El año del Bicentenario pasará a la historia como el inicio de la era de las pandemias, sostiene el destacado internacionalista Rafael Roncagliolo Orbegoso. Temas como los partidos políticos, la democracia en la región, Trump, Chile y Bolsonaro son abordados en este diálogo.
-En el Perú hay un desencanto con los partidos que se expresan en lo poco atractivos que resultan los candidatos a la presidencia, ¿este es un fenómeno solo peruano o es una tendencia mundial.
*Es un fenómeno mundial, más agudo en el Perú. El desencanto con la democracia se ha extendido en todas partes, al tomarse conciencia de que una cosa es elegir periódicamente y otra, muy distinta, gobernar cotidianamente.
los ciudadanos eligen, pero los que gobiernan son, en gran medida, los poderes fácticos. Esta conciencia se ha vuelto más aguda en este tiempo, en el que probablemente estamos iniciando la era de las pandemias. en efecto, en los últimos días, de rebrotes y variantes, me he preguntado si no marchemos en adelante de pandemia en pandemia y de vacuna en vacuna. A menos que los seres humanos dejemos de agredir a la naturaleza y al clima. Esta era de las pandemias hace más evidente el abismo existente entre gobernantes y gobernados. Y aumenta el desencanto. En el Perú, el deterioro es más grave, porque la extrema privatización y mercantilización de la política han llevado al establecimiento de un juego basado en la prebenda y la coima. Tratar de reformar normativamente al conjunto de los partidos que realmente existen es un esfuerzo meritorio, pero francamente insuficiente y destinado a la esterilidad.
-¿Aún es válida la dicotomía izquierda-derecha?
*Sí y no. Sí, porque la vida política sigue polarizada entre quienes se resignan a la desigualdad, la derecha; y quienes se rebelan frente a ella, la izquierda. Seamos claros y juntos: no es que la derecha desee la desigualdad, sino que la considera un costo inevitable del crecimiento. Y no es que la izquierda desprecie el crecimiento, sino que busca que busca un crecimiento, sino que busca un crecimiento, sino que busca un crecimiento que favorezca a todos y no a unos pocos. Pero, al mismo tiempo, en circunstancias tan desastrosas como las que vivimos, no basta con un llamado desde la derecha, la izquierda o el centro. Es indispensable procurar activamente una concertación frente a la emergencia nacional, con medidas concretas y sacrificios de todas las partes. Por lo tanto, ser de izquierda o de derecha o de centro no es suficiente para proponer una salida para el país. Se requiere formular un verdadero llamado nacional, lo que yo creo que resulta más viable si se formula desde la izquierda o desde el centro. Por supuesto, los amagos de agresividad entre el centro y la izquierda resulta suicidas.
-¿Aún es válida la dicotomía izquierda-derecha?
*He leído estas y otras declaraciones de José Rodríguez Elizondo. Me aparece un observador agudo del Perú. Ha señalado hace poco, con mucha razón, que la democracia peruana tiene que salvarse de sus propios partidos. Pero es muy forzado fijar un momento puntual en el que el Perú se jodió. Una hipotética historia contrafáctica, a partir de lo que hubiera sido el triunfo del Fredemo en 1990, no estoy seguro de que llevaría a resultados muy distintos. Al fin y al cabo, Fujimori terminó aplicando las recetas de Vargas Llosa. Salvo en el autoritarismo, por supuesto. Pero ¿era posible desarrollar ese programa sin represión y autoritarismo? Incluso, ¿sin corrupción en gran escala? Creo que la elección de Fujimori fue muy importante para entender el actual descalabro del país, pero no que fuera la fuente de todos nuestros males. Pienso en un proceso más amplio, en el cual Fujimori es un factor crucial, pero no el único, como pretende cierto antifujimorismo simplista.
-Con PPK la derecha tuvo una oportunidad de controlar el Ejecutivo y el Legislativo, sin embargo, se sacaron los ojos, ¿Puede gobernar un partido de derechas en el Perú sin los Fujimori?
*Me parece que, a estas alturas, con el nivel de conciencia que han adquirido los peruanos, solo podría gobernar democráticamente al país u partido de derecha que fuera de "una derecha inteligente y mesurada" como ha demandado Gonzalo Zegarra. Pero no veo, dentro de la abundancia de fórmulas electorales, algunas que corresponda a esa derecha viable. Lo que pasó en el 2016 demuestra justamente que cuando la derecha "realmente existente" monopoliza el espacio, convierte a la política en un juego de agresiones e insultos, sin ninguna incidencia en los problemas reales del país. Necesitamos a gritos una derecha y una izquierda democrática y sólidas.
-¿Qué es lo más peligroso de que la ciudadanía desconfíe tanto de los partidos?
*El inmovilismo. Pero en el Perú la desconfianza ha llevado a movilizaciones sociales capaces de resistir a la nata de políticos tradicionales y obligarlos a desandar entuertos. De manera que existe una reserva social muy valiosa.
-¿Hay en el rechazo a los partidos un factor generacional? Los jóvenes ven estas organizaciones algo caduco que no les representa.
*Claro que hay un factor generacional. La llamada Generación del Bicentenario es un cohorte diferente, por su nivel y capacidad de exigencia política y democrática. Gracias a ella, es más difícil seguir pasando gato por liebre.
-¿Qué ha pasado en Chile? ¿El cambio de Constitución es consecuencia del desencanto por los partidos?
*El cambio de la Constitución de Chile es consecuencia del desencanto con los partidos y con la ficción de una realidad idílica, vendida por los gobiernos. El sueño chileno de estar a punto de volverse...
FUENTE: Entrevista por Roberto Ochoa en La República, DOMINGO, 27 de diciembre del 2020, página 04 y 05