado.
Y una estructura muy clara...
Una estructura piramidal que
operaba desde el Servicio de Inteligencia con una jefatura que eran Fujimori,
Hermoza Ríos, Montesinos. Esa estructura de crimen organizado, a ese nivel, no
la tenemos ahora ni la hemos tenido en los años sucesivos. ¿Qué escándalos de
corrupción grandes hemos tenido? El de Álvarez en Chimbote, el de Orellana en
Lima y ahora este (el de los audios del CNM), que ha precedido lo de Lava Jato.
En ninguno de esos casos estamos hablando de una captura del Estado.
Y en cuanto al perjuicio económico al Estado, ¿cuál fue peor? Se dice
que en los noventa se birlaron seis mil millones de dólares…
Nunca se ha podido establecer una
cifra exacta. Hay desde esa cifra, que es la que usa Quiroz (Alfonso, autor de
Historia de la corrupción), hasta más conservadores que hablan de 600 millones
de dólares. Lo que se ha podido recuperar supera los 300 millones. Con lo de
Lava Jato, la cifra original que vino de Estados Unidos era, creo, 40 millones
de dólares y hoy puede estar bordeando los 90 o 100. Y en el caso de los
audios, hay un conjunto de intercambios de favores, pero ni por asomo se va a
llegar a los montos del 2000.
Los pesimistas dicen que la corrupción no está solo en los niveles de
gobierno, sino que está enquistada en la sociedad. ¿Esa es la razón por la que
no se puede extirpar?
Esa afirmación es absolutamente
cierta. El reto para un país como el Perú -y no somos el único, gran parte de
los países en desarrollo tenemos ese problema-, es que no solo tenemos una
corrupción de élite, como puede ocurrir en España, en Japón, en Estados Unidos,
sino que, además, tenemos una corrupción cotidiana. La corrupción ha permeado a
la ciudadanía y hoy día los ciudadanos comunes y corrientes convivimos con la
corrupción, cuando no somos cómplices.
De otro lado, en las encuestas se dice que la corrupción es el
principal problema, pero la indignación de la gente no la lleva a las calles en
masa…
Según las encuestas de Proética,
el 78% de la población es indiferente frente a la corrupción. Hay ahí una
actitud de frustración con un poco de cinismo que dice “bueno, así somos, esto
no lo va a cambiar nadie y hay que seguir moviéndose para adelante”. Pero está
probado que se puede cambiar, porque, como es un hecho cultural, es aprendido,
no es genético. Y hay ejemplos en el mundo. Cito el caso de Botswana, en
África, un país que ha reducido dramáticamente los niveles de corrupción, y
Hong Kong, que es una ciudad estado y ha podido lograr los niveles de
integridad que han logrado.
Y en el caso Lava Jato, Gustavo Gorriti dice que han caído los lornas.
O sea, Toledo y los Humala. ¿Por qué García, a pesar de todo, no parece tener
pruebas contundentes en su contra?
Porque García es zorro viejo,
tiene mucha más experiencia en estas lides, es una persona que indudablemente
tiene más experiencia política, más olfato político que nosotros, conoce mejor
el sistema, ha sido dos veces presidente…
Y en el caso de la Señora K, ¿qué le dice su instinto? ¿Ella va a caer
en algún momento?
Mire, es equivocado sostener que
las investigaciones están siendo sesgadas. Son complejas. Los fiscales tienen
sus planes de trabajo, pero no siempre tienen, lamentablemente, los recursos,
ni de personal ni económicos o materiales para poder avanzar. Pero yo sí creo
que al final va a haber una conclusión del Ministerio Público. Lo de los
cócteles no se sostiene por ningún lado. La movilización de recursos que han
venido de aquí, de allá, con personajes que indican que son de origen ilegal
está más o menos sobre la mesa. Yo espero que, conforme los plazos se vayan
dando, el Ministerio Público va a ir definiendo las responsabilidades de estos
líderes.
Finalmente, el que, después de tantos años y después de tanto trabajo
anticorrupción, no hayamos aprendido nada, ¿no le produce algún desaliento?
Si fuera así no estaría en lo que
estoy. Yo soy un optimista nato, siempre lo he dicho, y creo que los procesos
anticorrupción son procesos acumulativos, no cambian de un día para otro. Y si
miramos hacia atrás, hay algunos avances. Creo que el proceso anticorrupción
del año 2000 dejó algunos cambios en actitud y hoy día vemos que la dinámica
Lava Jato ha impregnado a otras instituciones. Así como tuvimos los seis
fiscales y los seis magistrados que hicieron un excelente trabajo en la época
de Fujimori, hoy día hay un equipo de fiscales, creo yo, que está haciendo un
trabajo que hay que resaltar. Yo no dudo que esos fiscales, tanto los que han
estado en el equipo especial como los que están a cargo de las investigaciones
de lavado de activos, sea gente honesta. Entonces, esas son luces de esperanza
que a mí por lo menos me dan suficiente base para pensar que esto puede cambiar
y que hay que seguir en el esfuerzo.